Ensayo sobre la locura. Cinco poemas de Alfonso Fajardo


Ardor de San Salvador

Abro mis puertas y ya el oleaje de las calles
baña con su espuma negra mis famélicas raíces.
Y de nuevo sentimos la tentación de abandonarnos
y abusar del adjetivo al nombrarte.
Pero tu rostro duele, arde; y el dolor es poesía, y ello fecunda.
Retrataré tus vísceras con mi sangre, tus fauces engullirán mi voz
y la saliva centelleante de tus pozos será mi altar.
Empezaré por decirte mal y maldecirte
con todo el amor de hijo echado a perder, de nieto
del fuego primero. Te diré, por ejemplo, eres pétalo
pero hay un hedor que permanece; maquillada más con cicatrices,
voluptuosa hasta lo grotesco; perfumada, pero, en fin, cancerosa.
Hay calles que solo la locura comprende: sus paredes de polvo mojado,
sus casas desvencijadas de mujeres tristemente desnudas, sus salones
oscuros donde una rockola se queja del amor, sus etílicos sueños,
sus gritos, sus cuchillos que pacientes nos esperan, sus miradas de paranoia
en las que no somos bienvenidos y todo el surrealismo
de sus pinturas de mármol de sangre de veneno de hermandad.

Te diré, también, que tus vestidos de gala no me convencen,
tus cadenas de tiendas donde se venden imposibles, los caracoles del comercio
y las plazas de circo donde las miradas desfilan.
Hay calles que solo la noche devela: sus luces de neón,
sus nombre parpadeantes, sus fosforescencias, los idilios entre el hombre
y la máquina, la pureza de las piedras, las iglesias del ruido,
la bruma del delirio, la sed de infinito y las alas de otro sueño que se niega a despertar.
Ciudad, secreto de estado, proxeneta de los locos,
canasto de los mercados, sacerdotisa de la muerte, casa de los nómadas,
partera de los invisibles, manantial del anticristo, drenaje del mundo.
Ciudad, secreto de estado. Aquí mis pasos en tu niebla, en tu sol.

Aquí mis pasos, mar gris, sobre la danza eterna de los días

La Danza de los Días, Editorial Lis, 2001.


Ensayo sobre la locura

¡Ah los pasos del hombre del vómito sobre nervios afelpados!
¡Ah hermanos de sangre de serpiente de fuego negro!

Las campanas del llamado de la bestia gritan adentro
y apenas la noche levanta sus faldas y muestra
los jardines colgantes del abismo de los pútridos vientres
de la bella luz artificial que como sexo atrae
los pechos de mármol desteñido de los desesperados

Comienza el sonido de los ángeles pecando
en las habitaciones donde la noche se encierra a fornicar
sus hijos azules cuando rezan en altares de luces de infinito
Comienza la música de la niebla y ya el pájaro negro
enjaulado en el pecho pide su comida de llamas su agua
de astros mientras los amigos del fuego cortan sus tizones
los reparten entre la cofradía alada y alimentan
al cuervo fosforescente que sangra palabras que caen
en la mesa donde se sacrifica el alma que explota en colmillos

Hierve la sangre bulle el sobresalto llamea el asombro
y el loco
con sus ojos en vértigo ancestral pide clemencia
a no sé qué dios entretenido en juegos terribles

El loco filósofo de las piedras reúne en su memoria
toda la dulzura del abandone del autoexilio del sueño
El loco
pasea el cuervo de su corazón como a un perro sarnoso
que sólo pide a una dueña donde cicatrizar sus monólogos

Las calles encienden sus genitales y ya el delirio
penetra sus grutas de agua bautismal sus grutas de humo de chamán
mientras una jauría de perros azules a dentelladas se harta
al cansado pájaro negro que ya solo pide la muerte

Esta historia es un río de espejos reverberantes
y su nacimiento cual tragedia
tiene su origen en la sed incandescente del hombre
¡La gran sed del infierno y sus trampas!
¡La gran sed del absoluto y sus espirales!

He aquí que la palabra convoca otros dioses
y en lo furtivo de sus iglesias
Baco orina sangre en medio del público babeante
que mórbido espera las vísceras oscuras de los deseosos
La sed de la luz de tierra de poros de agua de luz
La sed incólume de sol es la raíz de la locura
La sed insatisfecha de caminar al margen de la música
de anochecer
bajo el temblor del ciprés en pleno cementerio de palabras

La locura es el invento del pecho cuando los inviernos
Es la medicina
exacta que en exceso alivia el cáncer de la soledad

de los desesperados que sufren del hambre del fuego del mundo

La locura es el mar que se abre para dar paso
a los eternamente perseguidos
por el dolor

Es la puerta entreabierta de salida del gran ojo del laberinto

La noche
-hija de la rabia rata negra de la ciudad vómito
de luciérnagas partera de monstruos prostituta del vino sanguijuela
de la luz arma del dolor pederasta de los sueños gangrena del pálpito-
arrastra sus horas como cuerpo aletargados sobre las mesas
donde orina el olvido
y la madrugada con su sereno bautiza los crímenes las cabezas de los locos
y ya el cielo se torna azul                  y ya la sangre se vuelve sombra
y los locos caminan de regreso al infierno de las cuevas de sus días

mientras en chorro de plumas negras se empozan en sus pechos
y ellos se ahogan aun sin sacarle los ojos a nadie
y esconden sus heridas mas abiertas bajo abrigos amarillos
hasta el próximo paraíso

            Los Fusibles Fosforescentes, Dirección de Publicaciones e Impresos, DPI, 2013.


