Me esparcen los pájaros. Siete poemas de Pamela Janet Rodríguez
El silencio de las romanzas
Llegaron al
acercamiento
de la tarde.
Manos llenas de tortura.
de la tarde.
Manos llenas de tortura.
Vinieron a escupir
sobre la tierra clara, la
carne expuesta de los claros.
sobre la tierra clara, la
carne expuesta de los claros.
Dime, poema,
¿qué es todo esto?
¿qué es todo esto?
Viene, desaparece / como la
simple línea de un lápiz.
Por la imagen poética,
estrellas jeroglíficas sin rostros /
Estas son voces que buscan
/ al poeta /
y suben las cumbres
// Negro / Blanco / Rojo //
Para finalmente detenerse /
entre el cielo y la tierra
/ y defenderse /
en la fuente ausente de lo
desconocido.
Una pizca de niebla
_______________ insinúa
a la espuma de las olas
almenadas,
_______________ cortas
a la indigencia de las
mañanas descoloridas,
la función desesperada,
saliente.
¿Qué podrían hacer hoy las expresiones?
¿Qué podrían hacer hoy las palabras?
¿Qué podrían hacer hoy las palabras?
Es demasiado tarde, la
noche cae.
Es hora, sin embargo, el
momento de apelar:
_______________ Al
poema.
Me esparcen los pájaros
Entiérrame en el aire:
el suelo será demasiado duro,
los árboles demasiado lejanos.
El cielo está justo, más
allá de la ruta
de leño de una montaña sin sombras, a
cincuenta millas al este del hogar.
No dudes
en llorar, acercarte
y acercarme a ti.
Seguiré siendo yo,
este cuerpo y esta piel
y estas manos.
Pero no estaré allí,
mis costillas cambiarán una pulgada en cada dirección
en espera de cosas más grandes.
Cuando muera, déjame
en las rocas con un atavío de lino,
y recuerda
el tirón de la tierra hacia el cielo.
No olvides el color
de mis adentros, ni el sonido
de las estrellas, memorícelas
para que quede alguien que los recuerde.
Lanza el polvo de los huesos
blanqueados en el vuelo,
y así las aves puedan
reconstruir el amanecer.
reconstruir el amanecer.
Invierno
Como lluvia estucada en la
sombra,
aspiro fruto y semilla.
Hojas de sal
en la boca;
sin augurios ni mar,
culmine desierto ausente de
glorias.
Un ligero toque de verde,
pobre y desgastado,
andariego inmóvil,
se vuelve helado.
El infierno musical
Mil
voces cantando,
engendros productores
de rondas nocturnas,
como perros vagos;
como perros vagos;
asesinos y suicidas
afuera duermen sin saber de
mi vigilia.
Espíritu y alondra,
lo ebrio se contrasta en
trino
y mi locura cuelga de una
rama,
gorriones mudos me delatan.
¡Neruda grita sus versos!,
a través de los rocíos fríos
que salen a morir por un momento.
que salen a morir por un momento.
Los rojos versos
sonríen al espejo
góticos diafragmas ilustran
palabras mutiladas
buscando asilo en mi garganta.
Un espasmo cerebro vascular
asalta el eco de lo
insensato
metáfora y jilguero, como en
el diván de una plaza
escenarios de vanguardia
porque mis delirios vuelan
ceniza al viento.
¿Y por qué esta locura, y
esta apuesta?,
que reverbera en esa hoja
con filo de un cuchillo.
Usurpa mis horas
al sondear sus sombras.
¿¡Será
demencia lo que tengo!?
estremeciendo el limo
dormido
evocándose a sí mismo en un
onirismo
ángeles y demonios
que dormitan extramuros
que dormitan extramuros
sola con mi criatura
con su alma y con la mía,
con su alma y con la mía,
¡esquizofrenia maldita!
guardar tu gesta
una y mil veces recitada.
una y mil veces recitada.
Tierra chamuscada
Esta mañana, la habitación se parece
al desorden que tengo en la cabeza.
Una sábana arrugada entre mis orejas
deja ir los pensamientos en algodón.
Un sueño bordado de cabellos blancos
termina su noche en un surco de la cama.
La única muralla de esta tierra quemada
donde el sueño ya no es suficiente.
Interrogantes
No hay verdad en todo verbo
y más a menudo de lo que se cree,
el opulento universo se cruza con el
nuestro, desde el suspiro banal hasta el
éxtasis más exquisito de los santos.
