Crónicas del adelantado. Cinco poemas de Paulo San Páris


Creyendo que el poema debía ser amado

Confundí unas cuantas noches de pergaminos sitiados con mi cuerpo
Quise cambiar el volumen y hacer nuevas las palabras
Dormir menos tiempos y despertar más vidas
Esperanzar al valiente y acuartelar al oprimido.
Llevar unas cuantas mangas mostrando creaciones de universos
Y alterar la realidad con viajes esporádicos a cualquier tumba de poeta.

Creyendo que el poema debía ser amado
Formé batallones y les armé medallones de greda
Para imaginar el espíritu y la soberanía que ha ser para el pueblo.
Convencí a mi madre y mi padre de matarse como Romeo y Julieta
Y quise nacer en un lugar llamado Antena.
Los ancianos de la tribu decían: “al poema le falta esto…”
“la poesía es aquello…”
Creyendo que el poema debía ser amado y hermoso
Desgasté unas cuantas palabras en vértebras nuevas para poder sostenerme
Financié una empresa de vulgar apariencia
Y me desvelé muchas noches para trazar campos
Y limar estrategias y pensar en omegas y alfas
Para conseguir el poema perfecto.

Cuando di por perdida la pérdida del poema
Comencé a leer que mi cuerpo se sostenía así solo
Que las palabras forman nuevas palabras desde sí solas
Que las empresas financiaban apariencias
Que mis padres no debían morir
Que los viejos de las tribus no vivían,
Sino que mentían sobre el origen de todo,
Que no debía nacer en la Antena, estaba desde antes aquí,
Que no debí desvelarme por cualquier poema,
El poema siempre es una posibilidad necesaria que será…

Creyendo que el poema debía ser amado
Entendí el organismo de las falsedades
Y la necesidad de terminar cortándose las manos
Lo más pronto posible.

(De: TOTEM)


Poesía

Ahora voy a trazar una línea en el polvo de tu corazón, que es
lo mismo que trazar una línea en tu agua natal.

(De: TOTEM)


Crónicas del adelantado

Para mi madre


I
¿Sabes? contaré una historia larga como la sangre que se silenció de sangre.
Diré: plaformas para las plagas de oscuridades,
Me puedo escuchar quejándome desde el otro lado del bosque.
Doblo mi mano quebro mis huesos para saber cómo se leen los nervios del árbol
Depura, sí, depura los materiales responsables de lo que inunda los ojos.


II
No quiero llamarme, si no llamarlos, con la misma lupa con que cada uno
        hunde      su
                    huella
en el recuerdo triste de la vieja casa donde solo habitan sombras.
Cerca del río, he visto niños riéndose de mi sonrisa, y los maldigo en silencio
porque se han ido con el cauce los nuevos vecinos.


III
Curva pronunciada/ curva del forastero
Estoy en Lautaro 1935, y la casa es más compleja con este aire actual.
Mi Padre habla de muerte/ No quiero escuchar/ tiene el sonido del río/
los niños vienen de nuevo: un hilo de sangre se va cauce abajo con mi boca.


IV
Es La Serena 1987, alguien husmea en el diálogo de la frontera
vendrán animales para subir los materiales célibes
bajo la misma fábrica de luces que encielan en este bosque nuevo
y mi madre cree parir al hijo de sus labios. El hijo nunca ha venido.

(De: TOTEM)


Estación Los Héroes

Entre crisol aventura
Al dinamismo de la casa desventurada
Y se siembren y forjen los instintos de esquimal
En orillas sempiternas.

            Como las palabras gastadas de libros desconocidos
Arqueo el cuerpo con la presión de las raíces.

Hablar sosteniendo el sonido de la ciudad en la dura cara del obrero
Una brutalidad hecha a base de pesadillas
Que reconocen cuanta piel se ha perdido.

                Como a veces como siempre no sé dónde
                No se sabe dónde
                Y se continúa…

Se mantiene la presión sobre las líneas del día
Como fierros como forjas sobre los dientes
Apretando las puertas de estaciones
Que deslindan mi otra figura futura

                Como sentirse de repente propiciado a navegar
                Y los paraderos son demorosos
Y la casa está marcada, por ese viento frío que
Construye otra marca del indio sobre la misma persona
Que se sienta delante de mí.

