La utopía como base de la educación. Sobre "Pedagogía de los sueños posibles" de Paulo Freire

Ezequiel Carlos Campos

es imposible existir sin sueños.
Paulo Freire


Si existiera la justicia en el mundo, todas las cosas que conocemos serían distintas. Entre los objetos está la educación, la manera en que los niños aprenden a vivir y convivir en su cotidianidad, su entorno, aprehendiendo los conocimientos que están a su alcance. Esta idea de existencia es la que Paulo Freire, en su libro Pedagogía de los sueños posibles (Siglo XXI, 2016), intenta retomar y mostrar al lector, identificando este concepto de mundo con los sueños, con algo que está más allá de nuestra posición real en el mundo, una educación con base en la utopía, en donde la existencia es concebida como la experiencia humana que abre a hombres y mujeres “a la conciencia de la comprensión de su presencia ‘interferidora’ en el mundo, después de haber interferido en él en la práctica” (Freire: 15), señala Ana María Araújo Freire en la presentación del libro.

Paulo Freire nos invita a soñar y luchar en esta existencia, cuyo papel debe ser clave al momento de que nosotros denunciemos las injusticias, la indignación ante los malos momentos que se viven; asimismo, el pedagogo brasileño exhorta al amor, que nosotros, como seres pensantes, encontremos las herramientas para encontrar lo bello en el mundo mediante la cooperación, el diálogo y el respeto, sentimientos que desarrollan lo que el autor llama los sueños colectivamente soñados, pero ¿toda la comunidad, en este caso educativa, está preparada para esos anhelos?, ¿se puede buscar, encontrar o hacer un mundo mejor del que vivimos?, ¿no son los sueños meramente sueños, materia onírica que solo está en la mente, sin materializarse? Freire, en su afán utópico al momento de explicar su ideal, expone que debemos “soñar sueños posibles. A osar hacer posibles los sueños imposibles de hoy” (Freire: 16), pero ¿cuáles son esos sueños posibles de hoy? Cuestión que el autor irá trabajando en los distintos textos compilados en Pedagogía de los sueños posibles, antología que se divide en tres partes, la primera conjunta sus testimonios y ensayos; la segunda entrevistas y la última recopila algunas cartas. En conjunto, los textos abordan el tema de la educación desde distintas variantes no solo en los géneros, sino en distintos momentos de su vida, conociendo en general su concepción de educación en un mundo globalizado, donde el sistema político, la pobreza, la falta de oportunidades y la escasez educativa en su país natal (Brasil) contextualiza al lector de este libro en aspectos sumamente normales en el continente americano, porque lo que retrata el brasileño existe en los demás países hispanoamericanos.

A grandes rasgos, la pedagogía freireana encierra en sí misma la posibilidad de superar las prácticas de la educación tradicional, en cuyos preceptos no se valora a cada alumno como individuo, ya que la educación es un arte y el docente el artesano que moldea al alumno, tomando a la memoria como parte más importante de la tarea en la educación, orientándose en la actitud de que la no posibilidad, los sueños, la utopía, se contraponen con los valores meramente educativos. La idea pedagógica del brasileño se enfoca en “la constitución de una actitud crítica de formación que concibe la distancia entre lo soñado y lo realizado como un espacio a ser ocupado por el acto creador, considerando que asumir colectivamente ese espacio de creación abre posibilidades para consolidar propuestas transformadoras e inmediatamente viables” (Freire: 39), aspectos que se perciben en la primea parte de Pedagogía de los sueños posibles, en donde se indica que es imposible existir sin sueños, en un mundo progresista, espacio en que el docente debe denunciar la opresión del sistema, momento de la historia cuando las ideologías y la lucha de clases sociales son un cero a la izquierda; de esa manera Paulo Freire se pregunta cómo se pueden aceptar estos discursos neoliberales y mantener los sueños: “Una manera de hacerlo, creo yo, es despertar la conciencia política de los educadores” (Freire: 43).

