Cuando el olvido se trastoca. Fragmentario

Ezequiel Carlos Campos



I
Comencé a leer Cuaderno alzhéimer de Juan Gerardo Sampedro y me pregunto: ¿qué tan importante es nuestro tiempo para no querer olvidarlo?
Alonso Peralta, detective privado, dibujante de retrato hablado y reportero de nota roja, es el fantasma que durante el transcurso de las páginas el lector va a encontrar. El enfermo es necio y el tiempo le hace olvidar, dice Sampedro: Alonso en su otra vida fue un personaje importante, tanto que durante sus malos momentos de salud sigue y cree que su tiempo es el mismo, él tiene la agilidad para recrear las ficciones que publica y, lo más importante, que tiene el don de descubrir los casos. No obstante, él, cada vez más viejo y enfermo, se enfrentará a sus propios demonios, en la oscuridad y lucidez, para intentar ser él mismo. Varios factores se opondrán en su nueva vida porque al enfermo hay que cuidarlo, y Alonso desde siempre lo hizo solo. 

II
Esta novela es la viva imagen del amor entre padre e hijo. Nelson, igual reportero que Alonso, es el Virgilio que quiere no mostrarle el infierno a su padre, sólo que no pasar es imposible, porque sabe que en cualquier momento Alonso quedará inmerso en el mundo del olvido. El hijo encontrará la forma para que su padre tenga los mejores momentos en su lucidez. ¿Qué hacer cuando nuestros padres enferman y es indudable un tratamiento de por vida? Sampedro nos da una lección: ¿por qué demonios debemos abandonar a nuestros seres queridos cuando más nos necesitan? La sociedad, por ejemplo, quiere inclinar a Nelson a dejar al padre en un centro para enfermos, porque Alonso, cada vez más delirante, encuentra los momentos adecuados en sus crisis para escaparse de casa y vivir su vida pasada como si todo fuera igual. Alonso se pierde y Nelson, cual perro sabueso, debe encontrar el paradero del padre. ¿Qué pasará cuando por fin Alonso logre escapar y nadie pueda encontrarlo? Lorena, la ex mujer del periodista y retratante, se olvidó de él por completo, su antigua vida los une por Nelson, resultado de su amor de antaño. A ella no le importa que el periodista enferme, total, a un enfermo hay que tratarlo y, si se necesita, encerrarlo en el lugar indicado. Norma, esposa de Nelson, es quien de manera constante incita a su esposo a inscribir al viejo a un centro. Cuando la enfermedad se apodera de Alonso no queda de otra más que dejarlo en casa de su hijo. Nelson, de una u otra manera, deja esa idea. No puede abandonar a su padre, ¿qué haría Alonso sin ellos? ¿Qué pasaría cuando su padre ya no encuentre pie en la tierra y tenga que ocuparse de tomar medicamentos sin saber para qué?

III
“La nota no se reproduce, se recrea, tonto”, dice Alonso. Juan Gerardo Sampedro, a través del protagonista de su historia, nos relata la crisis que tiene el periodismo actual. Alonso siente nostalgia por aquellos momentos de los setentas en donde todo era completamente diferente, tomar la máquina de escribir, llenarse las manos de tinta y demás cosas, en donde el periodismo era el arte de recrear las historias y no de reproducirlas, como nos dice el periodista. Este lapso lo vemos en dos generaciones, la de Alonso y Nelson; en la novela percibimos la importancia de las notas periodísticas, porque el autor transcribe la filosofía de su protagonista (aquí no hablaremos si también son las ideas de Sampedro) porque en el gran número de páginas donde leemos las creaciones de Alonso conocemos sobre el género y encontramos tips para aquellos que ejercen. Estas notas nos inmiscuyen en el borroso pasado de Alonso, y sabemos que lo inmediato está trastocado. Con Nelson vemos al reportero actual, puedo decir, aquellos que carecen de habilidad para la recreación de los casos, aquella falta de sentido en las notas y, lo más importante, de pasión hacia el arte, parecieran trabajadores reprimidos. En el Fragmentario de Alonso Peralta leemos lo siguiente: “La crisis económica de este país está obligando a muchos a hacer ficción para obtener unos cuantos pesos”. Alonso nos quiere decir que las nuevas generaciones carecen de arte. Cuaderno alzhéimer es un manual para los nuevos periodistas.
Peralta nos dice: “la ficción de la noticia policiaca es un peligro”. Él, en toda la novela, vivirá su ficción a través de su pasado (diremos que el pasado es un tipo de ficción) y será eso, en efecto, lo más peligroso en su vejez: no es bueno vivir del pasado. El peligro de lo inmediato es palpable. Alonso olvida pero no sabe que olvida, Alonso recuerda lo que debe estar olvidado.

