Todo parecía normal

Alfredo Castellanos


Yo intuía que todo podía terminar mal, pero no así. Era la década de los ochenta y cursábamos el bachillerato en físico-matemáticas. Nos inscribimos cincuenta y dos alumnos y, al pasar uno y otro semestre, el grupo se iba reduciendo. Él siempre fue estudiante modelo, yo no he conocido a otro compañero que en toda su preparación académica consiguiera puro diez “limpio”. El interés en él se afianzó desde que, en primer y segundo semestre, tuvimos a un profesor de matemáticas que en vez de darnos clases, viajábamos por su vida marital tormentosa. Entonces, otros y yo echábamos mano de nuestro inteligente amigo para que nos instruyera sobre la materia en la biblioteca de la escuela. Lo hacía tan fácil aduciendo que las matemáticas eran un poema, que solo había que dejarse llevar por su música. Entre tantos números y ecuaciones, decretaba que todo tiene un peso y una medida, decía: “…por ejemplo: cuánta distancia hay de aquí a la luna, cuántos kilos pesa cada uno de ustedes, cuánto miden de estatura”. Afirmaba que la vida no era más que una suma y resta de quebrados, que seguramente todas nuestras acciones tienen un número que al pasar el tiempo de nuestra existencia se van computando y que, al final solo queda el cociente. Que el tipo de muerte de cualquier persona era directamente proporcional a sus hechos. Según él, en esos momentos le ocupaba la elaboración de un modelo matemático sobre el cómo asignar valor a todas las acciones del ser humano, y así lograr ubicarnos en el espacio socio-temporal de acuerdo a nuestro peso específico.

Después de aquellas monodisertaciones, nosotros, apenas con las pocas lecturas que nos acusaban, no hacíamos más que rumiar esas potentes ideas. A pesar de su brillantez, había algo en él que lo hacía raro, entre otras cosas, nunca fue anfitrión. Cuando lo buscamos salía rápidamente a la puerta cerrándonos el paso. Siempre impecable y bien peinado, rallaba en la obsesión por la limpieza y el orden tanto que, cuando permanecía sentado, continuamente alisaba la raya de sus pantalones impecablemente planchados o limpiaba con una servilleta de papel sus zapatos lustrosos.

En esa estancia escolar se enamoró perdidamente de una chica regordeta y desaliñada, quien pasó a ser la mujer más bella del mundo, el peso y las medidas excedidas de la muchacha francamente le valieron madres. Al paso de tres semestres nos comentó que ya eran novios. A nosotros nos alegró la noticia pues era su mujer soñada, o eso parecía.

Salimos del bachillerato solo diecisiete alumnos gracias a él. La plática obligada era el destino de universidad que debíamos tomar para lograr el anhelo de ser profesionistas. Se enroló en el partido comunista de nuestro país al buscar una beca universitaria. La moneda de cambio, su activismo político. Su intención era Europa, por lo que se dedicó a ir y venir a las oficinas centrales del partido, así como a las embajadas respectivas buscando ese fin. El bloque comunista de Europa del Este lo aceptó con destino a su Universidad de Transilvania de Brasov en Rumania.

Tras el anuncio hicimos gran fiesta, pero a ésta ya no acudió su novia. Estuvo retraído sin casi cruzar palabra, solo nos comentó que habían terminado por motivos de ese viaje. Nunca más supimos del paradero de la regordeta más bella del mundo, y nosotros en ese entonces no leíamos noticias. La plática fluyó en torno a que no todos nos quedaríamos en la universidad estatal.

Pasaron tres años y al saber que vendría de Rumania convocamos a una reunión para platicar de nuestras experiencias universitarias. Empezó con un soliloquio sobre matemáticas y que ingresaría a un laboratorio de bio-física para realizar algunos experimentos ahora sobre la célula. Su permanente intención era llegar a publicar sus investigaciones en alguna revista de corte científico.

