La realidad arruina las cosas. Seis poemas de Jorge Andrés Garavito Cárdenas


Todos los dentistas provienen de mis pesadillas

Ven,
no tengas piedad
arráncame la boca
que ya no la necesito

En alguna de estas podridas muelas
debe estar enquistado el dolor
y estoy harto
de hablar con su hedor cansino

Ven, rápido
sin anestesia
arráncame la boca
y devuélveme la paz
—el silencio—
el descanso de los mudos.

(Del libro Los Odontólogos del horror)


Estómago, no seas dictador

Ay estómago, no seas dictador
        Deja que el hambre me alimente un tiempo
Mira que su rabia ardiente me ha dejado andar
        De una manera tan certera tan certera
Que ya ni pregunto el camino.

Ay estómago, te lo digo en serio,
Tal vez mañana te sacies,
        Aprende a esperar.
Tal vez mañana te sacies,
Pero déjame hoy
Que yo me siento vacío también,
Pero solo del sendero quiero el alimento.

Estómago no seas dictador
            No te impongas así
Con ese ardor y filo tan arrogante;
Aprende de Hambre
Que en esa mística incógnita
En ese silencio ruidoso
                    Hoy es un lenguaje
Que conecta ese continente
                    De los que mañana lograremos levantarnos
Por todos los que ayer,
sumisos,
la parlaron dominados,
Y tú ya lo sabes
                    A ella,
                    nuestra Hambre,
                    no hay alimento que la sacie.

(Del plaquette HAMBRE: prohíban el hambre, es alucinógena)


X Files: Mulder y Scully nunca escribieron poesía

Me pongo a escribir con la misma sensación con la que miro una noche estrellada
O una maratón de los X Files

Escribir para que los alien se reconozcan
Me identifiquen
Y me saquen de aquí

Quiero creer
Hacer una poesía alien
Un lenguaje ritual
Extraterrestre
Oración al cielo más allá del cielo.

La ficción como la posibilidad De hacer reales las mentiras
El lamento del que entiende La terrible verdad
La siempre falsa esperanza

Escribo en un lenguaje alien
Extraterrestre
Quinta columna alienígena
Preparando la invasión de los que habitan más allá del cielo
Subvertir la pedante realidad Con el orgullo arrogante de los que habitamos fantasía
En la mentira nos atrincheramos Los de la guerrilla del lenguaje.
***
Quiero creer
Me gusta mirar al cielo de noche
Quiero creer
La noche despejada
Como un gran abismo cristalino
Mirar al cielo con fervor religioso
Y desear la feroz invasión
—añorado apocalipsis—
Que lo cambie de una vez todo
O que esta vez
Mi acostumbrada derrota
Permita irme con ellos
Y
Nunca volver

Humanidad
Entiéndelo
No deseamos igual
Ser extraterrestre tiene que ver más con los deseos
—o algo así—

(De la plaquette Ansiado cometa, llega ya)


La realidad arruina las cosas

Soñé que el Atlético Bucaramanga
ganaba una copa
pero desperté
y como siempre
la realidad
arruina las cosas

Era lindo ver cómo
        algo destinado al fracaso
obtenía una victoria

Como verme al espejo
con los ojos de la ilusa de mi madre

o
volver a la época
en que
        disminuía
            el chorro de sangre
que alimenta al Moloch que nos gobierna.

Escribo esto
en el día 19
de las 19 masacres seguidas
(una por día)
que registran los noticieros.

Escribo esto
y solo por la cuarentena estricta
el AB no ha vuelto a perder
Escribo esto
justo después de abrir por accidente
la cámara frontal del teléfono
No,
no soy mi madre

como siempre
la realidad arruina las cosas.

(De la plaquette Ansiado cometa, llega ya)


Sean todos poetas

Sean todos poetas.
No dejen que otros
Les narren sus mundos.
Escriban su propia biblia.
En la mía Cristo muere degollado,
Y entonces todos cargan navajas en el pecho,
Como símbolos sagrados.

Y apuñalar,
Y atracar,
Y suicidarse,
Tiene ahora
Un halo de divino.

Santa patecabra bendita.

Háganle,
Sean todos poetas.
Fundemos una guerrilla,
Armada de lenguaje,
Y cambiemos esta porquería de mundo.

Mira, qué hermoso cuchillo el de esa iglesia.
Hazte el símbolo del chuzo cuando pases por el frente m’ijo.

(De la plaquette Esta máquina mata fascistas)


Poema de la calle

Recoges ese poema de la calle
Y lo lanzas con rabia
Como una piedra contra el silencio arrogante
Que lo recibe con su armadura negra de escudos y macanas
Con su terrorífica tanqueta impenetrable
Y luego corres para protegerte
De sus balas
Sus granadas
Sus lacrimógenos.
No, tú no quieres llorar.
¿Para qué lo haces?
¿Qué puede tu pequeña piedra?
Tu sutil poema

¿Contra ese estridente silencio de motosierras aclamadas?
Levantas tu cara ardiente y con rechinar de dientes
Respondes:
“Pues para que sepan que no me intimidan.
No me importa perder;
Yo escribo para morir peleando”.

*

Y te descubrirás corriendo
Entre la senda de la sangre,
Preguntando la palpitante raíz:
El hambre.
Tus ojos reflejarán la muerte de la tarde
Y estarás hueco
Como el cuerpo que el maremoto desbordó:
La úlcera.
Cuando seas estómago
Tendrán que dominarte.

(De la plaquette Esta máquina mata fascistas)


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Jorge Andrés Garavito Cárdenas (Bucaramanga, Santander, Colombia, 1987), casi historiador y graduado de literatura de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente reside en la ciudad de Bogotá, y es fundador de la librería Cinicoteca. Textos suyos han aparecido en varias publicaciones digitales como impresas (Cambios y permanencias, Permutante, Sombralarga, entre otras). Ha participado en varios festivales y recitales a lo largo de su carrera, así como ha sido participante y fundador de diferentes colectivos literarios y editoriales. Ha publicado los siguientes plaquettes: Prohíban el hambre, es alucinógena (2012), El laberinto de espejos sangrantes (2015), Un caballo blanco galopa dentro de casa (2015), Es mejor irse antes de que te echen (2018), Es normal querer quemarlo todo (2018), Carta del suicidio fallido de León (2019), Sobre robar bancos y escribir poesía (2019), Novena satánico Poética (2019). También ha escrito dos novelas cortas: A la sombra de Moloch (2012), Ojos de perro Moribundo (2018). Actualmente trabaja en su tercera novela y en otros plaquettes de poesía de próxima publicación con su proyecto editorial Cínica.

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