De verdades y ficciones: la evasión en dos personajes de "Para una tumba sin nombre"

Viridiana Aceves G.



En este ensayo se hace presente el homenaje a un escritor con una imaginación peculiar, otros lo describen como un hombre taciturno, pero ingenioso a la hora de plasmar mundos en papel. Se trata de Juan Carlos Onetti (1909-1994), quien seguía inserto en su propia literatura, observaba, escribía y participaba en concursos literarios mientras afuera se presentaba el Boom Latinoamericano. Uno de los concursos en los que presentó su obra fue el Premio Rómulo Gallegos en 1967, que se disputó entre dos novelas, La casa verde de Vargas Llosa (1936) y Juntacadáveres de Onetti; el triunfo se lo llevó el primer autor. A propósito de Vargas Llosa, se refiere a Onetti como “uno de los primeros escritores latinoamericanos que introduce la modernidad en la narrativa” (2015: 2:24), afirma y lamenta también el desconocimiento que se tiene de su obra, el cual es quizá la causa del carácter silencioso del autor, y sin embargo era algo que no le arrebataba el sueño.

A pesar de que la obra de Onetti no ha tenido la difusión que se debe, es considerada por algunos intelectuales, de la importancia de Vargas Llosa o Juan Villoro, como un parte aguas en la literatura hispanoamericana. Los temas que aborda Onetti en sus novelas y cuentos difieren de lo que se estaba tratando en la literatura entonces, mientras prevalecían narrativas indigenistas y criollistas, él hablaba de ciudades imaginarias y temas existenciales. El mundo en el que acompañamos a este autor al momento de introducirnos a su lectura está totalmente marcado por el pesimismo, sus personajes están marcados por el infortunio, la frustración y la falta de ambiciones. El espacio particular de esta desesperanza surge a partir de la novela La vida breve (1950), en donde nace la ciudad imaginaria de Santa María, lugar que como Yoknapatawpha de Faulkner es mero invento del autor, y la misma en la que ambientará próximas novelas como la que aquí corresponde: Una tumba sin nombre (1959) o Para una tumba sin nombre, cambiando de título en una reedición posterior. La ciudad ficticia del uruguayo se verá envuelta en un ambiente desalentador en donde personajes marginales y no marginales huyen de sí y de los demás.

La evasión
En los personajes de Onetti se generaliza un estado de resignación, marginalidad y frustración. Ya se mencionaba La vida breve, novela en la cual uno de los personajes más famosos de Onetti sale a la luz, se trata de Brausen. Santa María será creada en la mente del individuo Brausen a través del escritor Onetti. Este personaje tiene una verdadera importancia en la obra posterior a la mencionada novela pues todo lo que vendrá después son historias que suceden sólo en su mente: “Onetti crea a Brausen y Brausen crea su alter ego, el doctor Díaz Grey, para advertirle que vigile las espaldas de Onetti de quien desconfía y trata de escapar, ignorando las relaciones de causalidad —y por supuesto su propia condición de ente literario— que existe entre ellos” (1974: 151).

Fernando Aínsa (1937) establece en Las trampas de Onetti una clasificación de los mecanismos evasivos que utiliza nuestro autor en sus personajes. Éstos generalizados por el sentimiento marginal, la indiferencia y la derrota cotidiana buscan de cierta forma la manera de huir en diversos niveles:

  • Evasión espacial: la disociación del personaje con su contorno real lo llevan a proyectar viajes a escenarios reales, pero siempre lejanos y de imposible acceso material.
  • La huida en el tiempo: los personajes se sumergen en recuerdos, en deformaciones fantasiosas del pasado o se proyectan hacia adelante en vagos e irrealizables planes, pero siempre trascendiendo su tiempo presente, huyendo de los compromisos a que lo inmediato los obliga.
  • Marginalidad social: el personaje de Onetti prefiere siempre un no-participar en los mecanismos sociales y de poder; margina ocupaciones y responsabilidades, orilla clases sociales, suele caracterizarse como simple testigo o espectador de las situaciones.
  • Evasión psicológica: en cualquiera de las hipótesis posibles, el personaje de Onetti tiene una actitud, una postura que lo impulsa a la huida. Esa predisposición puede llegar a su extremo más tajante: la locura, evasión integral, la huida definitiva. (1980: 29)

