El hombre es un pez en una pecera

Ezequiel Carlos Campos


Sin datos
Últimamente he pensado mucho sobre cosas sin importancia, u otras con un poco, pero al fin y al cabo he pensado, y eso es bueno, ya que el tiempo no me ha dejado hacer mucho, despierto y duermo en un abrir y cerrar de ojos, para después despertar y volver a dormir, cíclicamente, pasando los días y los meses, sin hacer gran cosa, sólo moviéndome en el agua, como un pez, para continuar con el mismo movimiento, y regresar, regresar… Quizá piense de una manera pesimista, y no me quejo de la escuela, pero a veces veo los libros que tengo por leer y me pongo triste, están esperando a ser abiertos, queriéndome contar una historia, los he dejado olvidados. Por eso me pongo triste, nada más, no me importa no trascender, no hacer grandes cosas, mantener siempre la misma línea; sólo quiero leer más, porque así mi vida cíclica cambia de sentido: sería como un pez en una pecera, una grande, que en mi movimiento encuentre objetos con los cuales me entretengo, con plantas marinas, distracciones y, por ende, diversiones. El tiempo es una bomba que no quiere explotar, el tiempo transcurre muy lento, avanza el cronómetro del tiempo, los segundos, corren más y más, rápido, suena el contador de los segundos, ese sonido aturdidor, y ya, para este tiempo, los segundos corren a una velocidad imprevisible, pero no explota, ¿se ha quedado trabada la bomba? Porque el tiempo aún avanza rápido, pero no llega a detenerse, quisiera saber qué podría pasar cuando el tiempo se apague; por eso de que piense en la pecera, una pecera del tiempo, en el cual las cosas pasen lento –y eso a veces me gusta, por el hecho de que los días pasen en abrir y cerrar los ojos– sin dejarme hacer gran cosa, a veces ni siquiera hablar, ni tampoco poder descansar para dar un segundo parpadeo en el día, pero no, no hay tiempo, pareciera que soy un pez muy rápido, de esos que no existen, para cada vez hacer más récords en la llegada al otro lado de la pecera, para regresar un poco más rápido. ¿Llegará el pez, en algún momento, a nadar a la velocidad de la luz y morir en el transcurso de su trayecto, flotando con lentitud, llegando a lo más alto, al límite del agua y el espacio? Eso me da un poco de miedo, no quiero darme cuenta cuándo voy a flotar en el agua, como un desconectar el cable de luz, un no volver a abrir de nuevo los ojos, cambiar de rumbo, que en vez de nadar hacia adelante y hacia adelante, pero del otro lado, flote hacia arriba sin poder hacer algo más, sólo dejándome llevar por la fuerza que me eleva. ¿Qué hará ese pez cuando ya no pueda nadar con sus movimientos de siempre? No quiero pensarlo de nuevo, mejor continúo mi camino, rápidamente. 

Comentarios

Publicar un comentario

¿SE TE PASÓ ALGUNA PUBLICACIÓN? ¡AQUÍ PUEDES VERLAS!