Somos pájaros. Siete poemas de Teresa del Bosque
Parvedad
A media noche siempre vengo
al cementerio de las lluvias
y me abandono en el confesionario de mis culpas
Me desnudo
cual niña decidida
a lanzarse por la borda de los miedos
mientras voy descalzando las palabras
que le vendo por catálogo
al esmirriado salón de esos niños
que se le escaparon a la delincuencia
Aquí
me siento más liviana que el vacío germinado
en el hueco del pecho
Aquí, donde solo existe
la eterna audición de atoradas langostas
en el caracol encerado
del tímpano
Aquí no tengo que ser
gente de papel
reciclado
rutinario
Aquí me quedo
hasta que se descalcifican de mundo
mis harapos
Mañana volveré a cargarme
de bocas hambrientas la sonrisa
a venderla al mismo precio
al mismo público exiguo
hasta que me den de baja
los buitres del gobierno.
De la oración a la aurora
Destiñen a la oración
mis cicatrices
rumbo al inframundo
en la vigilia de las ocho
No existe rosario de mentiras
enraizadas en el vacío de las almas
Rompe mi impiedad
la mordaza de palabras en mi ombligo
y se eleva
blasfema mi locura
sobre el peso de los años
tristes
blancos
longevamente solos
desde la semilla
Llego al cementerio de mis dioses de papel
y reescribo mis demonios
crucificados en la punta
de mis dedos saca sombras tenebrosas
aullidos
pájaros de la muerte
orgasmos de aurora
Nada es pecado
después que quemas
la camándula de soles
nocturnos
evitándote luz
Nada es real
después de ti.
Dios de la tierra
Estás en el ego del muro
en el radar de mis venas
en el plomo suplicante de los muertos
al otro lado de lo cierto
Estás incinerando el polvo
mal habido del espíritu
Estás en este infierno
tu reino encomendado
por guerrero, por amado
Estás limpiándole el camino
a ese padre que no existe
si no existo, si no existes
Porque eres, soy, es
conforme a mi necesidad
de no ser yo, tú, él, ¿ella?
Por eso eres
el dios de este infierno
mío, de todos.
La poesía
La poesía es la ventana
donde aúlla la loba malherida
es el abismo de cristales rotos
el coliseo teñido con mi sangre
Es mi cementerio personal
mi río lava heridas
mi pañuelo
mi hombro
mi funeral de buenas intenciones
Es el recuerdo de lo que olvido
el arsenal de guerras pasadas
Mi vida entera se tiró por la ventana
La poesía es oasis en el Limbo
la tierra innegable a tu lágrima sin semilla
el azadón de los escombros
el imán de pretéritos puñales, presentes y futuros
Es la cruz del sol quemando tu propio infierno
el verdugo sin promesa de mejor amante
el carmesí del Nilo
la cocaína que te eleva
y te lanza al vacío
La poesía es lupanar de desconocidos
sanatorio de heridos
necrópolis de los quebrados
cadena perpetua
pena de muerte
paredón
Tanto es para quien nadie es
desde que metió su dulce baso de cicuta
por mi ventana.
Somos pájaros
Pájaros salieron por la aguja de la vida
pájaros de leche
pájaros sin plumas
sobre mis volcanes
rebalsando de dulzura
Pájaros de colores diferentes
mirándome el plumaje
resbalando por el risco…
Al final
pájaros desnudos somos todos
soplándonos las manos
para que florezca la magia de un vestido
en cada hombre, mujer, gárgola, medio…
Siempre pájaros.
Tiempo mío
Tengo sobrados los recuerdos
malditos entre mis grillos
Tengo abreviado el tiempo
que le arrebatara al asesino de mi hambre
Quiero vivir mi excesiva soledad
ahora que se engrosa la cintura del reloj
No quiero ser más esclava del sistema
ni venderle mi doctrina adiestrada
desde el ser para no ser
Quiero alejarme de lo contrario
a esta rebeldía liberada
y vivir la hierba mala que me habita
o el animal rapaz desembrujado
Solo quiero marcharme
con la esencia inalienable
de mi aliento
al otro lado de este cementerio.
Una con la tierra
A veces me aferro a la raíz de las distancias
y edifico pájaros orgásmicos
con la sonrisa de los árboles
Me diluyo en los brazos siderales de la niebla
sobre el alma de la selva
Somos una
con la tierra entre los labios
y el verde rostro de mi espíritu
Estoy
en el cántico de las ancestrales
campanillas
llenándome de manantiales
los silencios...
No quiero recogerme los recuerdos
Quiero quedarme aroma
de todo aquello que no muere.
Imagen by Pixabay. |
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Teresa del Bosque (Chalatenango, El Salvador, 1963). Es poeta, docente, abogada y notaria. Ha publicado poemas, cuentos y apólogos en las revistas Juventud y Clase del Ministerio de Educación salvadoreño. Ha publicado en el Co Latino y en el Diario de Hoy y participado en antologías nacionales e internacionales. Obtuvo el primer premio en el “Concurso de Poesía a la Madre” (1978). Segundo lugar en el “Primer Certamen de Poesía de Maestros de El Salvador” (2002). Mención especial en el II Certamen de Poesía “Mujeres Extraordinarias”, España 2017. Entre sus libros se encuentran Poemas de todos los tiempos (1997), Un poema para cada día festivo del calendario escolar (1997), Aprende y colorea con el mundo animal (1998), Sin más-cara (2011), Poemario Cívico Escolar (2012), Vida y Espíritu (2013) y Mi Mundo Infantil (2014).
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