Cine de Oro mexicano del siglo XXI

René Peraza Gamón


Hace tiempo un crítico de cine dijo que en el año 2015 se registraron más películas grabadas que en la época de Cine de Oro mexicano. Que no entendía por qué nosotros los ciudadanos le dábamos la espalda a la industria cinematográfica de nuestros días si estábamos viviendo uno de los acontecimientos más importantes del cine mexicano. 
   Desafortunadamente no es la única persona deleznable que pronunció juicios con tan poco criterio; el director Paul Leduc (Frida, naturaleza viva), galardonado con una estatuilla de los premios Ariel 2016, advirtió que los mexicanos no vamos al cine a ver películas de nuestra nacionalidad. Él explica que los cines no proliferan los filmes, ya que, naturalmente, no venden a comparación de la tonta película de Adam Sandler. 
   A partir de las declaraciones otorgadas por ambos críticos del cine, me di cuenta que hacen falta críticos (de cine, literatura, etc.). Así, tal cual. Críticos. Si fuesen lo que creen que son, verían con claridad, con esa diáfana luz que chilla en el bombillo eléctrico de las habitaciones, que en este siglo XXI no existe un Luis Buñuel, como lo hubo en la época de oro. No hay un Gabriel Figueroa. Sí, él dijo que el Chivo Lubezky era su sucesor, pero el tipo ni siquiera filma en México, su mejor trabajo se encuentra en Hollywood. 
   Pero no quiero dar a entender que estos supuestos críticos del cine son bastante malos para dar una buena opinión con argumentos. No, lo que quiero es quitarle la capa a la cebolla y encontrar el núcleo que nos hará llorar (de tristeza, desafortunadamente). 
   Sí, tienen razón, muchos filmes se han producido, pero ¿tienen la misma calidad que los de la gran época del Indio Fernández? ¿Son buenas historias? ¿Por lo menos entretenidas? Pongo el ejemplo de que las películas de Pedro Infante eran entretenidas sin, a veces, tener fondo. Sin embargo, ahora hallamos películas que entretienen sin causar divertimiento en el individuo, ya que la historia es mala, aburrida y mal trabajada. Ya diría Faulkner que el tema puede ser bueno o malo dependiendo el trato que le demos. Para nuestra sorpresa los guiones de las películas mexicanas son deplorables. ¿Luis Buñuel tuvo un guión igual de insípido que las películas de Fernando Sariñana? 
   La imagen: Figueroa trabajó mucho con Buñuel para conseguir una estética que sobrevolara los conceptos de belleza, al igual que Sven Nykvist con Bergman. Ahora, ¿quién trabaja con quién para lograr algo sublime? Sí, Cuarón con el Chivo, pero Sólo con tu pareja y Tu mamá también alcanzó algo digno de ser visto en cuanto que fue filmada en México y con presupuesto del mismo; Iñárritu con Rodrigo Prieto realizaron algo muy vistoso, además del señor Prieto ya se conoce que es uno de los cinefotógrafos con un gran talento, claro que después Alejandro lo sustituyó por Lubezki (Birdman), pero es aceptable, ya que el Chivo venía creando unas imágenes impresionantes para la pupila. ¿Sariñana con su Amar te duele logró algo (estéticamente hablando)? (nomás por poner un ejemplo). 
  En los noventa hay una gran revolución en el cine mexicano que no llegó a los dos mil. Derbez se cree director, los hijos de grandes celebridades se creen actores, termina todo siendo un caos, es decir, un cine de mal gusto. 
   Perdóneseme el desvío que acaba de ocurrir, no creo pertinente meterme en asuntos en los cuales aún no es momento, por ahora nos iremos por el camino de por qué diablos no proyectan las películas en las salas de cine; quizás de paso agarremos el asunto de la piratería, el porqué es buena y no debe de censurarse. De aquí en adelante se bifurcarán los senderos, pero lo haré para globalizar la información y no se pierda. 