Posiblemente este esquema haya sido pensado por Aínsa para analizar de alguna manera y más en específico a Brausen, sin embargo, es factible poder analizar a otros personajes de su narrativa en donde claramente Santa María está presente —o viceversa— y los personajes bien o mal son imaginación de Brausen.

Santa María
Como se refería, Santa María —el de Onetti— es un lugar muy particular que no se encuentra en ningún mapa de la vida real, tal como Comala de Rulfo o Macondo de García Márquez. Pareciera que este pueblo imaginario tiene la capacidad de parecerse a su creador, no Brausen sino Onetti, a quien Fernando Curiel describe de la siguiente manera: “Se llamaba Onetti, no sonreía, usaba anteojos, dejaba adivinar que sólo podía ser simpático a mujeres fantasiosas o amigos íntimos, fumaba sin ansiedad, conversaba con una voz grave, invariable y perezosa. La leyenda oscura y semiclandestina de Juan Carlos Onetti” (1980:15).

Así, se habla entonces de la evasión de la “realidad” de nuestro autor por medio de la ficción. La búsqueda de una salida de emergencia llevará al creador a trasladar a sus individuos ficticios y refugiarlos en Santa María, a partir de entonces todo será una constante huida. Aunque algunos busquen volar de aquel lugar, este se empeñará en atraerlos como un imán, vivos o muertos, con o sin pertenencias, como Rita García, ¿o González?

Vargas Llosa habla sobre la evasión focalizada a la ficción y se retorna a antecedentes primitivos, su pregunta de por qué aquella necesidad de contar cuentos y cuál es la explicación que tendría presencia posteriormente en la esencia humana “esos cuentos de alguna manera trasladaban a nuestros ancestros de ese mundo primitivo a un mundo distinto, […] iban creando una realidad paralela a la real donde podían refugiarse” (2015: 12:02). Lo anterior se puede considerar a la hora de observar a los protagonistas de Onetti, los cuales buscan un acto para dar paso a una fuga hacia lo imaginario y lo que sucede en Para una tumba sin nombre es eso mismo, los personajes buscan una salida de aquel mundo ya creado y concebido como una deserción.

La evasión de malabia
Una vez abierto un panorama muy general de lo que caracteriza la narrativa de Onetti y del mundo sanmariano, no sorprenderá saber que los personajes que aparecen en una sola novela de este autor se entrometen y andan vagando en otras. Es decir que los personajes que ya habíamos visto aparecerán posteriormente y sin previo aviso en algunos relatos y novelas. A Jorge Malabia, por ejemplo, se le colocó junto a la figura de “Junta” Larsen en Juntacadáveres (1964) después de Para una tumba sin nombre.

La atmosfera que se dibuja en la historia de Rita y el chivo se tiñe entre la soledad y el desamparo. Se suman también la pérdida de valores morales y la falta de empatía hacia los otros entes de la historia. Malabia, en un inicio de nuestra novela, se presenta como “la imagen de la juventud. Esa juventud que es inocencia, pureza y que aún es esperanza. Tres cualidades que luego se irán desvaneciendo como herrumbradas con el tiempo y por los repetidos fracasos” (1974: 238). La evolución de Jorge es bastante notoria, aquel joven virgen que espiaba a Rita y a Marcos y que no se atrevía a acercarse a ella cuando la vio en la estación del tren se va apropiando de la mujer y pierde empatía (o quizá nunca la tuvo) por todo a su alrededor.