Psicografía

Valproato y Fenobarbital. Botella al mar. Bestiario. Iglesia ensangrentada. Tengo sed. Todos los días, la bestia amarilla, se yergue sobre mis hombros. Abandonado, podrido veintiséis veces, el reloj de gelatina, camina las empedradas escaleras, sus oscuros y dañados espejos. Pantera, la fútil imagen, se desliza frente a mi ventana. Y la ventana, sometida a una lluvia de ceniza escarlata, reducida al último rincón de la casa en ruinas, mira bailar al mundo exangüe. Todo estéril. El vicio con que me engaño, la mujer con que me lavo, la palabra con que me masturbo. ¡Ah mártir de mí mismo!, ¡despreciable niño sarnoso con alma de perro!
Vano el zapato, el asqueroso tambor. El aire, inyectado de crápulas, navega inmune en mis venas. Pentagrama podrido en el cielo. Estructura, adónde tus zonas erógenas, tus cosquillas pederastas. El tiempo cose su musgo en mi mirada, las calles me maldicen y el poro, el único poro adecuado para mi negra sed, corre hacia lo seguro, a lo común y corriente. Toda pintura, pese a sus fugas de nácar, perecedera. Hombre, sinónimo de muerte. Muerte, espina dorsal del mundo. Mundo, pozo plétora de hombres. Jaurías, asambleas de decapitaciones, cuerdas flojas, aquelarres de payasos, llameantes palabras de sombras, sed de otro mar, flores asesinas y orgásmicos espirales de prolongada sangre. Las veintisiete noches de la noche, en el monólogo de la polvorienta y abandonada ventana, han fundado su pequeño, mutante y solitario gusano. Infierno, todos te rodeamos. Miro al mundo, y su horizonte me evade; pregunto a los astros, y guano obtengo. ¿Qué quiere, entonces, la drogadicta pintura de mí? ¿Qué licencioso una vida camine; que eternamente espere la cicatriz de mis sueños; que le sea fiel al perro que muerde mi mano; que me identifique con las palabras de mi verdugo; que entierre mis demonios; que vomite mis preguntas y que –entre el dulce veneno de la mediocridad y el aletargamiento más hereje- amanezca verde fosforescente frente a la basura del tiempo? ¡Ah, si la vida tan sólo fuera eso! Dejadme en paz, cobarde, corrupto dedo acusador. ¡Que todos mueran a mi costado!, que dios se vaya al diablo, que mis amigos ardan en la lepra del odio, que la esperanza se desgarre las vestiduras de lo imposible y que todos, a la mierda, enfilen su hambre. ¡Dejadme en paz, corrupto, usurero mundo inexistente! El cáncer del tiempo ha crecido en mis venas. Con todos y conmigo estoy en paz, y mi paz es un azaroso, bello infierno.

Los Fusibles Fosforescentes, Dirección de Publicaciones e Impresos, DPI, 2013.


Dos poetas

Un joven poeta
va a la guerra
Desde la trinchera
sus textos hablan de flores
pájaros y soles

Otro
se queda en la ciudad
Desde su habitación
sus textos hablan de guerras
fiebres y mujeres imposibles

La guerra termina

Uno regresa de la montaña
convertido en leyenda

El otro se queda
en plena guerra
contra todos
y contra sí mismo

A cada quien su infierno, Índole Editores, 2016.


Sueño y pesadilla

…y siento que algo que fue un sueño se desvía.
Pepe Mujica


Ayer fue el frío metal de los adioses
que congregó el fuego purificador del oprobio
Después fueron decretos
firmados por la mano del nuevo crápula

La respiración de la esperanza 
se transformó en la exhalación de la bestia

La mano que liberó la cadena
es la misma que enciende el volcán
cargado con el magma de la rabia,
cargado del escarnio acumulado en el tiempo,
cargado de una inflamable paciencia,
cargado, en fin, de esperanza.

Ahora que los colores se difuminan y las ideas se congelan en verdes telarañas,
debe volver el fuego
a purificarlo todo.
Nosotros, peste del planeta y del silencio,
dueños de mansiones sin espejos,
gusanos de la fruta de los tiempos,
nos merecemos
vivir y morir en el fuego.

Ser estiércol que patean los cerdos
nos merecemos
por mantener el grito enterrado en el pecho.

Condenados a ser la sombra de Heráclito,
frente a nuestros ojos vuelven a pasar
los ríos escarlatas.

Condenados al silencio cómplice de los sátrapas,
se vuelve necesario,
como un arma escondida en la memoria,
desenterrar el grito extraviado
en las mieles del tiempo.


Alfonso Fajardo (San Salvador, 1975), Abogado, miembro fundador del Taller Literario Talega, una de las más importantes agrupaciones de la década de los noventa y principios del nuevo siglo. Tiene más de una docena de premios nacionales, tiene el título de “Gran Maestre”. Tiene los premios internacionales: LXV Premio Hispanoamericano de Poesía, Juegos Florales de la ciudad de Quetzaltenango, Guatemala, 2002; y Mención de Honor en el Premio Centroamericano de Literatura “Rogelio Sinán”, 2005. Ha publicado: Novísima Antología, Mazatli (1999); La Danza de los Días, Editorial Lis (2001); Los Fusibles Fosforescentes, Editorial Cultura, Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala (2002), Dirección de Publicaciones e Impresos (2013); Negro, Laberinto Editorial (2014); y A cada quien su infierno, Índole Editores (2016). Fue seleccionador del libro Lunáticos, poetas noventeros de la posguerra, generación de poetas jóvenes de los años noventa (Índole Editores, 2012). Aparece en varias antologías, tanto nacionales como internacionales.

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