1. En Tepito son muchos y en el fondo hay más 
Desde que los casetes vieron la luz, la piratería, la copia, se hizo famosa y lo mejor de todo: barata. Aun le fue mejor al precio cuando el CD sustituyó a la cinta magnética, y no sólo el precio mejoró, también el uso: era más práctico usar un disco. 
   Ir al cine se volvió uno de los placeres más caros que una familia se podía dar. Es de ricos ir al cine; es un lujo comprar palomitas y refresco, y todavía de pilón unos nachitos con extra queso si la quincena no se gastó en las caguamas banqueteras con el vecino. 
   Aproximadamente una visita a la pantalla grande te deja con muy poco para la quincena, por eso es mejor comprar el estreno a unos veinte o treinta presos en los laberínticos comercios y comprar unas fritangas y refrescos para que todos los integrantes se dejen caer en una tarde o noche, ya deciden ellos una película. 
   ¡Alerta! Es delito comprar películas piratas. ¿Y? Si no alcanza para más, qué se puede hacer. Los precios (incluidos los impuestos) son demasiado altos para la gente trabajadora; en lugar de sentarse en la gran sala oscura, donde, de seguro vas a gastar mucho dinero, mejor uno se compra el clon y hasta viene saliendo a la mitad, a veces menos de lo que se gasta en el cine. 
   Nadie puede sustituir el bello embeleso de situarse en una banca y dejarse llevar por las imágenes. Nadie. Es una de las mejores experiencias que alguien puede tener, pero es un lujo que sólo unos cuantos pueden vivirlo. Es por eso que gente solidaria creó copias de las películas para que todos tuvieran acceso a ellas. 
   No cabe en mi cabeza la idea de por qué quieren desaparecer la piratería si es lo que hace famoso a los actores. Deberían estar felices por algo tan maravilloso. Desafortunadamente las productoras son de la torpe idea de que todos los ciudadanos que lucran con las copias ganan lo que ellas. Si venden piratería, es más rentable la película. 
   Ahora pasemos al tema de por qué son pocas las películas mexicanas las que proyectan en las salas de cine. Podemos categorizar esto en partes: 
   1. Son bastante malas. La última película que tuvo un enorme éxito fue No se aceptan devoluciones (2013) y Nosotros los nobles (2013). Cintas que verdaderamente son nada a comparación de una del Indio Fernández. 
   2. La gente se ha vuelto poco crítica, si es que alguna vez lo fue. Pide películas simples, que no hagan pensar al espectador, algo para pasar el rato. 
   Yo digo que sí, el cine, como la literatura, sirve para entretener. Entrar al cine, elegir la película que quieres ver, luego decidir en cuál asiento sentarte. Todo es parte de un ritual para pasar un rato agradable. Y no sólo es placentero, si el film es bueno, incluso puede cambiar tu percepción de ver el mundo. Y eso nos lleva al tercer punto. 
   3. Las películas mexicanas se han convertido en algo reciclable. Uno ve una película donde sale la hija de Eugenio Derbez, luego ve una de Cantinflas. Una es más graciosa que otra, para empezar, y sabemos que no es la de Derbez. La de Cantinflas tiene mayor profundidad en su argumento, en sus tomas fotográficas y en la actuación. Uno no olvida tan fácilmente una cinta donde sale Mario Moreno, pero en cuanto uno ve algo como lo que se proyecta hoy en día, es un hecho que se olvidan de inmediato. 
   4. Los que hacen las buenas películas son censurados, por qué, se ha de preguntar, porque no son fiables para el sistema cultural en el que estamos envueltos. Durante mucho tiempo estuvo censurada la película de Julio Bracho La Sombra del Caudillo, adaptada a la novela de Martín Luis Guzmán. Eso fue en el año de 1960; cuando Echeverría estuvo sentado en la silla presidencial negó rotundamente que esa película se proyectara; hasta que en el gobierno de Salinas de Gortari se permitió. 
   Otro ejemplo es La Dictadura Perfecta de Luis Estrada (2014), donde critica fuertemente a las televisoras sobre cómo colocaron a un individuo cualquiera a la presidencia, añadiendo los comentarios estúpidos del presidente que hacía cada vez que salía en televisión, y cómo Televisa hacía hasta lo imposible para que nadie se diera cuenta de la gravedad de las circunstancias. Esta película fue censurada, la pasaron una semana, si acaso dos, y me arriesgo. Pero a Luis Estrada se la jugaron feo: le dieron el dinero de la producción, cuando terminó su film, le dicen que ese dinero ya necesita regresarlo, que a ver cómo le hace. 


2. Las productoras grandes no le pierden 
Con los hechos que hemos tomado en cuenta uno se pregunta, entonces cómo hay tanta producción de cine. Pues hay muchas productoras independientes que difícilmente se conocen, y sus películas sólo las pasan en cinetecas o festivales. Ya que las productoras grandes no le van a apostar a cosas que los hagan perder, pero a la vez tienen razón, no hay nada que valga la pena, a mi parecer. Y aunque las hubiera, no hay manera de que le apuesten. Además los directores ya saben qué es lo que necesitan las productoras, y ponen la propuesta en la mesa y les cumplen el deseo de grabar su film. Es como el conocido caso de escribir narconovelas porque es lo que se vende, en lugar de arriesgarse y crear algo innovador, algo de lo que verdaderamente vale la pena hablar. 
   Las productoras nunca van a perder dinero, porque lo que hacen es grabar películas simples, sin contenido, y proyectarlas en el cine. La gente va a verlas, le entretienen pero no le llenan. Y es una fórmula que se repite, no sólo en México, también en Hollywood. 
   ¿Qué hacer, entonces? Uno como espectador debería exigir, aspirar a ver algo bueno. ¿Cómo? Ahí está el detalle, Chato, porque el cine no te educa para eso, te educa para ver porquerías que duran sus ciento veinte minutos, a veces más, otras veces menos. Las productoras conocen el hecho de que si proyectan películas de Buñuel, Ingmar Bergman, Kurosawa, Tarkovki, etc. los espectadores quedarán asombrados ante el mundo cinematográfico que se están perdiendo y van a pensar. Van a tener criterio, van a descubrir que son seres pensantes con juicio. 
   Entonces ¿qué le conviene más al gobierno?, ¿qué piensen o que no? Mientras ellos suben la gasolina de precio, los ciudadanos vamos a ver cine estúpido; mientras los políticos se van a desayunar y comprar ropa a París, nosotros leemos reseñas sobre películas malas en alguna parte. Que la gente no piense ni vea lo que sucede, que las productoras se encarguen de ello. 
   Así que es de nuestra parte informarnos, ver buen cine, ante todo eso, ver buen cine y ser críticos ante las circunstancias que nos rodean. No hay que decir que los mexicanos le damos la espalda al cine, es que el mismo sistema nos voltea para que no veamos. Nos tapa los ojos y nos enseña otra cosa.


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