IV
Alonso Peralta cree ver a una antigua asesina serial llamada Marcia Galván al inicio de la novela. Ella escapó de la justicia, o simplemente las autoridades quitaron el caso de la mesa a través de los años. Podemos apreciar que es un trauma viejo de Peralta; su deseo es el mismo, descubrir a Marcia y llevarla donde debería estar. La gente que rodea al periodista piensa que esa necedad por descubrir a Marcia y decir que su doctor y amigo, J. Galindo, la ayudó cambiándole el rostro, es para Nelson uno de los síntomas del alzhéimer. ¿Quién es Marcia en verdad? ¿Qué es Marcia en Alonso? ¿Será el deseo de recordar sólo el pasado? ¿En verdad está ella ahí?, y demás cuestiones el lector del Cuaderno irá no descubriendo, sino llenando los vacíos que Sampedro deja en su novela, porque uno, simulando armar un rompecabezas en la cabeza de Alonso, debe creer o juzgar los hechos. Cada lector es el terapeuta del protagonista.
Marcia es el caso más importante en la carrera de Alonso, el resultado de la crisis de ausencia, él sin su mujer, sin su trabajo, sin una familia unida, sin su memoria, reconstruye lo que ha vivido y empieza la travesía delirante de la enfermedad creyendo que Marcia existe aún y que él, cual Sherlock Holmes, descubrirá el rastro de la maléfica Marcia, la ficción más viva de Alonso. El que abra el libro debe saber que el camino no será del todo agradable.

V
El Fragmentario de Alonso Peralta parece ser la voz retomada del Alonso que no conocimos en la novela. En la historia, Peralta va a hacer una denuncia a las autoridades y se pierde; Nelson, sabiendo que su padre está en algún lado porque no lo encontraron tiene que esperar las horas necesarias para que empiecen su búsqueda, y halla el Fragmentario. En la novela percibimos a un Peralta esfumado, al pasar las páginas se vuelve más oscura su vida; Nelson cree conocer a su padre, pero se da cuenta que no es así, la vida de un enfermo de alzhéimer se fragmenta. Cuando leemos las notas de Alonso descubrimos cuán importante fue en su momento, qué tanto amaba su trabajo y lo poco que conocíamos al personaje. Lamentablemente nosotros sólo vimos al Alonso Peralta en sus momentos de crisis. El Fragmentario es la herencia de un hombre que huele la muerte cada vez más cerca.
           
VI
Juan Gerardo Sampedro hace algunos meses, en un café cerca de aquí y hablando de cosas como éstas, me comentaba que el tema central de la novela surgió por la imagen del abuelo de un compañero, éste enfermo de alzhéimer. “Que alguien olvide ponerse calcetines o que deje el sombrero en el refrigerador está muy cabrón”. En efecto, son situaciones que pocos podrían creer.
Y es que nosotros, más de una vez, hemos creído olvidar algo, no nos acordamos de la fecha de nacimiento de nuestros amigos, de la primera vez que vi campeón a mi equipo de futbol o el aniversario de nuestras parejas, o todavía más, qué cené el día de ayer, qué me dijo mi madre que le llevara del súper…  Entonces no es algo ajeno lo que Sampedro relata, todos somos materia de la memoria, todos somos parte del tiempo y de nuestro pasado. Alonso siente la muerte cerca, porque perder la memoria es casi morir. El alzhéimer es una enfermedad temida, sin nuestra memoria no somos nadie. Porque si algún día olvido lo inmediato, válgame, estaría cabrón.


Juan Gerardo Sampedro, Cuaderno Alzhéimer, Ediciones B, México, 2017

Juan Gerardo Sampedro, foto de Óscar Alarcón.
Tomada de: neotraba.com


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