Chalino: la violencia y el descaro

Citlaly Aguilar


1.
Los que atienden en la gasolinera, en el drive thru, en el autolavado e incluso en el Oxxo, se me quedan viendo con ojos de plato cuando llego a los establecimientos escuchando a Chalino Sánchez. Mi Spotify ha reproducido sus canciones desde hace unos meses, supuestamente debido a que hay similitudes con otros cantantes que escucho. Yo pienso que es una invitación a oírlo más atentamente.

Sea como fuere, la voz de este cantante sinaloense me ha hecho objeto de miradas de suspicacia en cualquier lugar al que voy, pero sigo escuchándolo no por eso, sino porque me hace sentir cosas y conectarlo con insospechadas personas y circunstancias.

2.
En el programa What's in your bag, de la disquera Amoeba, hay un capítulo en el que aparece Ariel Pink, un músico californiano medio excéntrico, del que me gustan algunas de las cosas que hace precisamente por eso, por raro, aunque a veces también creo que se esfuerza demasiado... El programa consiste en que los invitados deben elegir y explicar sus discos favoritos. Así que, entre las elecciones de Ariel Pink, resalta un vinilo de Chalino Sánchez, del que expone que le gusta porque tiene una voz ruda y dolorosa, y cuenta que, según eso, acá en México mataron a una de las hermanas Sánchez, razón por la que el cantante emprendió una venganza, en la que al parecer mató o se metió en problemas con cierta gente y luego huyó a Estados Unidos. Allá, principalmente en California, se convirtió en un famoso cantante de corridos. Según Ariel Pink, en un concierto incluso se armó una balacera, pues, al parecer, sus enemigos lo siguieron hasta allá.

Se ha corrido de boca en boca que en pleno concierto le llegó alguna vez una nota en la que le avisaron que lo matarían esa misma noche. Hay un video en YouTube que supuestamente es de ese momento, en el que luego de leer un papelito unas gotas de sudor le resbalan por la frente a Chalino, quien la retira con uno de sus dedos, y sigue cantando “Alma enamorada”, no sin que sea evidente cierto gesto de estupefacción... En parte, gracias a esta historia, se ha convertido, pese a lo desafortunado de la situación, en una leyenda.

3.
Aunque Ariel Pink dice que sus canciones, en general, tratan sobre muerte, pistolas y drogas, hay también algunas que son sumamente tiernas, por ejemplo “Prenda del alma”. Aunque esta composición no es de su autoría y fue interpretada en un inicio por Los Alegres de Terán, la producción de don Chalino hizo algunos ajustes. El primer estribillo, que originalmente decía:

“¿Cómo quitar la esencia
de las flores?
¿cómo quitarle al viento
la armonía?
¿cómo negar
que te amo, vida mía?
¿cómo borrar de mi alma esta pasión?”

Fue suprimido y, en ambas vueltas, el cantante de corridos sólo recita:

“¿Cómo quitarle el brillo
a las estrellas?
¿cómo impedir que corra
el ancho río?
¿cómo negar
que sufre el pecho mío?
¿cómo borrar de mi alma esta pasión?”

Mi teoría al respecto es que en estos segundos versos del coro se eliminan las abstracciones, es decir, quedan imágenes más concretas, lo cual me parece una atinada elección. Además de que el cantante hace especial énfasis en las rimas “río / mío”. He escuchado demasiadas veces la canción como para casi asegurar que hay momentos en los que pronuncia “riyo / miyo”, lo cual me parece una apología del lenguaje oral de muchas comunidades mexicanas.

Al revisar el tema de la lírica en mi trabajo como maestra de literatura, les puse esta canción a mis alumnos de prepa, quienes se asombraron de que en los versos: “Mi bien de que me olvides / tengo miedo / mi corazón / me dice ya no puedo”, se haga rimar un sustantivo, “miedo”, con un verbo, “puedo”, esto debido a que días antes, cuando intentaron crear un soneto, ellos solo pudieron hacer rimas con verbos en infinitivo o gerundios, que es la manera más fácil, en la que caen la mayoría de los compositores de música comercial en México.

“Prenda del alma” es una de las canciones populares que más me gustan. Junto con “El sauce y la palma”, que ofrece hermosísimas imágenes bucólicas, y “La lámpara”, que es de las pocas que tienen un estribillo con rimas esdrújulas, me parecen de las composiciones de mejor hechura poética.