Jorge aparece de nueva cuenta en el consultorio de la Plaza Nueva y lee las cuartillas redactadas por Díaz Grey […] añade una revelación: en vez de prestar ayuda a Rita, pasa a convertirse en el “hombre de turno” de la mendiga. Abandona la Universidad. Mugriento “sudando esa mezcla de angustia que ennegrece la piel” vive a costa de Rita en una sucesión de inmundas pocilgas. Algo más, Jorge Malabia obliga a Rita a conseguir dinero ya no a través del artilugio del chivo sino de la simple y llana prostitución (1980: 231).

Esta apropiación lo llevará a sumirse en un estado de marginación donde imperan la suciedad y el asco. El deseo de perversidad de Jorge llega hasta el punto de ser mantenido por la mujer, pasar hambre por mero gusto y dejarla a ella morir de tuberculosis (según una versión) y verla agonizar sin hacer nada para ayudarla sabiendo que tiene los recursos. Malabia se introduce en su papel ficcional de querer ser quien no es, se miente a sí mismo y a los demás.

De acuerdo al esquema de evasión que presenta Aínsa, Jorge se lleva una triada de evasiones. La muerte de Rita lo sumerge en el reconteo de una historia que le confesará a Grey, narración a la cual los lectores no sabemos dónde dibujar la línea entre lo real y lo ficticio pues no se puede creer todo lo que Grey ni Malabia relatan; de esta manera encontramos la primera evasión: la huida en el tiempo.

—Como quiera. Tenía el remordimiento de haberle hecho creer en una historia perfecta, haberle permitido creer que la historia que empecé a contarle en aquellas vacaciones obtuvo su final perfecto. Eso nunca sucede; si se pone a pensar, verá que todo falla por eso y sólo por eso. De modo que corregí. Y agregué la prostitución de Rita, en beneficio mío y del cabrón; un agregado que, en cierto modo, también modifica la historia (1959).

En segundo término, este personaje no se responsabiliza de sus actos y mucho menos de sus ocupaciones, en primera instancia se caracteriza sólo como testigo de algo tan mísero como la visión de vida que se plasma en esta novela: “Jorge tenía entonces una enfermedad misteriosa. No sé si le dijo que perdió un año de Facultad y que los padres creen que está en Tercero cuando todavía no aprobó todo el segundo” (1959). Por último, existe la evasión psicológica en cuanto a que Malabia por medio de la historia no tan verdadera que le relata al doctor Díaz Grey inicia una huida definitiva hacia la ficción, probablemente la historia que cuenta es lo que él cree verdadero, pues lo cotidiano puede parecer una derrota.

La versión de Díaz Grey
El doctor Díaz Grey ve la luz de su existencia en La vida es breve, pero como es común de Onetti, este personaje aparece después en Para una tumba sin nombre. Ya dentro de la trama, Grey contempla el entierro de Rita, pero no por casualidad como le hizo pensar a Malabia y a la chiva, sino que tiene sus motivos. Aparenta no saber lo que está haciendo en el lugar y deja que Malabia alivie su historia en él, o al menos eso parece. La tarea de Díaz Grey será recoger distintas versiones (o mentiras) de los testigos que vieron pasar la funesta vida de Rita y su chivo, no interesado en la infinidad de desgracias que la habían llevado a la muerte y mucho menos de vengarla, más bien por el simple hecho de construir una estructura, una historia, armar el rompecabezas.

