La importancia de dar consejos en "El Conde Lucanor" de Don Juan Manuel
Ezequiel Carlos Campos
Es
necesario tener tanta discreción
para
dar consejos, como
docilidad
para recibirlos.
François
de la Rochefoucauld.
Es esta obra una
diálogo moralizante: son ejemplos que juzgan ser leídos –en el caso del conde
Lucanor escuchados– para demostrar algunos sucesos acaecidos a gente, y de cómo
esas historias llegarán a tal punto para que el receptor piense en los sucesos
y trate de hacer lo contrario o lo contado para realizar las cosas de la mejor
manera.
Antes de continuar con la escritura
de este texto, es menester dejar claro qué es un exemplum, un ejemplo. Son fábulas o cuentos moralizadores o
doctrinales narrados en los discursos vulgares de profesores, oradores,
predicadores, lo hacían para adornar sus sermones y las ideas fueran mejores
captadas, despertando el interés, persuadiendo a quienes los escuchaban. Es
este el objetivo del libro que tomo ahora para el análisis, terminado
aproximadamente en 1335.
En esta obra, Don Juan Manuel no
quiere más que el lector aproveche de los ejemplos para la salvación de las
almas y la salud de los cuerpos. Siendo esto así, el autor pone en su libro un
conjunto de historias que sirven como consejos para hacer las cosas bien,
alcanzando la gloria y la grandeza. Eso lo podemos leer en el prólogo de la
obra:
“Este
libro lo hizo don Juan […] con el deseo de que los hombres acometiesen en este
mundo tales obras que les fuesen provechosas para alcanzar honra, hacienda y la
grandeza de sus estados y estuviesen así más cerca del camino de la salvación
de sus almas”.[1]
Lo importante dentro del libro no
son los consejos que el autor va a describir para el beneficio del lector, sino
la importancia radica en la propia historia: el conde Lucanor pide ayuda a su
consejero Patronio, porque el primero, por distintas causas, no sabe, puede o
no comprende algunas situaciones que le acontecen en el momento, pidiendo
consejos a Patronio. Sólo pondré un ejemplo a falta de más espacio para este
trabajo y señalaré la manera en cómo están escritos.
El conde Lucanor inicia el diálogo
siempre planteando una situación o un problema; leemos lo siguiente en el
ejemplo II:
Fragmento del manuscrito de la Grande e General Estoria (códice del Escorial) de Alfonso X El Sabio. |
“Habló
otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, diciéndole que estaba muy
preocupado por algo que deseaba realizar; pues si lo hacía, sabía que muchos
protestarían, y si no lo hacia [sic],
comprendía que también tendría oposición. Díjole además cuál era el hecho, y
rogóle que le aconsejara lo que él entendiera que debía hacer”.[2]
Como bien se percibe, el conde tiene
gran confianza en su consejero, y éste le ayudará a resolver los problemas con
un ejemplo; aunque no es solamente un ejemplo, sino que será una historia relacionada
a la situación que vive el conde, o mínimo con la idea central, en el caso de
la cita anterior, el ejemplo fue “De lo que le aconteció a un buen hombre con
su hijo”, contando la historia de un hombre y su hijo mozo. Los dos eran
labradores y vivían cerca de una villa. Un día los dos fueron a comprar algunas
cosas que necesitaban, llevando una bestia
para traer las cosas compradas. Iban los dos a pie y se encuentran a unos
hombres y les reclaman que no les parecía correcto traer a la bestia descargada y los dos caminando.
El labrador le preguntó a su hijo qué le parecía aquello, contestando éste que
no era bueno el caminar los dos, el hijo se subió al animal. Se encontraron
después con otros hombres y les dijeron que no era correcto lo hecho, el hijo
podría aguantar más caminando que el propio padre, porque es viejo y cansado. Y
de igual manera el padre le preguntó al hijo lo que pensaba; el hijo baja y el
padre sube. Se encuentran de nuevo con otros hombres y dicen que no era bueno
dejar al hijo caminando cuando es todavía joven para largas caminatas, se pide
el mismo consejo entre padre e hijo y los dos se suben al animal. Para no alargar
más la historia, el padre le dice al hijo que en cada tropiezo con los hombres,
después de que estos reprochaban lo que veían, el joven decía qué era lo
correcto en cada situación: era correcto no ir a pie los dos juntos, después
era correcto que el padre fuera arriba del caballo, era correcto que el hijo
fuera arriba y después los dos montados; el padre le dice lo siguiente:
“[…]
todo esto lo he hecho para que te sirva de ejemplo en las cosas que a tu
hacienda respectan, pues debes estar seguro de que nunca harás cosa que te
alaben; pues si fuere bueno lo que hicieres, los malos y los que no obtengan
beneficio de ello hablarán mal de lo que hagas; y si la cosa que hicieres fuere
mala, no podrán los buenos decir que tal cosa está bien hecha […] si quieres
hacer lo mejor […] hazlo, sólo lo malo no deberás hacer nunca […]”.[3]
Después de este ejemplo el consejero
le da una solución al problema del conde, en este caso: Patronio le pide a
Lucanor que nunca deje de hacer las cosas por miedo a lo que la gente pueda
decir de ello.
Don Juan Manuel al término de cada ejemplo
escribe que esta historia parecióle buena y escribió unos versos para
sintetizar lo antes narrado, son pareados que serán la moraleja, por decirlo de
algún modo, de la historia. Transcribo los versos que el autor escribió para
este ejemplo, siendo éste el seleccionado en el texto: “Por dichos de las
gentes y sólo que no sea malo / poned la mente en el provecho y no hagáis otra
cosa”.[4] En
la obra habrá una estructura base para todos los ejemplos: entra el narrador
para señalar que el conde y Patronio se encuentran; el conde pide ayuda a su
consejero; Patronio empieza la narración del ejemplo y termina dándole el
consejo; el narrador dice poner unos versos sobre la historia y se perciben los
versos moralizantes.
Encontramos a un conde Lucanor
carente de decisiones propias, siempre pidiendo la ayuda de su consejero para
realizar lo que mejor es, así como nos dice el autor en su prólogo, para llegar
a salvar su alma y llegar a la salud del cuerpo. Todos los ejemplos del libro
llevarán a un provecho para quienes leyesen las historias. Patronio es de suma
importancia en el libro porque es el responsable de que el conde haga lo
correcto, será su guía para salvar su alma y no sólo eso, sino sus dominios,
sus obligaciones. Sin los consejos el conde hubiera, claro está, tenido más
problemas de los que eran. Es tan importante, pues, un simple consejo para
aclarar la mente, un buen ejemplo para imitarlo y hacer lo correcto.
FUENTE DE APOYO:
Don Juan Manuel,
El Conde Lucanor, México, Porrúa
(Sepan Cuantos, 28), 2013.
Siempre es bienvenida la historia del caballo y los dos personas de si montarlo o no tiene su cuota lista para caer casi en la comedia
ResponderBorrarhttps://sidanpress.com/2019/06/10-datos-sobre-antrax-el-youtuber-mexicano/
ResponderBorrarEncontramos a un conde Lucanor carente de decisiones propias, siempre pidiendo la ayuda de su consejero para realizar lo que mejor es, así como nos dice el autor en su prólogo, para llegar a salvar su alma y llegar a la salud del cuerpo.