4.
Chalino Sánchez es sólo una pieza de la larga fila de hombres que se dedican a cantar con un sonido grave de voz. Antonio Aguilar tiene también ese tono pastoso y remilgoso en sus discos con banda. Lo he escuchado desde que era niña, porque siempre hallé algo fascinante en que tuviera mi apellido, además de que mi abuelo paterno se llamaba exactamente igual, razón por la que Pepe es conocido en la familia como el tío, y Ángela, la prima. Don Antonio, quien tuvo formación de tenor, hacia el final de su vida se decantó por los corridos y la banda, géneros en los que tuvo el gusto del público por su desfachatez al quejarse de las mujeres. Escucharlo es como oír hablar a un macho agreste.

Con ese mismo acento y en esa misma línea, pero más cercano a nuestros tiempos, Valentín “El Gallo” Elizalde es de las más voces más reconocidas de los corridos en nuestro país y en Estados Unidos. Con una suerte parecida a la de Chalino Sánchez, el 25 de noviembre de 2006 Elizalde fue asesinado en Reynosa, Tamaulipas, tiempos en los que iniciaba apenas la denominada guerra contra el narco, declarada por el presidente Felipe Calderón, como una manera de eximirse luego de una justa electoral turbia. Jesús Baldenea relata que: “eran las 01:00 horas, cuando ‘El Gallo de oro’ se preparaba para salir del recinto (en el que se había presentado) acompañado de su representante Mario Mendoza, su chofer Reynaldo Ballesteros y su primo ‘Tano’ Elizalde cuando a escasos 100 metros de recorrido fueron interceptados por personas armadas”.

Según Baldenea “el motivo de la privación de la vida sería el interpretar la canción ‘A mis enemigos’, debido a que estaba en una zona controlada por otro grupo criminal y no por el Cártel de Sinaloa. Le solicitaron que no cantara esa melodía pero hizo caso omiso e inició el concierto con dicho tema, debido a que era el favorito de muchos de sus fans”.

Estos sucesos han ligado con más insistencia a Elizalde con Sánchez, por los obvios parecidos entre sus muertes. Chalino, quien, valga decir, lleva mi segundo apellido, nació en 1960, en una comunidad de Culiacán, a la par que el Cártel de Sinaloa se estaba gestando. Según se lee en diversos portales de Internet, es posible que un miembro del Cártel haya violado a una hermana del cantante. Hay quienes afirman que Chalino mató al agresor, razón por la que huyó a Estados Unidos.

Se dice que durante un tiempo se dedicó a la venta de drogas y al coyotaje con su hermano Armando, quien luego fue hallado muerto en un hotel de Tijuana a mediados de los ochenta. Este evento es trascendente porque, además de que da cuenta de que la tragedia y la violencia eran parte de la vida del artista, también coincide con su estancia en una cárcel en dicho estado de la República, aunque Juan Carlos Ramírez-Pimienta, profesor e investigador de Literatura y Estudios Culturales de la Universidad Estatal de San Diego, dice que “he tratado de comprobar su estadía en la penitenciaría de Tijuana, pero es muy difícil. No he encontrado el nombre de Rosalino Sánchez entre ellos. Es muy común que la gente entre con un nombre falso”. Se cree que, a partir de esto, don Chalino comenzó a escribir corridos por encargo y poco a poco logró hacerse de cierta popularidad y grabó sus primeros demos.

La fama de este cantautor vino a partir de que, en 1992, en una presentación en Los Arcos, en Coachella, “un hombre del público, Edward Gallegos, se enfureció con el cantante por no interpretar ‘El gallo de Sinaloa’. Sacó una pistola y disparó. Chalino, que subía a los escenarios armado, también sacó su pistola. Comenzó la balacera. Murió una persona del público y varias resultaron heridas. Chalino fue hospitalizado por el impacto de las balas; y Gallegos, encarcelado”, según explica Rodrigo Soriano, quien indica que a partir de esto se dispararon las ventas de sus casetes.