Yo en ese momento lo vi delgado, su piel lucía transparente de un tono azulado. En algunas ocasiones nos llegó a decir que la razón de su semblante era porque durante el día estudiaba sin cesar y solo por las noches comía un poco, dada su obsesión, a nosotros nos pareció normal. Otras veces, se justificaba diciendo que padecía de un cuadro severo de dermatitis aguda. Con respecto al tema de mujeres nos comentó que hasta el momento había tenido cinco novias, pero que a la única que genuinamente extrañaba era a Raluca, una compañera quien compartía sus aspiraciones sobre la prolongación de la vida en el ser humano.

Ella vivía con sus padres en un castillejo en la región de los montes Cárpatos. Platicó que avanzada la relación, hizo saber a los padres de Raluca sobre su propósito de traerla a vivir a América. Todo se frustró tras la velada ofensa que recibió cuando el padre de la chica solo le preguntó sobre su ascendencia y origen. Aunque esa familia era venida a menos, en un salón de aquel antiguo lugar, lucían en todo lo alto de un muro una serie de cuadros pintados al óleo en los que se retrataban a sus medievales y nobles parientes.

Cuando trató con dificultad y atragantado de responder a aquella pregunta, sus labios expulsaron apenas en susurro el nombre de sus padres y con trabajo el de sus abuelos. A partir de ahí, vio que su castillo mental de naipes se desmoronaba. Después de aquella “vejación” y ya sin novia, sus pasos veraniegos fueron a Ucrania, Eslovaquia, Hungría y Polonia sosteniéndose económicamente como camarero limpio y ordenado. Aparecía y desaparecía de esos países sin regresar.

Al transcurrir de nueve años, conocimos su título de doctor. Empezó en la investigación científica y la docencia en la Universidad Nacional de la capital del país, además, de sostener la firme intención de montar su propio laboratorio para llevar con secrecía los experimentos que le ocupaban. Continuaba también con el reiterado objeto de publicar artículos en la revista Science.

En las últimas reuniones que sostuvimos, nos exigía que fueran a partir de oscurecer, decía que a las tres de la mañana se apreciaba un cielo estrellado excepcional que lo inspiraba para sus experimentos. Cada vez se mostraba más escuálido y enclenque y con menos pelo. Defendía que, aun ese aspecto personal, nunca le faltaba la compañía de alguna mujer que compartiera sus inquietudes. La última vez que departimos, platicó sobre los movimientos reflejos que causa la electricidad en cuerpos inertes o traumatizados, también, sobre su recurrente estudio de la prolongación de la vida que, gracias a la sabía utilización del plasma que contiene la sangre, se podría lograr. Hablaba pausado, hacía silencios calculando el esfuerzo del movimiento de sus manos y brazos, mientras limpiaba obsesivamente a contraluz el vaso que ocuparía con su gaseosa.

Apenas antier uno de los integrantes de este grupo de amigos de antaño nos convocó urgentemente para mostrarnos una publicación. Llegó perturbado al lugar, con las manos temblorosas y los ojos bien redondos, sacó de la bolsa interior de su chamarra un tabloide de mala muerte.

En su portada principal se apreciaba una fotografía de un laboratorio oscuro. En ella y en primer plano, nuestro amigo perfectamente erguido, con el rostro rejuvenecido y con más cabello en su cabeza. Su cara dibujaba una leve sonrisa triunfal. De su boca escurría sangre y de sus manos también.


©Nicolás Franco, "Lonesome encounter with melancholic corpses (II)", 2011, cuatro impresiones digitales duraderas, 150 x 200 cm. Edición de 2 + 1PA.


_____________
Alfredo Castellanos (México, D.F., 1964). Estudió arquitectura en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM Azcapotzalco). Ha pertenecido al Taller de Creación y Crítica Literaria con los maestros Juan José Macías y Juan Manuel Bonilla Soto; de Escritura Creativa con el maestro Gustavo Vázquez. Constructor, promotor y gestor cultural. Guionista y productor de ORIGOMÉXICO. Autor de Acercamiento a la Historia del Ejido en Fresnillo (ensayo histórico), del Libro de las Anticipaciones (poemario) y del libro de cuentos (en publicación) Relatos Verdaderos. Le han publicado poesía en revistas y suplementos culturales como Inmersa, Ágora, Funes y el Periódico de escritores de Yucatán.

Comentarios

¿SE TE PASÓ ALGUNA PUBLICACIÓN? ¡AQUÍ PUEDES VERLAS!