Amor de invierno

Luis Vital
A Arlyn, que nunca tuvimos la oportunidad de querernos.


Un amor de invierno es acostarse sobre el césped por la tarde con la idea de un clima cálido y, después, observar que la luna es acogida. Es mover el brazo derecho desde el pecho hasta el césped, con la palma hacia abajo, buscando su mano. En un amor de invierno miro a la derecha y encuentro que ella no está; siento que el césped se enfría, que la soledad me mira directo, que ladea la cabeza con compasión.
Invierno, parques vacíos (Adrián Olmo)
Un amor de invierno es regresar el brazo al pecho. Es tener ganas de levantar el alma y abandonar (como ella) el jardín. Pero permanezco, mártir, ahí. Un amor de invierno es escuchar que los últimos niñitos dejan el área, que los columpios quedan flotando, chillando; mi deseo es columpiarme en ellos o hacer que el chirrido pare, pero… demasiado frío como para dejar el lugar ya tibiamente trabajado.
Amor es saber que ya es tarde, levantarse e irse a casa. Pero amar en invierno consiste en ir por ahí con la mano derecha flotando en el aire; consiste en caminar con el corazón mirando al piso, ya triste, ya olvidado. (Mientras, escucho fantasmas).
Es su voz que me espanta sobre fugaces momentos. Es su voz que truena y desmorona la memoria. Es su dulce asesina voz la que martilla duramente el pensamiento. Cuando se ama en invierno se regresa a casa pasando por la suya. Miro por su ventana y descubro que no hay cortinillas nuevas. Amor es darte cuenta que nuestra foto está de pie. Pero amando en invierno observo que la foto ha sido recostada cuerpo abajo. Se trata de entrar, abrir la puerta y sentir que algo dentro ha cambiado.
Camino directo al cuarto y veo un zapato por ahí y allá una camiseta. Su sostén en la puerta ligeramente abierta. Amando en invierno me acerco a la puerta, miro de reojo y la abro poco a poco, casi escuchando gritos de sorpresa y vergüenza. Irrumpo en la habitación y recuerdo que amo en invierno, y que la cama sola me espera.
Todo esto se trata de cobijarme, dejar caer el brazo a la derecha, girar la cabeza y sentir que la gota empapa la perfumada almohada.
Amar en invierno es amar por ella pero sin ella. Es dejar la puerta de la habitación abierta para imaginar que al abrirla estará dormida, tierna. Pero también es regar su ropa por la casa, para recordar que la traición y el desamor se cobran día a día con lágrimas y desilusión. 

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