“Cuando acecha la maldad”: un problema teológico de la existencia de dios

Roberto Padilla Ramos

Qué diablo de dios es éste que,
para enaltecer a Abel, desprecia a Caín.
José Saramago


Por extraño que parezca, los casos de iglesias cuyos techos colapsan, sepultando a los feligreses, son muy comunes. Por ejemplo, el pasado primero de octubre en el municipio de Ciudad Madero, mientras se celebraba un bautizo, el techo de la iglesia de la Santa Cruz colapsó dejando consigo once muertos y sesenta personas heridas. Una pregunta lógica para un creyente, sin lugar a dudas, sería: ¿porque Dios lo permite? La respuesta quizá ronde los inescrutables designios de Dios o la incomprensión del plan divino.

Ahora dejemos a un lado los errores arquitectónicos y pensemos en los errores biológicos como fuente de otro tipo de sufrimientos. El tic doloroso es un trastorno que afecta al nervio trigémino, que se encarga de la sensación en el rostro y la boca, produciendo un dolor crónico insoportable que muchas veces es descrito como una fuerte descarga eléctrica centelleante. Este sufrimiento, que muchas veces puede ser desencadenado con el cumplimiento de los hábitos más sencillos, como lavarse los dientes o afeitarse, es considerado uno de los dolores más insoportables.

En el mundo existe el dolor físico y mental, ¿por qué Dios permite tanto sufrimiento? Posiblemente podamos responder de manera parcial a esta pregunta argumentando que el dolor tiene una explicación orgánica, un mensaje de alerta que tendría su origen en el mal funcionamiento de uno de los componentes del cuerpo. O podemos recurrir axiomáticamente a la primera resolución diciendo una vez más y casi hasta el hartazgo que sólo Dios sabe por qué hace las cosas. Por el contrario, explicar la existencia del mal a ojos de un Dios todopoderoso representa un verdadero problema.

La existencia del mal es quizás el argumento más fuerte en contra de la existencia de Dios. Parece difícil para la teodicea judeo-cristiana dar una resolución a un problema que ha sido tratado por los grandes doctos del cristianismo, sin solución alguna. Si creemos que dios existe y este permite el mal, entonces podemos concluir lo siguiente: es indiferente al sufrimiento del hombre, es malvado.

En la filosofía platónica, un demiurgo (un dios malvado) tentaba a las almas para corromperlas y encerrarlas en la carne mortal. En la mitología cristiana podemos reconocer el origen del mal en los albores del género humano con la desobediencia de Adán y Eva al probar el fruto del bien y del mal. Aunque en su defensa sólo sería hasta que fueron tentados por el diablo. Esto reforzaría la tesis de que el mal radica en la capacidad para elegir, lo cual permitiría la existencia del libre albedrío.

El mal puede ser definido como lo opuesto al bien, es decir, todo aquello que es negativo y dañino, algo en contra de la voluntad de Dios y que indiscutiblemente se relaciona con su contraparte, el diablo. El problema de la existencia del mal conlleva una pregunta fundamental, si puede existir una moral sin Dios, y de ser así qué tipo de sociedades edificaríamos en la ausencia de un salvador y la existencia de un universo indiferente, en el cual y por el contrario sí existe el mal.

John N. Gray, en su lúcido ensayo Siete tipos de ateísmo, nos recuerda que para algunos la idea de una existencia sin Dios es algo inconcebible y posiblemente hasta insoportable. Gray postula la tesis de que ciertos modelos de gobierno y de pensamiento son herederos del monoteísmo cristiano, por lo tanto, la idea de un Dios no se ha superado. Entonces, a qué nos podemos aferrar. Somos capaces de edificar una sociedad sobre los cimientos de una moral natural o, por el contrario, como Kirilov, personaje de la novela Los demonios, de Dostoievsky, debemos reconocer la necesidad de un ser superior en el abandono de la propia existencia. Los personajes de Dostoievsky, como lo apunta Camus, son modernos porque sus dilemas giran en torno a su propia existencia y por lo tanto al sentido mismo de vivir.

Albert Camus, al igual que Dostoievsky, crea personajes modernos. En su novela La peste, la presencia de una epidemia orilla a los pobladores a cuestionarse la existencia del mal y la pérdida de la moralidad, ¿de dónde viene semejante castigo? En su discurso, el padre Paneloux exhorta al arrepentimiento de los fieles:

Durante harto tiempo este mundo ha transigido con el mal, durante harto tiempo ha descansado en la misericordia divina. Todo estaba permitido: el arrepentimiento lo arreglaba todo. Y para el arrepentimiento todos se sentían fuertes; todos estaban seguros de sentirlo cuando llegase la ocasión.

