Reconstrucción estética de lo atroz: Reseña de "A sangre fría"

David Rodríguez Sánchez


Truman Capote fue un escritor atormentado por su brillantez, su excéntrico carácter y un cinismo vital que lo volvió especial a la hora de encuadrar su espíritu creativo sobre el papel. Nacido en el singular espacio cultural de Nueva Orleans, y criado en el ambiente discriminatorio, clasista y estereotipado del Sur de los Estados Unidos de principios del siglo XX, aunándose una infancia tormentosa y una carrera literaria brillante pero desgastante, Capote, con su pluma alquimista, fue capaz de entregar a la tradición literaria americana y mundial el auge del género que conjuntó periodismo y narrativa, la novela de no-ficción o relato metaficcional, viéndose el prefijo meta no como el universo que habla sobre sí mismo, sino sobre su interacción con otros universos paralelos, con la obra titulada A sangre fría, que literariamente cuenta los hechos verídicos de un horrendo crimen acaecido en el poblado de Holcomb, Kansas, a los cuatro miembros de una familia inocente, religiosa, trabajadora, próspera y bondadosa, el patriarca Herbert Clutter, su esposa Bonnie y sus hijos Kenyon de 15 y Nancy de 16, así como la búsqueda y el  proceso judicial de los dos perpetradores, Richard Eugene Hickock y Perry Edward Smith, hasta su eventual sentencia a muerte, llevada a cabo por ahorcamiento el 14 de abril de 1965.
La familia fue asesinada ridículamente: por la información posterior que se revela, el motivo del crimen era robar el dinero que supuestamente había en una caja fuerte, arrojando la consecución del delito una cifra menor a los cincuenta dólares. Con la balanza presente de Lustitia, la representación simbólica de la Antigua Roma de la justicia, es inevitable plantearse las siguientes preguntas, esperando no ser sentencioso en ellas: ¿valió la pena matar cuatro vidas por el ánimo de frustración al no encontrar el botín deseado? ¿O simplemente los mataron sin miramientos, con perverso cinismo desalmado, independientemente de haber cometido el crimen?
En cuanto a las propiedades intrínsecas de la obra, se recalcan dos impresiones, a saber: la falta de consciencia moral normativa de los antagonistas/criminales, su existencia caótica, y el desarrollo del juicio, desgarrador, sesgado, intrincado y escandaloso. No cabe duda que el arduo trabajo de investigación, que duró aproximadamente cinco años, y algunos más para publicar la novela, las entrevistas realizadas a los testigos de la historia con sagaz enfoque, las visitas a la cárcel que realizó para obtener los puntos de vista de los asesinos, la inseparable colaboración de su amiga Harper Lee, autora de Matar a un ruiseñor, y su talante expresivo dieron a Truman Capote, declarado homosexual y genio, el contenido y la forma para soplar el fuego de su creación avivándolo con realidad y la ilusión.


Sin derechos. 


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