(De: IMETROR)


Ulyses

Para nuestro querido Ulyses, también es difícil llegar a casa nuevamente.
Otra vez se ha perdido entre las faldas de un cerro
O en algún portal sacudido por un temblor grado ocho y medio;
Grado que por lo demás, también es el nombre de la película
Que se detiene a ver cada tarde en el cineArte Normandí.

Su destreza para perderse y consagrarse en el canto lejano de los prostíbulos es única.
De igual forma, sus apariciones son noticias esporádicas en los diarios de moda.
Diariamente necesarios.
Acostumbrado a llegar tarde y a última hora en todo,
Nuestro Ulyses habría recordado cierto día el nombre de un hombre,
Cuando de sopetón se ha encontrado con unos chalecos finos de lana
En los muestrarios de Fashon Park.

Todo en cuanto a la vida le parece un viaje interminable: las colas en los bancos,
Las colas para pagar el Tac, las colas de los supermercados, las colas de las patentes,
Las colas para sacar número, las colas de las urgencias en los hospitales públicos,
Las colas para los cajeros automáticos, las colas para pagar las mensualidades universitarias,
Las colas para pagar la basura, las colas para pagar contribuciones,
Las colas de las discos.

Últimamente en su eterno viaje, cree gastar más bencina para llegar a casa,
Canjea un par de puntos acumulados y cree sobrevivir con ello,
Sabiendo que al canjear los puntos comprará y volverá a acumular más puntos.
Para evitar esas interminables colas, encuentra maravillosa la idea de los tickets,
Señala que su espíritu es como un ticket: rápido, ético, democrático y eterno.

Ulyses ha llegado hasta nuestra casa avejentado, olvidando tomar el arco y la flecha.
El vecino que ronda a uno de mis padres ha vencido en la justa batalla de gallos.
Ha rapeado mejor que mi padre, y lo ha insultado de una forma, que no puede
Entrar de nuevo a casa, por la denigración de su honra.

La última vez que he visto a un tal Ulyses ha sido en Buenos Aires, en un sanatorio,
Loco y muerto de la risa bailando cambalache, sabe que está solo como Adán.
Que necesita nombrar las cosas de nuevo, que ya no podrá volver,
Y mi padre no tiene ya los collares de combarbalita que le prometimos.
Sabe que su nombre está maldito.

A quien fue mi padre y hoy desprecio en el día del padre, le ruego
Que embarque su Citroneta, hacia otros rumbos, donde halle al fin la calma
De una isla donde reciban su cuerpo atigrado de tantas cicatrices
Que le ha dejado el consumir en sus dos ojos como códigos de barra vacíos.

(De: IMETROR)

Collage de ©Enza García Arreaza. 

__________
Paulo San Páris (La Serena, Coquimbo, Chile, 1987). Es Licenciado en Ciencias de la Educación por la Universidad de La Serena y Profesor de Lenguaje y Comunicación y Filosofía por la misma casa de estudio. Ha sido ganador de los premios: Premio categoría Poesía del “Fondo Editorial Manuel Concha” de la Ilustre Municipalidad de La Serena (2009), Premio Primer Lugar en categoría: poetas emergentes, en “I Concurso Regional de Poesía Stella Díaz Varín” de la Ilustre Municipalidad de La Serena (2014), Premio mejores obras editadas de la Municipalidad de San Bernardo, Chile (2016). Recibe en la actualidad la Beca de Creación literaria del Fondo del libro del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio del Gobierno de Chile. Sus obras publicadas son: Sogol Gaza (2010), parte de la trilogía del libro Sexomicrón que contiene el libro publicado Travestia (Editorial Torrente del Pánico, 2012). El 2013 publica Lucila, Marca Registrada (Caleidoscopio Editores, 2013/2014, Bordelibre ediciones). En 2015 ISOHILE (Ediciones Municipalidad de La Serena).

Comentarios

¿SE TE PASÓ ALGUNA PUBLICACIÓN? ¡AQUÍ PUEDES VERLAS!