No obstante, poco tiempo pudo disfrutar del éxito en vida, pues el 16 de mayo de ese mismo año dio su último concierto en su ciudad, en el Salón Bugambilias, donde leyó la nota de muerte. Al salir del lugar, el vehículo en el que se transportaba fue interceptado por un grupo armado en camionetas, cuyos tripulantes se presentaron como policías y dijeron que su comandante quería hablar con el compositor a solas, a lo que accedió el cantante para no poner en riesgo a sus acompañantes. Posterior a esto, unos campesinos hallaron el cuerpo de Chalino Sánchez en un canal de agua, en Culiacán. En algunos sitios de Internet se apunta que tenía muñecas y tobillos atados, así como los ojos vendados, que le habían disparado dos veces en la nuca, lo que, para muchos, es el sello del Cártel de Sinaloa.

Todo esto es relevante a la luz de que 2023 fue el año en que en todo el mundo se escucharon los corridos tumbados y bélicos, principalmente los interpretados por Peso Pluma, quien es, hasta ahora, uno de los cantantes mexicanos más escuchados en Spotify y que, en la línea sucesoria, bien puede ser ahora la voz más importante. Valga apuntar también que este joven de apenas 24 años, originario de Zapopan, canceló su concierto programado para el 14 de octubre de dicho año en Tijuana debido a que el 12 de septiembre aparecieron “narcomantas” en diferentes puntos de dicha ciudad, advirtiendo al cantante de que no se presentara en el Estadio Caliente.

Aunque sobre las letras de las canciones de estos cantantes aún hay mucho que debatir, puesto que son estas las que dan cuenta de la violencia en nuestro país, y que, como es evidente, también han sido las causantes de fatídicos desenlaces, creo que hay un valor más esencial y tangible en esta música: el humilde sonido del arcordeón, la tarola, las guitarras… el ritmo agresivo y acelerado de sus compases y la potencia de la voz que, por sí sola, es ya una herramienta musical, es decir, al escucharla sin fijar la atención en lo que dice, es un instrumento poderoso e incluso representativo de la sociedad mexicana hasta nuestros tiempos, pues reúne violencia y descaro.

En lo particular, cuando escucho este tipo de voces, rasposas, me es imposible no remitirme a los hogares patriarcales, que son la gran mayoría de los que hay en México. Ahí, en lo íntimo de las familias, el padre ejerce su dominio, y no sólo lo hace en su función de proveedor, sino también por medio del control sobre los demás miembros. Al menos la mayor parte de quienes componen mi generación crecimos bajo la tutela de un padre dominante, pero emocionalmente distante, quien ejercía su poder con violencia haciendo uso de su voz, que era como un tronido ante el que había que redimirse y obedecer.

Creo que este uso de las cuerdas vocales viene también de una necesidad histórica de poder, pues los mexicanos, luego de la conquista española, y posteriormente de la globalización burguesa estadunidense, han quedado rezagados en un grado bajo de valor en la escala de importancia cultural civilizatoria. La violencia ha sido un mecanismo del que los mexicanos se han valido para tratar de resarcir dicha condición, aunque irónicamente también ha conllevado el propio exterminio.

La voz de estos cantantes es una pequeña muestra de esa necesidad del macho mexicano de mostrarse poderoso ante otros, de hacerse oír, de demostrar valía. Y es fascinante escuchar ese tono embravecido en medio de la música, como un eterno aullido que convoca a la manada para mostrar su dominio. Más asombroso aún que esto siga funcionando en pleno siglo XXI con una crisis comunitaria y de valores encima. ¿Quién no se siente poderoso mientras canta un corrido en el que el intérprete dice ser el que todas las puede?

5.
Además de Ariel Pink, el también californiano Snoop Dog se dice admirador de Chalino. En abril de 2021, el rapero se grabó escuchando y cantando “Nieves de enero”. Es sabido que este hombre fue compañero de generación de Jenny y Lupillo Rivera (este último también puede ser incluido en la lista de cantantes con voz rasposa), en la Polytechnic High School de Long Beach.

Aunque para muchos pudiera resultar una conexión extraña, en realidad tiene mucha lógica. En Estados Unidos, en la década de 1980, luego de las políticas antidrogas de Ronald Reagan, replicadas por George Bush, que castigaban con más años de cárcel a los consumidores de crack que a los de cocaína, dado que los primeros solían ser afroamericanos, surgió el grupo de rap N.W.A. (Negros con actitud), que en el álbum Straight Outta Compton, describían la vida en los barrios bajos de Los Ángeles.