El problema ético y moral de la existencia de Dios ha sido explorado tanto por la literatura como por el cine. El estreno de una reciente película, de modesta producción, expone maravillosamente el dilema teológico ya antes mencionado. Cuando acecha la maldad, una película del director argentino Demian Rugna, tuvo su estreno oficial el 13 de septiembre del 2023 en el Festival Internacional de Cine de Toronto, en la categoría Midnight Madness. La obra de Rugna no deja indiferente al espectador. Existe algo inquietante en cada escena, una sensación de asfixia que por momentos nos hace querer salir de la sala. Una sola situación, la tan popular escena del ataque del perro nos sumerge en un sepulcral mutismo.

Uno realmente experimenta el terror, uno que el cine de este género hacía años había perdido, hoy regresa renovado. Un acierto extraordinario de Rugna es que las situaciones se desarrollan en entornos poco convencionales. La ciudad ha dejado de ser el espacio por antonomasia para mostrar el apocalipsis. Ahora los entornos rurales a plena luz del día son el punto perfecto para ver el fin de la humanidad. Estados Unidos o Europa han sido sustituidos por algún punto desconocido de Latinoamérica. La historia inicia cuando una noche los hermanos Pedro y Jaime Yazurlo escuchan detonaciones cerca de su casa. A la mañana siguiente deciden investigar y, para su sorpresa, el cuerpo de un hombre partido a la mitad los llevará a dirigirse al rancho cercano. Ahí encontrarán el cuerpo de un hombre poseído por el diablo, un encarnado.

Los Yazurlo lucharán por salvar a sus seres queridos, mientras una epidemia de posesiones demoniacas se extiende rápidamente por la comunidad. El trabajo de Rugna es difícil de clasificar, pues se nutre de géneros convencionales del cine de terror como el de las posesiones diabólicas, hasta temas más recientes y fuertemente explotados por la industria del entretenimiento, como es el caso de las pandemias.

Hemos visto que en la literatura un fin del mundo producido por una enfermedad ha sido el escenario ideal para examinar el problema teológico de la existencia del mal. Ahora Rugna lo hace con maestría apoyándose de fórmulas narrativas de autores como José Saramago, Albert Camus, Daniel Defoe, Joselo G. Ramos o Giovanni Bocaccio. Rugna desarrolla el dilema teológico de la existencia del mal en Latinoamérica; al igual que “Nonato y Anónimo”, cuento que forma parte de la antología titulada Mal viento, del escritor mexicano Joselo G. Ramos. En “Nonato y Anónimo”, el hombre está a punto de desaparecer ante una nueva pandemia, la del hartazgo de Dios, el cual, decepcionado de su creación imperfecta, decide condenar al hombre al peor de los castigos: el olvido. El hombre vuelve a la arcilla de su propia naturaleza, al desasosiego, a la oscuridad a la nada. “Pues polvo eres y al polvo volverás”, dicen los sacerdotes al dibujar una cruz en la frente de los fieles.

En una nueva era donde el último censo poblacional arrojaba la existencia de 593 pobladores después de la pandemia, la humanidad al borde de la extinción espera la segunda llegada del mesías. Las profecías indican la hora, fecha y lugar en donde ha de surgir el hijo de Dios: “Ha nacido el mesías ─gritaba la partera mientras corría por una calle estrecha donde los ecos se esparcían con facilidad. Conforme se anunciaba, se abrían las ventanas en cada vivienda: había nacido el mesías y todo el pueblo tenía que enterarse”. Joselo G. Ramos nos muestra a un Dios presente, pero vengativo contra su creación. Por el contrario, Rugna nos habla de una humanidad que en el mejor de los casos terminó su relación con Dios, cuando Mirtha, la antigua limpiadora dice “que rezar no servirá de nada”.

