Aprender a caer: seis poemas de Omar Collazo


Lo mío es una malformación congénita
/ nací / con las alas en la boca…


*
para alguien como yo
cualquier charco significa el mar

cualquier salto es
                                vuelo
cualquier luz
                                el sol

cualquiersonidoesminombreparaalguiencomoyo

cualquier cosa es compañía
cualquier lugar es hogar
cualquier contacto es amor


*
Todos los oídos son inmunes a mis versos.
Dios mismo se burla cada vez que rezo.

Callar,
        le da más sentido a mis palabras,
que nacen y mueren en su propia tumba.

                                Mi boca:
fosa común de mis poemas.


*
Anónimo

No respondo a nombre alguno.

Si pasan lista,
no se le suman faltas a mi ausencia.
No estoy
                                presente.

De los 365 días, ninguno es mi cumpleaños.
No hay hora marcada que anuncie mi luz.
Cero.

Todas las sillas de la mesa están ocupadas.
Me quedo parado,
no alcanza la comida.
                                No tengo hambre.

La ropa no me queda.
Mis pies no encajan en ningún zapato.
No doy la talla.
.
El espejo no se ocupa en reflejar algo de mí.
¿Qué hay de mí?
                                Inmaterial.

Me resulta imposible atravesarme
en la mirada de alguien.
Me siento más invisible que nunca.
Incorpóreo.

¿Desde cuándo se puede sentir la invisibilidad?
Los sentimientos son invisibles.
                                Lo siento.
Ni una gota de lluvia me moja.
El viento me saca la vuelta,
ni me roza.
El suelo rechaza mi sombra
Des                             humano.

Grito, como último recurso
antes de pasar a ser más nada,
(si es que se puede más).

Olvido que todos los oídos son inmunes
a cualquier sonido emitido por
la insignificancia que represento.
Inaudible.
Inaudito.

Me refugio, entonces, en el silencio,
en lo ilusorio, en lo vano.
Me contengo en cualquier verbo intransitivo,
en las cinco letras de la palabra “nadie”,
en el “no ser”.

                                No soy.


*
Voy a quitarme la vida;
la colgaré en el tendedero.
                                Esperaré
como siempre espero,
hasta que el sol
le seque todas las lágrimas…


*
me lo pregunto a diario
cuando con el nuevo día
preciso inventar un nuevo canto

¿soy la jaula o soy el pájaro?
¿soy el hogar que añora una ausencia
o soy el ave que anhela otra celda?

¿y si solo soy un hueco en un pecho
dentro de otro pecho hueco
con infinita sucesión
sin forma de jaula o de pájaro
sin canto y sin encanto
o una caja de rejas estrecha
en la que no distingo
qué hay adentro y qué hay afuera?

¿soy la jaula o soy el pájaro?
¿en cuál de los dos está la libertad
en las alas del ave cautiva
que solo sueña con la huida
acaso en la puerta de par en par
que me invita a resignarme o a volar?

¿soy el pájaro con una jaula en mis adentros
que encierra un canto y un deseo
por conocer los cielos?
¿soy la jaula con un pájaro en mi interior
que quiere ser nido y refugio
sin embargo, es infierno?

¿si no canto ni vuelo dejaré de ser ave
si me abro, dejaré de ser jaula
si me arranco las plumas o los barrotes
en qué me convertiré
me quedarán cicatrices?

¿soy la jaula o soy el pájaro
el prisionero o la prisión
soy el hogar o el habitado
la estancia o la distancia?

¿soy el que quiere ser libre y largarse
o el que libremente decide quedarse?


*
Tus silencios se volvieron
flores en primavera…

Llené varios jarrones
con ellas
            decoré toda la casa.

Me hice una corona
y llevé Peonias
a la tumba de lo nuestro.

Voy abrir una florería
y le pondré tu nombre.


Poemas incluidos en Aprender a caer.
Lo puedes conseguir: https://www.facebook.com/ediciones.elviaje




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Omar Collazo (Aguascalientes, 1990). Poeta autodidacta, licenciado en Psicología, Bailarín de Danza Folklórica Mexicana y estudiante de teatro. Autor de Todos merecemos el infierno (poesía, 2014) y de Aprender a caer (poesía, Ediciones El Viaje, 2022). Ha colaborado en Letrambulantes (cuento, 2020).

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