El Parnaso y el Anticristo: lo relevante de “La tradición clásica”
Rafael Aragón Dueñas
La historia de la humanidad se divide
por: Prehistoria, Edad Clásica, Edad Media, Edad Moderna y Edad Contemporánea.
La mejor, para muchos, es la Edad Clásica o Antigua, porque surgieron las
primeras civilizaciones. Sobre todo en la Antigua Grecia que es la cuna de las
artes, la filosofía, la literatura, la política, los sistemas educativos, etc.
Los griegos nos heredaron una vasta cultura y son los que aportaron más a la
civilización occidental. A través de este ensayo hablaré de lo relevante, para
mí, que fue la tradición clásica.
"La escuela de Atenas" de Rafael |
En
la Edad Media todo el conocimiento estaba encerrado en los monasterios y los
monjes eran los únicos que tenían acceso a eso. Pero gracias a los benedictinos
transcribieron los textos de los griegos cuidadosamente para que no se
destruyeran con el paso del tiempo. Muchas obras se perdieron porque rodaban de
mano en mano; las vendían a los interesados; también los monjes quemaron
algunas o la mayoría, para que la gente no tuviera acceso al conocimiento.
El testamento de San Marcos |
“La
reputación de los escritos griegos no depende de la abundancia de los
documentos, sino la suprema excelencia de algunas obras maestras que han
sobrevivido al fanatismo religioso y al proceso destructor de las edades”.[1]
Como
he dicho antes, son pocas las creaciones que se conservan pero su estilo, su
estructura, su vigor, las colocan entre las mayores del hombre, asombrosas por
su genialidad. Además se distingue por la omisión de todo aquello que no es
esencial en el plan de conjunto, y se funda en el vigor y buena distribución de
partes. Los cultos griegos sabían porque tenían un tacto para escoger lo
significativo. Escribían para la humanidad y discernían entre lo pasajero y
permanente. Exploraban el lenguaje escrito formando compuestos, buscando
metáforas, creando pequeñas alteraciones en el orden de las palabras en una
colocación de las vocales. La poesía griega opera sus efectos con el ritmo de
las palabras escogidas por su fuerza imaginativa. La prosa griega es la
persuasión y la claridad esencial a la verdadera elocuencia.
Siempre
debemos de considerar que en la tragedia griega los hombres se disfrazaban de
animales, con la idea de asemejarse a las divinidades y asimilar su poder. Cuando
la religión de Dionisos invadió Grecia en el siglo VIII o VII a.C., muchas de
aquellas danzas fueron afectadas a su culto, y Dionisos vino a ser el amo. Era
el dios de las exaltaciones extáticas y ejerció natural señorío a los que
sentían contacto con los secretos de la naturaleza o indagar los misterios de
la especie humana, de la cuna de la sepultura.
En
la mitología griega Parnaso fue hijo de Poseidón y de la ninfa Cleodora, héroe
epónimo de la cadena montañosa que se extiende entre los territorios de los
dorios y los focenses. Se le atribuye la fundación del oráculo de Delfos, que
después habría de ocupar Apolo, en la ladera del Monte Parnaso, en el que
tenían su morada las Musas, que acudieron al llamado de este dios procedentes
del Monte Helicón. Por esto, se le considera al Parnaso como la patria
simbólica de los poetas, y al paso del tiempo se ha venido usando para titular
recopilaciones de autores más prestigiosos en sus obras literarias y
artísticas.
Dicho
en pocas palabras, el Parnaso es la montaña donde habitan las Musas y las
diosas de la poesía, también protectoras de la historia, la filosofía, de la
ciencia, del teatro, todo esto está en las civilizaciones por encima de todas
las preocupaciones materiales. Es una montaña alejada de las ciudades, es un
elemento de la naturaleza silvestre; por encima del mundo y la más elevada, más
hermosa y real que una torre de marfil. Esto me recuerda que los franceses le
dieron este nombre a la colina en que se reúnen las universidades, el arte y el
pensamiento de París, como Montparnasse. Coronada por el templo cristiano del
Sacré-Coeur y bautizada con el nombre medieval de Montmartre. Igual como el
cementerio de Montparnasse, en el cual están sepultadas grandes figuras
intelectuales como Julio Cortázar, Samuel Beckett, Porfirio Díaz, Jean Paul
Sartre y entre otras más.