El desorden de las miradas, el
fuego artesano que en otros tiempos
empuja al sentido a una
historia de tránsitos, a
la sombra que avanza y se
arruina en el pasto
mojado por chispas, y tú,
que colapsas en el aire
en secreto, tienes un mareo
de ternura perdida.
fuego artesano que en otros tiempos
empuja al sentido a una
historia de tránsitos, a
la sombra que avanza y se
arruina en el pasto
mojado por chispas, y tú,
que colapsas en el aire
en secreto, tienes un mareo
de ternura perdida.
La pasión que nos persigue de
años caóticos.
años caóticos.
(Otros hallazgos, nos prueba)
¿Qué palabra pusiste en el camino
o qué palabras fueron las huellas?
¿Quién habló,
sin cubrir el silencio?
Las raíces, los hilos, las ramas,
el brote rígido de los desenterrados.
No tiene abatir.
El alma no tiene huesos:
Solo agujeros
en el polvo de mi camuflaje,
solo silbatos detrás de ortigas
y arbustos: ¿aire o sierpe?
De vez en cuando un estallido,
para ver si aún está vivo
o en forma, si
sale fuego o vaivén. Mientras
sigues tirando de ese golpe
en el seso, piensas: ¿todos somos
sierpes? La palabra
se suelta, se suelta, huye, las
neuronas
devoran,
silbando las noches con la
dispersa de las lenguas.
solo silbatos detrás de ortigas
y arbustos: ¿aire o sierpe?
De vez en cuando un estallido,
para ver si aún está vivo
o en forma, si
sale fuego o vaivén. Mientras
sigues tirando de ese golpe
en el seso, piensas: ¿todos somos
sierpes? La palabra
se suelta, se suelta, huye, las
neuronas
devoran,
silbando las noches con la
dispersa de las lenguas.
Luego atraídos por la marea, ya que
el verano monta claro,
vacían esos pensamientos
sobre la superficie del agua.
Demencia senil
Altos corredores
aleados con gotas de aluminio.
¿Qué es esto de perderse y encontrarse?
En este aforismo venidero
un agudo cincel congela su canción alborotada
y el delirio abre sus rejas de ayer.
Címbalos, avispan el cerebro cual chispa
¡Oh ciudad de los gritos!
Libérale en cordero de Dios y sacramento.
La guardia civil siembra fusiles y pólvora negra
serpenteando en su cabeza,
estallan en guerra.
La vejes no entiende de tiempo,
perdido en reloj sin manija
con locura se cobija,
embarcándose en telegramas
de voces viejas y heladas;
Siempre viajan
en el lado equivocado,
donde al sol le entra pereza,
donde el respaldo está helado.
Viajan solas las memorias;
en esencia consumada,
la visita de su adiós,
de su brisa contenida
Ya no hablan,
ni siquiera escuchan;
cierran los ojos y miran
los cuerpos recién nacidos,
a los que ya no tiene vida.
En tanto que la profundidad lo envuelve,
un muro llora sin poder autorretratarse.
Pamela
Janet Rodríguez (Lima, 1983). Poeta Inca. Mujer de pluma. Interesada en toda
pasión y afición de creación artística poética. Ha pertenecido a la Escuela
Literaria del Sur-red de Escritores y Escritoras por el Alba (Venezuela). Ha
colaborado en revistas literarias de formato digital como artesanal: Cinosargo (Chile), La Máquina de escribir, Delirium
tremens (Perú), Papirando (Argentina),
La Fanzine de España, Alcanza poesía (Argentina) y La Revista Cultural Calle B
(Cuba-Cumanaguaya). Participando en las antologías poéticas: Libertad en mi cuerpo yo decido, Cascada de Palabras, Cartonera (México), Grito De Mujer (República Dominica), Antologías poéticas Mil Poemas a César Vallejo, Mil Poemas a Sor Teresa De Calcuta, Antología Poesía Hembra (Perú) y Poetas siglo XXI Antología Poesía + 13.800 Poetas
del mundo (Fernando Sabido Sánchez, editor, España). Actualmente trabaja
como editora y pertenece al proyecto literario del portal web lenguaje Perú: http://lenguajeperu.pe/
y de la web https://liberoamerica.com/. 1er lugar Cuento Internacional Letras
Sueltas-Escritores De Cali Fundación.
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