El deleite de las obsesiones en "El coleccionista" de John Fowles
Rafael
Aragón Dueñas
"El coleccionista", John Fowles, Sexto Piso. |
Si nos ponemos a analizar este
tipo de obsesión, se da en el cine, la literatura y en la vida cotidiana. Me he
puesto a observar en la gente que tiene este tipo de conductas. En los
noviazgos actuales, las parejas se obsesionan con un amor enfermizo, un amor que
sólo da el placer de copular y ya no es al estilo romántico. O en nuestros
gobernantes corruptos, se obsesionan en estar en el poder para seguir robándole
el dinero al pueblo. En el Noveno Arte (el cómic) también hay obsesión. Un
ejemplo: Hal Jordan al ver que Coast City quedó destruida por el villano
Mongul, decide reconstruirla a su merced mediante con su anillo de poder; la
obsesión compulsiva de tener más poder lo lleva a asesinar a todos sus colegas
portadores del anillo.[2]
La obsesión de Bane por Batman, para debilitarlo físico y psicológicamente, realiza
una fuga masiva al Asilo Arkham y al final él logra romperle la espalda al
hombre murciélago.[3]
La novela está dividida en dos niveles de narración, cuando relata Clegg
y en el diario que escribe Miranda. Frederick, antes de que la raptara, la observaba,
veía sus movimientos cuando entraba y salía, él se creía un detective al estilo
Holmes, Dupin o Wayne: “Todo estaba a punto. Ahora tenía que vigilar y cuando
viera la oportunidad, hacerlo. Estaba pero que muy raro esos días, pensaba en
todo, como si lo hubiera estado haciendo toda la vida. Como si fuera un agente
secreto o un detective”. [4]
Analizo la obra de Fowles con unos cómics que hablan de obsesión y
cautiverio que encontré similitudes en ambas obras. Frederick Clegg tiene todo
preparado, un poco de cloroformo, un pedazo de guata empapada y fresca. La ve
en la esquina, camina por la calzada, tarareando. Él, para despistarla, le
preguntó de que si sabía algo de perros. Le dijo una mentira que había
atropellado a uno y le pide que vea dentro. Ella da la vuelta para verlo, él
echa una ojeada rápida a la calle que no haya nadie y entonces la agarró. Le
puso la guata en boca y nariz, se forcejó un poco y después quedó inerte. La
mete a la furgoneta.[5]
En Batman, el Scarecrow tiene cautiva
a una indefensa niña en un sótano torturándola con el gas del miedo ocasionándole
trastornos psicológicos.[6]
También le disparó al caballero de la noche en el pecho con una escopeta y con
cinco inyecciones con cloroformo en cada dedo se los incrusta en el cuello.
Para después torturarlo con el gas del miedo en un sótano.[7]
Clegg y Scarecrow se parecen entre sí. Son dos tipos obsesivos, se
deleitan al tener a sus víctimas prisioneras. Clegg colecciona mariposas,
Scarecrow fue un catedrático de la Universidad de Gotham que estudió la
psicología del miedo; al estudiar tanto sobre el miedo se volvió loco obsesivo.
Miranda, al estar prisionera, se siente agotada, no aguanta la claustrofobia y
decide llamar a Clegg “Calibán”. El problema psicológico de Frederick de
tenerla encerrada hace que le compre todo: “Me ha comprado un tocadiscos y
discos y todas las cosas que puse en la enorme lista de compras que le di.
Quiere comprarme cosas. Podría pedirle cualquier cosa. Menos mi libertad”.[8]
Haciendo comparación, Calibán es mayor que Miranda por cinco años y
Scarecrow es mayor que la niña por treinta y cinco años y con Batman sólo con
dos años de diferencia. Clegg complace a Miranda comprándole objetos que ella
pide, Scarecrow tortura a sus víctimas, como ya había mencionado antes, con el
gas del miedo. Eso me recuerda al Caso Fritzl que ocurrió en Austria, el padre
tuvo cautiva a su hija por veinticuatro años en un sótano y abusaba de ella y
dio a luz a varios niños del padre-abuelo. Me he fijado que Miranda hace una
crítica acerca del existencialismo de Dios: “Quizá Dios haya creado el mundo y
las leyes fundamentales de la materia y la evolución. Pero no puede ocuparse de
los individuos”.[9] Sin
ofender a ningún creyente, ella tiene razón, Dios no existe; estaría muy bien
de que existiera. Hay guerras, impunidad, corrupción, asesinatos, enfermedades
incurables a gran escala global y Dios no mete las manos. Explica que Dios no
es humano, deja sufrir a los demás, los rezos y el culto que se le tiene a él
sólo son bobadas inútiles. Dice que no hay que creer en la Providencia, o en
Dios que sea amable con nosotros mismos, hay que actuar y luchar por sí mismo: “Tiene
que haber un Dios que no puede saber nada de nosotros”.[10]
En la literatura encontramos una gran variedad de obsesiones. Un ejemplo: “Berenice”
de Edgar Allan Poe, la obsesión del tipo por los dientes de ella.[11]
Vuelvo a reiterar que todo individuo tiene en su inconsciente un lado oscuro
que tarde o temprano no podrá contenerlo y lo dejará salir ocasionando
perversiones y a eso le llamamos: Obsesión.
BIBLIOGRAFÍA:
ALLAN POE, Edgar, Autores Selectos: Edgar Allan Poe Narraciones Completas, México,
Grupo Tomo, 2012.
FOWLES, John, El coleccionista, Madrid, Cátedra, 1999.
HURWITZ, Gregg, Batman núm. 10, México, Televisa, 2013.
HURWITZ, Gregg, Batman núm. 11, México, Televisa, 2013.
MARZ, Ron, Linterna Verde: Crepúsculo Esmeralda, México, Vid, 1994.
MOENCH, Doug, Batman: La caída del Murciélago Tomo 2, México, Vid, 1994.
[1] John Fowles, El coleccionista, Madrid, Cátedra, 1999,
p. 75.
[2] Ron Marz, Linterna Verde: Crepúsculo Esmeralda, México, Vid, 1994, p.72.
[3] Doug Moench, Batman: La Caída del Murciélago Tomo 2,
México, Vid, 1994, p.141.
[4] John Fowles, op. cit., p.95.
[5] Ibid., p. 97.
[6] Gregg Hurwitz, Batman núm. 10, México, Televisa, 2013,
p. 36.
[7] Gregg Hurwitz, Batman núm. 11, México, Televisa, 2013,
p. 54.
[8] John Fowles, op. cit., p.208.
[9] Ibid., p. 320.
[10] Idem.
[11] Edgar Allan Poe, Autores Selectos: Edgar Allan Poe
Narraciones Completas, México, Grupo Tomo, 2012, p. 184.
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