En
el siglo XIX dos tipos de arte y de pensamiento clasicistas se distinguen con
dos nombres simbólicos: el Parnaso y el Anticristo. El primer ideal parnasiano
reclama la atención del dominio de las emociones. Su expresión está sometida al
freno, de la emoción de la poesía griega. Los seguidores (Wilde, Kant
Nietzsche, Gautier, France, Browning, Pater) de la doctrina del arte por el
arte eran admiradores de los clásicos. Los griegos y los romanos no creían que
el arte estuviera divorciado de la moral. Al contrario, su literatura era moral
por su intención, excepto en algunos géneros como el mimo y el epigrama. Las
grandes culturas eran expresiones no sólo de ideales físicos, sino también de
los ideales del espíritu. El artista que declara que el arte es amoral no tiene
que dar más que un paso brevísimo para hacerlo inmortal.
En
el siglo del que hago mención muchos amantes de los clásicos aborrecían y
despreciaban al cristianismo porque no era grecorromano, era una perversión de
los ideales grecorromanos. Shelley y Hölderlin llevaban la delantera, estos
poetas y otros fueron decididos y más rencorosos. Nietzsche admiraba el arte
griego por su intensidad y despreciaba el cristianismo porque creía que era
débil, fácil y vulgar. Por eso Nietzsche es considerado uno de los ateos más
corrompidos y herejes que ha tenido la humanidad. En la teología, el Anticristo
es la versión malvada de Jesús, que cumplirá con las profecías bíblicas
concernientes.
Los
tres principales argumentos de los anticristianos son los siguientes: el
cristianismo no es parte de la tradición europea; es algo oriental, y por lo
tanto bárbaro y repulsivo. En la obra Oración
sobre la Acrópolis de Ernest Renan nos habla del cristianismo como un culto
extranjero, que vino de los sirios de Palestina y del apóstol Pablo como un
judío feo, pequeño, que hablaba el griego de los sirios. La obra principal de
Renan, Los orígenes del cristianismo,
contribuyó al brote del escepticismo religioso en el siglo XIX, trata de Jesús
como un hombre notable y que sus seguidores tenían la admiración de haber
realizado lo imposible, hace hincapié en la idea que eran judíos y
representaban una tradición asiática.
El
cristianismo significa represión; el paganismo significa libertad: Giosué
Carducci le dio una vigorosa expresión que tuvo en sus primeros años de
escritor una ardiente pasión por el liberalismo y un odio violento contra los
que se oponían a la liberación y unificación de Italia. Creía que entre las
fuerzas de opresión la peor era la Iglesia Católica. Baudelaire escribió Letanías de Satanás, que son una
invocación al patrono de los miserables. El poema de Carducci es un himno al espíritu
del progreso, a quien da el nombre de Satanás porque cree que el progreso y la
vida libre del espíritu humano se han chocado contra la oposición de la
Iglesia.
El
cristianismo es tímido y débil; el paganismo es fuerte e intenso: esta teoría
fue expresada con gran violencia por Friedrich Nietzsche; contribuyó a formar
su odio por los ideales morales del cristianismo, lo aborrecía por ser la moral
de los esclavos y de los animales gregarios.
Para
concluir, los griegos nos heredaron muchas cosas, su cultura sigue marcándonos
en nuestra sociedad, su más preciado legado es el arte. Ellos son los creadores
de casi todo, los más influyentes en la cultura occidental.
FUENTES DE
CONSULTA:
BOWRA, C.M., Historia de la literatura griega,
México, fondo de cultura económica, 2005.
http://es.wikipedia.org/wiki/Antigua_Grecia
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