Instrucciones para ser un buen robot. Cuatro poemas de Sara Montaño Escobar


Ilusiones dentro del plástico

Acaricio el filo de tu cabello mientras sueño en palomas de maíz.
Tú hablas de sexo mientras inhalas una botella de acetona e
imagino que dentro de tus ojos un lobo gordo utiliza su pezuña para
fornicarse.
Imagino todo esto mientras pienso en la muerte como una figura de barro que una anciana olvidó después de arrojar su belleza junto a la dentadura de su esposo muerto.
Acaricio el filo de tu cabello y tú hablas de la muerte como si fuera un tenedor que alguien usa para rascarse el cáncer de la boca e imagino que esa anciana se lame las encías de la forma en que su marido nunca lo hizo.
Acaricio tu cabeza sin cabello y tú hablas del sexo como si fuera una figura de barro que olvidé ayer mientras sorbía la última ilusión de esa botella.


Instrucciones para ser un buen robot

–Repita palabras hasta parecer una máquina que se preocupa por
los otros.
–No se quede inmutable cuando alguien llora frente a usted.
–Finja tener corazón cuando su humano favorito tiene problemas.
–Si no puede, abstenerse de repetir las palabras que le dice a un extraño.
–Aléjese del sujeto que sufre si su programación le dice que usted es el centro de atención.
–Sufrir por un emoji indica un virus de egocentrismo en su sistema: consiga un programa que lo libere.
–Apáguese o autodestrúyase si su disco duro sólo repite la palabra yo.


Código binario escondido en las cobijas

Sacudí mis manos igual que a las cobijas. Del fondo siempre se escapan arañas. Arañas solitarias que forman en mis órganos una red por donde se escapan los dígitos razones para vivir en estado de combustión eterna.
Recorro de manera onírica esta ciudad, sosteniendo un tenedor en mis manos mientras rasgo la indiferencia del mundo y me convierto en un animal extinto.
A esta hora todos duermen y yo soy una serpentina que se agita en la fiesta de la eternidad.
A esta hora todos duermen y yo soy una araña con delirio de persecución.
Mi mundo cabe en una red de dígitos en cuenta regresiva.


La última trampa

No tengo armas ni fuego para iniciar el día.
Aquí es oscuridad y mi cuerpo una mancha que huye al génesis del poema.
Alguien enciende mi tórax para ausentar la alegría.
Yo enciendo su lengua para recordar que la belleza es un síntoma de debilidad.
En el interior de este paisaje un niño vuela sin sus manos
y yo soy un útero que utilizo como macetero de flores muertas.
Aquí no hay camino ni dios, sólo estamos nosotros,
dos espectros con cabezas martillo
que utilizamos
para construir trampas contra los amorosos roedores
que aún tienen fe en nosotros.
No somos nada,
no vengan,
no piensen que hay sol,
/Nuestros cuerpos aun conservan la luz de su muerte/



Sara Montaño Escobar (Loja-Ecuador, 1989). Licenciada en psicología general. Poemas publicados en  revistas y fanzine nacionales e internacionales entre las que se destacan: El Humo (México), Cultura Colectiva (México), Círculo de poesía (México), el Periódico de las señoras (México), Lazine (Colombia), Alapalabra (Colombia), Extrañas Noches (Argentina), Digo palabra (Venezuela), Le miau Noir (España), La Fanzine (España) y Fuego (Ecuador). Relatos publicados en la revista impresa Kinkies (México) y en el libro cartonero Pasaporte (Dadaif Cartonera, 2017). Consta en las antologías Sensaciones oníricas (Municipio de Loja, 2017), Liberoamericanas. 80 poetas contemporáneas (Liberoamérica, 2018), Exilio y otros desarraigos (Letralia, 2018).  Colaboradora de la revista hispanoamericana Liberoamérica y de la revista El Humo. Publicó la plaquette Génesis de ausencia (Vis-k-cha, Loja-Ecuador, 2017). Su blog es elcuartodelasemociones.blogspot.com



Comentarios

¿SE TE PASÓ ALGUNA PUBLICACIÓN? ¡AQUÍ PUEDES VERLAS!