En “Mundo y trasmundo de Onetti”, ensayo que se lee en Cuadernos Hispanoamericanos (1974), se intenta indagar el origen de este personaje: “podemos suponer que Onetti ha denominado Díaz Grey a su personaje aludiendo consciente o inconscientemente a los días grises que caracterizan el filosófico tedio de su existencia mariana” (1974: 96), de esta forma se supone en este ensayo que ese tedio del que se habla lleva a Grey a evadir su entorno por medio de la tarea que será desenredar una historia que no le pertenece, pero que hará suya. En ese sentido este personaje se encuentra en el primer nivel del esquema de Aínsa: evasión espacial. Malabia le da a Grey confidencias incompletas y este se ve obligado a poner la pieza que le falta en ese rompecabezas. De esta manera nace Ambrosio, el inventor del chivo que terminará, según Grey, por absorberlo a él, a Rita, a Tito y a Jorge. Y así ya no importará otra cosa más que la historia: “Díaz Grey, logrará que el pasado ya no importe y que la historia sea impotente frente a la perenne actualidad de Santa María” (1974:96) y la evasión se completa: “lo único que cuenta es que al terminar de es¬cribirla me sentí en paz, seguro de haber logrado lo más importante que puede esperarse de esta clase de tarea: había aceptado un desafío, había convertido en victoria por lo menos una de las derrotas cotidianas” (1959).

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Vemos cómo a partir de la evasión el argumento se va dando entre historias que parecen verdades y que en cualquier descuido se pueden tornar mentiras. El ambiente en el que viven estos personajes los orilla a inmiscuirse dentro de la ficción y evadir sus realidades inventando. Al respecto habla Vargas Llosa: “el mundo de Onetti en sus cuentos, en sus novelas encontramos gentes desesperadas o gentes que han llegado a una especie de derrotismo esencial, sin embargo, en todos ellos hay siempre una manera de redimirse, de escapar a esa condición de insolvencia existencial extrema que es la fuga hacia lo imaginario, hacia la ficción” (2015: 10:07).

Entre verdades y ficciones, Para una tumba sin nombre se descompone en secuencias que se niegan entre sí y que contradicen la existencia de cualquier cosa. Todo es imaginario, falso, dice Malabia a Díaz Grey. Rita no era Rita, la chiva era una invención, asegura el doctor. La verdad de Tito es diferente a la de Malabia y la versión de Grey no se aferra a la espera de una certeza. Todo es una trampa novelesca por parte de Onetti (que se esconde en Santa María): “añádase, a lo anterior, el hecho de que el uruguayo es un escritor harto difícil, barroco, tan dotado de recursos narrativos como ambiguo” (1980: 49). Los personajes de esta historia atraviesan el portal entre la ficción y lo real porque no les queda otro medio en el qué vivir.


Bibliografia

AÍNSA, Fernando. Las trampas de Onetti. s.l: 1937. Edición digital basada en la de Montevideo, Alfa, 1970. <http://www.cervantesvirtual.com/obra/las-trampas-de-onetti-0/>. 02 Oct. 2018.

CURIEL, Fernando. Onetti: obra y calculado infortunio. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1980.

FUNDACIÓN JUAN MARCH. Nombres de Latinoamérica: Mario Vargas Llosa sobre Onetti. Youtube. 26 May. 2015. <https://www.youtube.com/watch?v=kkuM18Fy9CY >. 07 Oct.2018.

INSTITUTO DE CULTURA HISPÁNICA, ed. Cuadernos Hispanoamericanos. Número especial de Revista mensual de Cultura Hispánica (Octubre- Diciembre 1974). 292-94. <http://www.cervantesvirtual.com/obra/num-292-294-octubre-diciembre-1974/>. 02 Oct. 2018.

ONETTI, Juan Carlos. El astillero. Salvat Editores S.A, España, 1970.

______, Juan Carlos. Para una tumba sin nombre. Montevideo, 1909 - Madrid, 1994. 1959. < http://www.literatura.us/onetti/tumba.html >. 24 Sep. 2018.




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Viridiana Aceves G. (Zacatecas, 1995). Ha impartido a lo largo de los años talleres de teatro, literatura y lectura para niños y jóvenes en el municipio de Trancoso con la finalidad de que éstos se interesen por distintas disciplinas artísticas. Ha publicado ensayo en revista La Sílaba y actualmente es co-directora, editora y colaboradora en La Tolva, una revista de investigación y difusión cultural financiada inicialmente por PACMyC y publicada en Trancoso.

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