Discurso roto (o breve autobiografía del caos). Seis poemas de Josué Andrés Moz


Danza de los espejos paralelos
Saludo a mi doble, a mi triple
Me miro en el espejo
y veo un rostro cubierto de ojos
de bocas, de orejas, de marcas.
Gherasim Luca


El silencio no existe en una ciudad perfumada por la sangre.

Pienso en el hijo que tendré para morir a través de su mano,
en el aroma de alacranes tartamudeando en el plomo,
en la voz del padre de mi padre coagulada sobre mis ojos.

Nada entiendo de ternura a esta hora del naufragio.

Hay a través de la noche una prótesis del dolor,
un camino anfibio –terriblemente angosto–
por el cual arrastrar la conmiseración, la soledad, el insomnio.

Apenas tengo nombre para calzar el invierno
porque la noche deposita cada día su estirpe entre mis huesos.

He llegado a perseguir la sombra que mi beso deja en otros labios,
a extrañar su vacío nunca dicho, a despedir sus naves perdidas,
a repetir su paso enfermo hacia los puñales del humo.

Hoy
me veo regresar al vientre de mi madre,
hacia la primera gran herida que escribí con este cuerpo
hacia la primera lágrima que llorarían mis hijos
y aborrecerían calladamente mis nietos.


Estrecha fotografía de Humpty Dumpty

Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty
con un tono de voz más bien desdeñoso–
quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.
Lewis Carroll


EL lenguaje es ruptura del cuerpo y la caída balbuceo del cráneo. Pronunciar la carne es buscar el origen del muro: amanecer entre los ojos de los caballos. Humpty Dumpty ha caído sobre su propia lengua. De nada sirve preguntarse cuántos ladrillos escribió con su nombre, cuántas caídas esperaron la suya. Humpty Dumpty escribe en su calendario las fechas que nunca fueron inventadas, los cigarros que nunca fueron encendidos. Fuera de la legalidad: Humptydumpty es la palabra del niño que ha nacido demasiado viejo. A Humpty Dumpty no le gusta el llanto de Huidobro, y dice que el origen es una mentira, nada de “Mitradente, Mitrapausa, Mitralonga” y menos cuando esto necesita mucha seriedad para poder existir. Las mayúsculas son como gritos dice HUMPTY DUMPTY, y no comprende hasta ahora las pretensiones de Vicente. Dice que los paracaídas fueron inventados para aquellos cuya redontella significa encontrarse tallerendo a orillas del lucenario. En el ojo de Humpty Dumpty: no encontrarán séptimos cantos. “El mayor canto es el silencio” dijo mientras no pronunció ninguna de sus palabras. Para Humpty Dumpty es imposible encontrar un montresol al lado de una mandotrina, eso es obvio, si el tempovío no madruga con los ojos abiertos. Para Humpty Dumpty la definición es el espejo de las contradicciones. Los diccionarios existen para negar la fragilidad de nuestros cuerpos: para detener el rebote detrás del rumor de nuestra caída. A Humpty Dumpty no le importa encontrar su desnudez en el plato del rey, ni respirar su retrato en la saliva del pordiosero. Humpty Dumpty es la negación de lo que alguna vez ha sido negado. Una sola de las palabras puede ser la misma soledad. Y la afirmación de la muerte una semilla que nace en el vientre de los pájaros. No intenten definir a Humpty Dumpty: él es un huevo que ha caído torpemente desde un muro y nada más.


Discurso roto (o breve autobiografía del caos)

A partir de la serie Pulpos de Efraín Caravantes

Hecho de nada soy, por nada aliento;
 nada es mi ser y nada mi sentido.
 Jaime Torres Bodet

El niño es capaz de ver la muerte
donde el anciano sólo encuentra el artificio.
Elías Marín

El cuerpo no soporta el espíritu.

De nuevo hablo de mi carne,
absoluta representación de la renuncia.

De mi costilla: el vacío. Nada nace de mí,
ni siquiera esta lágrima de piedra que se humedece en el poema.

& observo,
lo hago con la ceguera de quien lo ha perdido todo
& sostengo mi corazón como quien entrega un acantilado a los niños.

Más allá de mi puerta
ningún latido

(hijo bastardo de la transparencia de los días,
único huésped de los otros que me habitan,
herida predecible para quienes han visto mis ojos.
¿& hasta dónde llegará mi canto
si todos quieren hablar,
si no calla el cráneo & se rompe,
si todos adentro escriben una fiesta con mi sangre,
si yo escribí mi epitafio allá por mil novecientos noventa & cuatro
& falsifiqué mi ternura para no arruinarle a todos mi infancia,
si la vejez enferma & los enfermos se consideran la última costilla
& no comprenden que los golpes no son sino un eterno retorno
& que cada patada en el rostro del padre
es un puño cerrado sobre los años
& una voz temblorosa que regresa con un megáfono
entre los huesos?