En ese contexto, David Foster Wallace y Mark Costello, con apenas 26 años de edad, escribieron Raperos ilustres: “El rapero es también un juglar europeo de la edad media, un granuja que actuaba por igual frente a reyes o toneleros, cantando siempre sobre sí mismo”, se explica en el libro, en el que siempre se destaca la actitud rebelde de los que encabezan este género musical, pues venían de la clase baja y más marginada. Cabe destacar que las letras de sus composiciones suelen aludir, abundantemente, al consumo y venta de drogas.

He ahí una fuerte conexión. No es de extrañar que actualmente los corridos de Chalino, como los tumbados, aludan a este tema de manera abierta y, sobre todo, que escandalicen a una sociedad, la mexicana, golpeada fuertemente por la violencia que ha dejado el narcotráfico en todo el territorio nacional, pero que es también una gran consumidora.

Hay una doble moral muy curiosa en esto. A una gran parte de los mexicanos les molesta la música popular que habla de misoginia, machismo, drogadicción y violencia, y generalmente es el mismo sector social en el que la misoginia, el machismo, la drogadicción y la violencia imperan. ¿Acaso lo que molesta es verse en ese reflejo? Considero que tiene que ver también con un malinchismo y clasismo persistente. Quienes rechazan los corridos de Chalino Sánchez o los de Peso Pluma generalmente enaltecen los raps de Snoop Dog y otros cantantes, aunque las letras traten de lo mismo y aunque todos, a su manera, han salido de los barrios olvidados de sus países y retratado una realidad incómoda.

6.
Hay un video en TikTok que fue grabado en una fiesta familiar. Se ven las mesas y sillas dispuestas alrededor de donde se encuentra el equipo de sonido bajo una carpa, el cual está destinado, al parecer, para el karaoke. Los asistentes se encuentran sentados, varios con el celular preparado para grabar a la que, en la descripción del video, se le conoce como la “señora Chalino Sánchez”.

En efecto, al escucharla se creería que es la encarnación del cantante y, por los comentarios de la publicación original, se puede ver la admiración que ha producido en las redes sociales por su capacidad de generar la misma emoción y provocación, a la par del cuestionamiento de si ella lo imita a él o si él cantaba como mujer.

Mi hermana, que sabe más de música que yo, luego de ver el video, me dijo que así cantan las mujeres en las iglesias, “con la nariz”. En mi casa, a solas, lo intenté. Sí, cantar con dos dedos apretando mis fosas nasales. Aunque no soy la fiel reproducción de Chalino, entendí a lo que ella se refiere. Aceptemos que en ese tono hemos escuchado muchas veces vocalizar “La Guadalupana” o “Bendito, bendito”, entre otras melodías religiosas.

Creo que no se trata de descifrar quién imita a quién, sino por qué se canta así y en qué contextos tiene éxito. Rodrigo Soriano, quien, en un reportaje para El País, se encarga de apuntar al menos dos veces que Chalino Sánchez “no contaba con una voz privilegiada”, me hace cuestionar qué es el privilegio de una voz: ¿poder llevar clases en un conservatorio?, ¿entonar delicadamente y con un timbre dulce?, ¿que el sonido sea de agrado para todos? Sin duda, Sánchez no contó con eso, por el contrario, su voz era incómoda y una invitación para cualquiera a cantar.

Así, pues, esta mujer, a quien veo en este video pasándola bomba, de quien supe que es de Fresnillo, y que uno de sus hijos trabaja en el IMSS, aquí en la capital zacatecana, me inspira a cantar con sentimiento, a reescuchar no sólo a don Chalino Sánchez en el carro frente a la mirada atónita de los de la gasolinera, el drive thru, el autolavado y el Oxxo, sino a todas las mujeres y su sabia voz sacra y a hacerme escribir todo esto y a hacerles leer hasta aquí.

"Chalino Lives", ilustración de ©Edson A. De Gante.

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Citlaly Aguilar (Valparaíso, Zacatecas, 1985) es doctora en Estudios del Desarrollo por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Becaria del PECDA Zacatecas en 2011, 2013 y 2015. Ganadora en el certamen de ensayo “Erradumbre” (Mantis Editores, 2021) y mención honorífica en el Premio Nacional de Ensayo “Dolores Castro” 2021 y del 9 Premio Nacional de Periodismo Gonzo 2023. Autora de La literatura zacatecana en el siglo XXI (IZC, 2014), La fabulosa historia de Anémona y Durazno (2021), Dentro del aire de vidrio (2021) y Crónica de la habitación (2022). Coordinó la antología de ensayo literario El Centauro (2016).

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