José Saramago dice que “La historia de los hombres es la historia de sus desencuentros con dios, ni él nos entiende a nosotros ni nosotros lo entendemos a él”. Esta es la historia de la humanidad y del tiempo ausente de Dios, como bien señala el autor. Un tiempo decadente, lleno de supersticiones y de mitos como en los albores de la práctica galénica. En su libro Ensayo sobre la ceguera, José Saramago plantea como apocalipsis una pandemia de ceguera blanca. Las personas son infectadas por una extraña enfermedad que hace que provoca la pérdida de visión, pero a diferencia de la patología convencional donde se estaría inmerso en la oscuridad, aquí una luz blanca es la causante de la ceguera.

Podemos ver también esta idea en Cuando acecha la maldad, pues constantemente sus personajes nos hablan de la posesión demoniaca como si de un virus se tratara. Todos saben que la ropa o los objetos que han estado en contacto con los “embichados” pueden trasmitir la infección, incluso la luz artificial puede llamar al mal y hacerlo presente en las casas o cualquier lugar. Rugna plantea, al igual que en la literatura, un verdadero ejercicio moral y ético, pues parece que sus personajes forman parte de una sociedad organizada en torno al mal.

La madre de los Yazurlo canta una canción al pequeño Santino para intentar distraerlo. Esta canción es una serie de recomendaciones que se deben seguir para alejar al mal y no ser poseído, recomendaciones que en su mayoría evitan el contacto con los enfermos poseídos tal como lo ocurrido con la reciente pandemia que experimentamos en el 2019. La pandemia de coronavirus, anteriormente llamada neumonía de Wuhan, registró sus primeros casos en diciembre del año 2019. En la película de Rugna, es Mirta quien les cuenta a Pedro y Jimi haber sido testigo del primer poseso: un cuerpo que parecía estar en descomposición y que vomitó los restos de su familia, la cual había devorado una noche antes del exorcismo.

Rugna y Saramago utilizan la fórmula de tres elementos: un lugar desconocido, pero representando a la humanidad; una situación detonante, ya sea el fin del mundo, una pandemia o la cancelación de la condición moral, por ejemplo, en Las intermitencias de la muerte; y por último un grupo o un personaje principal. Tanto la literatura como el cine han planteado, al igual que la filosofía o la ética, el dilema teológico de la existencia del mal, para muchos imaginar una sociedad organizada fuera de los valores morales del cristianismo parece algo inconcebible, pues frente a situaciones límite como una pandemia o catástrofe de cualquier índole, la humanidad se torna a su más feral animalidad, devorándose a sí misma.

Sin embargo, la literatura, al igual que el cine, nos muestra que es posible una moral sin Dios. Una moralidad natural que nace del profundo deseo de proteger a los seres amados y que aboga por ver al hombre en contra de todos los paradigmas de la filosofía, como un ser naturalmente bueno que existe a pesar de lo que posiblemente sea un Dios indiferente a sus creaciones. Los trabajos del etólogo Frans de Waal han mostrado desde hace décadas la existencia de una moralidad biológica, en grupos de animales sociales parece que las reglas de la convivencia surgen espontáneamente para permitir la existencia en grupo. También están los interesantes experimentos de Corrado Sinigaglia y Giacomo Rizzolatti, sobre las neuronas espejos, que permiten literalmente ponernos en los zapatos del prójimo y formar la empatía y solidaridad, que anteriormente pregonaba el humanismo o la religión como productos de exclusiva manufactura.

Por lo pronto, Cuando acecha la maldad nos permitirá replantear de nuevo el problema teológico de la existencia de Dios, y quizás, por el contrario, fuera de inclinarnos por un ateísmo del siglo XXI que nos haga querer abrazar más un teísmo pesimista de un Dios que si bien no es malvado, es indiferente a su creación.


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Roberto Padilla Ramos (Zacatecas, Zac., 1989). Licenciado en Biología por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Actualmente cursa el segundo semestre de la Licenciatura en Letras y la Maestría en Investigaciones Humanísticas y Educativas. Su área de investigación se centra en la influencia del darwinismo en los contextos científicos y culturales. Ha publicado en la Revista Mexicana de Fitopatología y en el suplemento cultural El Mechero. Ejerce como docente de nivel medio superior, impartiendo las materias de Biología y Ciencias de la Salud.

Comentarios

  1. El autor aborda de manera impactante la existencia del mal y el sufrimiento humano, explorando perspectivas filosóficas y cinematográficas. La película "Cuando acecha la maldad" ofrece una mirada innovadora al dilema teológico, cuestionando creencias tradicionales y estimulando la reflexión sobre la naturaleza humana en Latinoamérica.

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