De mi costilla: el vacío. Ninguna herencia para nadie.
El círculo perfecto de todos dentro.
El círculo perfecto de todos fuera. & mi voz:
este pájaro dormido que despierta a quienes lo imaginan muerto,
la enumeración incesante, esta procesión de ídolos rotos
& cuerpos sin rostro. Anónimo el dolor para romper la piel,
para partir las ventanas frente a la negación de la sombra
porque otras son las guerras de este tiempo, la pólvora & los perros,
porque el cristo es el mismo desde el principio de los muertos

Ahora nos queda el ruido: un laberinto nunca transparente,
la caricia invertebrada de lo que no se nombra, la mano sobre la pierna,
el juego inocente de las navajas en la garganta, de los periódicos en la sien.
¿& quién quiere salir si allá afuera es igual el aroma del fracaso?

No se necesita luz para comprender la rosa. No se necesitan labios para saborear el beso.
Lo que quiero decir: no se encuentra en las palabras.


Babel

Tu vientre
siempre fue una república de lenguas predestinadas al exilio

Tus manos
estrellas calcinadas en la madrugada de los perros

He aquí la oscura carne habitando los pasillos de mi memoria

La costra en las rodillas
de quien se inclina ante el recuerdo de tu sexo
como ante una catedral que derrumbaron los años.


Definitiva carta al padre

Hemos aprendido a decir tu nombre con otras lenguas
a pronunciar la estatura que esperamos de tu misericordia
e instalar tu rostro en las grietas de nuestras rodillas

Aprendimos a esperar tu abrazo:
colgados de esta cruz podrida por la desesperanza
y acechada por los perros que custodian
los designios del hambre en esta ciudad

Padre devuélvenos las plegarias que depositamos en tu manto

Manda a que el olvido recoja cada uno de nuestros cuerpos
ahora derrotados en el limpio valle de tu ira

Nosotros que solo hemos nacido para la muerte
estamos inconformes con tu silencio
con tu mano oculta detrás de los escombros
con la paciencia que guardas ante tus hijos
que sólo pueden verte desde el ojo de una bala

Bajo estas aguas en que se clavan tus pasos
yacen insepultos los hombres y sus corazones
quebrantados por el ladrido de la pólvora
y abrasados hábilmente por el beso del exilio
pero no les desconozcas querido Padre
porque sus gargantas y sus gritos te pertenecen
porque sus estrellas masticadas y huérfanas de todo cariño 
son tuyas

Desde este dolor plantamos un grano de mostaza en tu nombre
como quien planta su tristeza en el centro de una lágrima
cuya humedad no será jamás escuchada por tus oídos

Padre esta noche siento la furia de Caín en mis manos.


Lamento del carnero

El principio del terror es una página en blanco. La memoria arroja su sangre por la nuestra. Ambición estéril escupen los años, ambición de encontrarse al otro lado del fracaso. Madre ¿me escuchas? Estoy escribiendo sobre una lápida que lleva el nombre de tus hijos y de los nietos que no llegaste a conocer. Nada. Nadie tiene sentido. Ninguna mano tapa mi vergüenza, ningún latido esconde mi morir. Me duelo doliendo tu dolor; me lloro viéndome llorar tu llanto. El principio del terror es una colmena que se agita, una lengua que se desliza por la espalda, un silbido que atraviesa los huesos, el páncreas, el hígado, los pulmones. He llegado para observar tus restos y los restos de mi niñez, para verme devorado por espejos y escuchar tu canto silenciando mis pupilas. Otra vez nazco derrotado en esta tierra, sobre dos guantes blancos y fríos, sobre el aroma ruidoso de la tristeza. Desde aquí te escribo, madre, desde tu vientre y mi renuncia. Este dolor no será importante para los periódicos, la conmiseración o para escribir un gran poema. No tendrá la estatura del vacío, ni cubrirá siquiera la geografía de mi soledad. Estoy solo desde antes que te fueras: desde que mi padre fue detestado por suyo, y enterró los juegos a punta de patadas en sus costillas. El principio del terror es una cruz dibujada frente a mi voz, un abismo colmado por los colores del naufragio, una barca lluviosa recostada a las orillas del invierno.


Josué Andrés Moz (San Salvador, 1994). Poeta y gestor cultural. Actual estudiante de la Licenciatura en Letras en la Universidad de El Salvador. Ha publicado poemas en diversas revistas literarias, así como en distintas antologías dentro y fuera de su país. Publicó Carcoma (Editorial La Chifurnia, 2017) y Pesebre (Editorial La Chifurnia, 2018). Miembro de Fundación Metáfora. Miembro del equipo coordinador del Festival Internacional de poesía ‘‘Amada Libertad’’, director de los ciclos permanentes de poesía: ‘‘Los Heraldos Negros” y “La noche del Albatros” y miembro coordinador del Encuentro de Poesía de San Salvador. Ha participado en el Festival Internacional de Poesía de Aguacatán (Guatemala, 2018), en el Primer Encuentro Centroamericano de Escritores Edilberto Cardona Bulnes (Honduras, 2018) y participó como ponente en el Primer Congreso Centroamericano de Literatura (USAC, 2019). Es corresponsal de Revista colombiana Literariedad por parte de El Salvador. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés.

Comentarios

¿SE TE PASÓ ALGUNA PUBLICACIÓN? ¡AQUÍ PUEDES VERLAS!