Ver que no hay una transformación social sin educación, sin los sueños, sería un mundo sin innovación, el educador debe estar preparado ideológica, espiritual, política y socialmente para enfrentarse a quien pone las cadenas. Esta visión progresista de Freire me ha puesto a pensar en mis ideales del mundo, concuerdo en que vivimos en una sociedad con derechos humanos ambiguos, momento en que la educación pasó a un segundo plano en los planes del Estado, algo que Freire denuncia en sus textos y sigue pasando en la actualidad: el recurso de la educación es mínimo, los salarios de los docentes alcanzan a penas para su supervivencia y el alumnado se sostiene con las uñas para no dejar el estudio.

En esta primera parte de testimonios y ensayos, Paulo Freire se enfoca en el acto cognoscente de la educación, readmirando la educación como un quehacer de los hombres que ocurre en el dominio de la historia y la cultura; el brasileño ve, también, la historia como posibilidad, momento en que los desafíos de la educación se agrandan y se deben resolver en un futuro cercano, porque la educación es un empoderamiento y una liberación, incluso un acto político y estético porque “Nosotros [los docentes] hacemos arte y política cuando contribuimos a la formación de los estudiantes, lo sepamos o no” (Freire: 65).

Asimismo, en la segunda parte, algunas entrevistas, encontramos las confesiones de Freire como educador, descubriendo sus aspectos básicos de su pedagogía, como la “escuela alegre”, escuela cuidadosa que trabaja de manera crítica la disciplina intelectual del alumnado, con la estimulación y el desafío que es el compromiso de la búsqueda del conocimiento, métodos que se han vuelto importantes a nivel mundial por escuelas que buscan la progresividad; en esas entrevistas vemos a un Freire que se desnuda ante sus lectores, contando los intereses primarios por la pedagogía, sus ideologías con la política y la religión. No está de más señalar sus estrategias para la construcción de una escuela democrática en el sistema de educación pública, afirmando que “La educación que se vive en la escuela no es la llave de las transformaciones de mundo, pero las transformaciones implican educación […] la fortaleza de la educación está en su debilidad; como no lo puede todo, puede algo. Algo históricamente posible ahora, o posible el día de mañana” (Freire: 85-86); en sus entrevistas, Paulo Freire también hace una revisión a su libro Pedagogía del oprimido tres décadas después, cuyos análisis han variado en el transcurso del tiempo por el cambio social, pero sin perderse el mensaje de dejar una misión de lucha de manera crítica, radical y optimista a quienes se dedican a la formación educativa.

Cabe señala que, en el último apartado, el enfocado a las cartas, percibimos a un autor más personal, que da a conocer los sentimientos hacia sus seres queridos que ya no están con él en su lucha, recuerdos nostálgicos incluso hacia su ciudad natal, sus años de aprendizaje de los conocimientos del mundo, como el amor y los sueños, además de sus viajes por el continente para promover sus ideales educativos y el problema que lo llevó al exilio.

Con la idea de necesitar “con urgencia reavivar nuestra capacidad ontológica de soñar, de proyectar en el futuro más cercano posible días de paz, equidad y solidaridad” (Freire: 27) conformamos el quehacer de Freire como pedagogo. Concuerdo con él, porque los sueños son materia que, si se tienen las herramientas humanas, se convierten en realidad; los sueños no son como las palabras, no se materializan al momento de nombrarlos, requieren su concepción, identificación, retenerlos en la memoria para el recuerdo, después convertirlo en anhelo —ya decía Freud que los sueños son anhelos— y queda la búsqueda, como héroes literarios, porque soñar los sueños son horizontes de posibilidad.

Paulo Freire, Pedagogía de los sueños posibles. Por qué docentes y alumnos necesitan reinventarse en cada momento de la historia, Siglo XXI, México, 2016.


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Ezequiel Carlos Campos (Fresnillo, Zacatecas, 1994). Licenciado en Letras y estudiante de la Maestría en Competencia Lingüística y Literaria, ambas en la UAZ. Ha publicado en distintos medios impresos y virtuales de México, Colombia, Ecuador, El Salvador, Chile, Argentina, Venezuela, Perú, España y Francia. Dirige la revista virtual El Guardatextos (www.elguardatextos.com). Es autor de los poemarios El beso aquel de la memoria, El infierno no tiene demonios, El instante es perpetuo, Crónica del desagüe y Exilium. Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, inglés, italiano y otomí. Premio Estatal de la Juventud 2019 en la categoría de Talento Joven/Literatura.

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