Cuesta arriba

Vanessa Carlos


Arrastro los pies sobre el asfalto
uno después del otro
las cuchillas del viento gris
abren mis nudillos
a punta de hielo

El aire deshilachado me quema el rostro
los dientes
me acribillan la lengua
desesperados

mis labios tintos
se confiesan ante el temblor y su quietud

Inclino los ojos

Una flor tubular
se abrió paso en una grieta del pavimento
doy una zancada por encima de su cabeza

Sigo mi camino
engurruño los párpados
la observo

Muy cerca de ahí
pequeños asqueles avasallan
el corazón de una manzana
aún carnosa

Todos nos dolemos del invierno

Caen los copos
parsimonioso hechizo
sobre la ciudad durmiente
ciudad niña

Por mi suela consumida
la infiltración de la nieve
me rasguña hasta los tobillos

Desértico espejismo de mi interior

A pesar del silencio     lucecitas chispeantes     en la lejanía
me hacen proseguir

Entre el espesor de la bruma
el dorado de una hoja muerta
brilla entre los fractales

Aprieto el paso

No logro sacar la flor de mi cabeza
arrastro los pies cansados
uno detrás del otro
bufo      asciendo

El filo del aire me hiere cada milímetro del cuerpo
inhalar es más doloroso que existir     ahora

¿Por qué lo haría?
desgarrar el betún de Judea
para que este sangriento invierno
acabe con su corta vida?
Pienso

Un callejón
con un tatuaje gigante de la virgen de Guadalupe
anuncia
que mi destino está doblando la esquina

Los candiles son pájaros noctámbulos

Los ladridos de azotea
acompasan mi ritmo

con el aliento     entrecortado
subo en pequeñas escuadras
los últimos escalones

Tras la puerta
el vapor a ponche y diente de león
masajea mis pulmones hasta el alma
el olfato es el portal
germen y fin de mi agonía

Se libera el espacio
jadeo al cosmos
aire
una débil sonrisa
mis labios tintos

Desde una fotografía
el temperamento de mi madre
me recibe con su rostro de musaraña
mi padre encorvado como arándano
me ayuda a despojarme de las capas que me cubren

Escucho a Bob Dylan
Times are changing

El viejo demonio
ya no es el mismo monstruo
que atormentó mi infancia

Es una flor
fantasmal
que aromatiza infusiones para
entibiar mi infortunado espíritu

El primer sorbo del brebaje
un bálsamo
mi cuerpo se ilumina
mis nudillos acartonados lentamente tamborilean

La flor aguerrida
en medio de una ínsula de asfalto
con sus pétalos abiertos a la última estación
espera su destino

Una taza de té
reanimar almas endurecidas
que arrastran sus pies de escarcha
hasta llegar         a la cima de la calle primavera



Paul Klee, "Flores en piedra", 1939. 

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Vanessa Carlos (Zacatecas, 1982). Poeta y médico cirujano. Maestra en filosofía e historia de las ideas. Doctorante en Artes en teorías estéticas por la Universidad de Guanajuato.

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