Vendedores de humo. Cinco poemas de Gonzalo José Bartha
Vendedores de humo
Encienden sahumerios de opio
y liberan sus esporas al viento
cargadas de significantes
para que penetren
pequeñas fisuras
del lenguaje cotidiano,
-… a echar
raíces … -
… sobre superficies convencionales
hasta convertirse en murmullo de crótalos
resignificando
el sentido de pasillos y aberturas
en el laberinto de las decisiones.
Vos
y yo
He aquí una paradoja existencial
y un lugar común
literario:
-…nuestras diferencias marcan
el comienzo de nuestras similitudes.-
digamos que se trata de
un axioma Hermético
o de las consecuencias de
un buen vino.
Como sea,
somos el uno al otro un
espejo antagónico
y nos necesitamos para
reconocernos,
para tallar el esqueleto
estructural
de las máscaras que según
la ocasión
vestimos o dejamos en
casa.
Adelanto del libro en proceso Estado
de hipocresía
Trece
… comienza como un
cristal astillado
en tu lente derecha.
Una ruptura
primero diminuta,
un instante,
porque toda fragmentación
comienza
de la misma forma que
tu miopía social.
Lo sucesivo
adquiere una realidad
diferente,
otro instante,
en tu reducida creencia…
… como sea,
todo aquello que te
completaba
se desequilibra y
acudís
a la memoria,
al recuerdo
para completar una vez
más
aquello que antes
entendías,
en diferentes instantes,
antes de perderlo
nuevamente
en los mismos anaqueles
que buscaste.
Mayor sorpresa te atrapa
frente al espejo:
el
rompecabezas no funciona
sin
angustia
ni
ansiedad.
La única solución
probable
para quitarte la
desesperación,
es quitarte los lentes
y enfrentar las borrosas
circunstancias
que te llevaron a nadar
cada noche de verano
y dejarte arrastrar por
la marea
con la intensión de
encontrarte
por lo menos un instante,
en el reflejo de tus
decisiones.
Este
poema pertenece a un cuadernillo, aún sin nombre,
que
versa sobre el antiguo mito de Leandro y Hero.
Fábulas
…Los muchos años lo habían reducido y pulido
como las aguas a una piedra
o las generaciones de los hombres a una sentencia…
“La
espera”
Jorge
Luis Borges
La gente
siempre tiene algo que contar
Con la metódica precisión de un
artesano
proyectan de su cuerpo
una anécdota
un acontecimiento
un antes y un después
una bifurcación inconsciente
un argumento
que necesita del recuerdo y la
memoria.
La gente
siempre tiene algo que contar
Algo diminuto sin valor
Un evento familiar
Un acontecimiento callejero
Un hecho de pocos testigos
convertido y canonizado
a testimonio de generaciones.
La gente
siempre tiene algo que contar
(más allá de la disponibilidad que
usted tenga
y del interés que esa historia
genere)
y lo cuentan,
alimentando paradojas
que de algún modo nos habitan.
Del
cuadernillo Notas al margen (2008)
desencuentro
No se me ocurren los
vendavales del cuerpo
ni las manos de esta
mujer;
su poesía de hecho,
la tumba salada.
Me la vendieron como a un
mito
que agitaba las letras
(con o sin versos),
sombrerito años treinta y
un vestido charleston;
fumando boquillas largas,
revolviendo café “belle
epoque”.
Labios que proclamaban
feminismo,
fea y mal llevada,
destruida por un “hombre
pequeñito”.
La conocí sin ganas
una mañana del “post –
modernismo”,
en el pupitre de un
colegio católico.
No la quise blanca, ni la
quise pura.
Hoy sigo marcando su
número de teléfono,
pero atiende siempre su
nodriza fina
y me repite lo mismo:
que no insista, porque ha
salido...
Del cuadernillo Malabarista de Pekín (2007)
Gonzalo
José Bartha (Mar del Plata, Argentina, 1972). Es Diseñador Industrial y
Especialista en Gestión Universitaria graduado en la Universidad Nacional de
Mar del Plata. En la actualidad se desempeña como Secretario de Asuntos
Académicos en un Colegio
Preuniversitario de su ciudad. Fue director de la Revista Signos Vitales – Cultura Creativa (2007-2010) y ha publicado los
cuadernillos de poesía Malabarista de
Pekín (2007), Notas al Margen
(2008) y Cuadernos de Nóctumo (2010).
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