La abismal experiencia de lo deleznable. Siete poemas de Nielson Rodríguez


A Víctor Humareda

Y es que entre los prejuicios manieristas e imitativos
 del arte moderno –no solo en pintura-
reina la impronta de la espontaneidad instintiva
arrastrada por las euforias de la improvisación.
 J.M. Ugarte Eléspuru


Buscando el éxtasis de los abismos
tropecé con la belleza profunda
era la celebración de un ritual nuevo sobre la misma piedra.

Una procesión avanza pesadamente floja y oscura
es negro el cristo que llevan y negras son sus sombras
todas sus huellas se leen como melodías anhelantes
todos van cabizbajos manos en los bolsillos
por momentos la fe es angustia.

Es inevitable turbarse ante los arlequines de Humareda
y sus perfiles que yacen inmersos en mundos de alta tensión.

Desde una habitación de Hotel / Lima se abre de piernas
dándole paso a la procesión del caballo, el payaso y las prostitutas;
a mis apetitos por lo absoluto.

Yacen tendidas aquellas calles mugrientas
y sus balcones con pisos de cielo,
la vieja Quinta Heeren y el humo de una paleta de colores
se ofrendan al vagabundo incomprendido.

Hace treinta años el dandi recorría la ruta del Centro a la Parada
hoy su espectro descansa en el viejo sillón
en donde se dejaba ser el payaso enfermo de furia,

hoy su ánima nada contemplando
los flancos de las venus desnudas,
al caballo encabritándose
a la esquina de viejas casonas y faroles obnubilantes
ya no quedan rastros de seres en su mundo
solo perfiles de un puñado de condenados que no tienen rostros
pero cuyos movimientos graban en el tiempo poemas y nostalgias.
 
Danzan las notas de carbón en un remolino de figuras
vuelve la Lima virreinal a hundirse en nuestro tiempo
sublimes visiones para el centinela más atento
para el hombre curado de la enfermedad angustiante.
Los ascetas como tú sabemos que el arte corre como corcel sin ataduras.


Ante los mares de la incertidumbre

Ante los mares de la incertidumbre
deshojo flores de primavera
contando los pasos del sol hasta el crepúsculo
es rubí la piel del páramo
por donde corren los vientos afilando los perfiles 

Me convocan los tiempos
y evoco el pasado mortal
las enseñanzas verpertinas
cuando el maestro de sus cuatro paredes
recordaba al viejo alcohólico
y su memoria era manoseada a la ligera
como hundiendo los dedos en su tumba

Como el ídolo de tu emblema
empuño la venganza en tu nombre
como una afrenta al silencio
el grave tañir de la poesía
en donde rugen incendiarias las palabras
cayendo como bombas
sobre una pradera de desgracias

Nacen animales del salvaje canto que es naturaleza
vibran los vientos noctámbulos desencajados
ha pasado el tiempo de la piedra
es la mañana del hombre
en donde el viejo alcohólico se muere de frío

Hoy mi dios castiga a dos manos
yo soy su diestra y voy asolando los sentidos
evocando versos nacidos del pasado
como la alabanza al trágico rey de Tebas
“la poesía es mi destino”
y la vida una pendiente
por donde los dados ruedan en su juego

Al pie de la montaña me desvivo colmado por los cánticos
que nacen del panteón de los vivos
melodías que edifican una torre de palabras
en donde los escalones son símbolos de mis peregrinaciones
son el día la noche y todas las estrellas
en donde sumerjo mi frente

Y tú, aun esperas la llamada de lo inusitado
por los pasillos resuena el eco de los enmudecidos
héroes alfiles siluetas negras e invisibles
sé que existen espejismos más creíbles
que esta relación insomne de sonidos
sé que hay o no hay poesía
(y sé también que ya nadie carga nuestra bandera)
pero es que nosotros no encajamos
en el molde del maestro

El santo y seña anuncia:
solo sobrevive la palabra
ella sabe atravesar las fronteras
entre el efímero ayer y el inicuo hoy
Observa la noche
en la profundidad del cielo estival
se macera el vino sobre los regazos
de las diosas silvestres
la primavera derrama de sus cabellos
el rocío que mancha las flores.


Navegantes del silencio
A César Calvo de Araujo

Al final del túnel se abren horizontes vírgenes
y en el caminos nos recibe la ardiente brisa
un buen momento para callar y decidirnos
verde o azul
como el resonar del beso crujen los ecos del sol
entre la atmósfera que recibe las visitas ajenas
de esos seres que nos perturban
con ellos convivimos entre nubes de plantas
bajo techos de agua
somos navegantes del silencio
perdidos en medio de la selva oscura

Se despliega largo el día en que vamos por el surco
de aguas, té y rosas
cortando las gotas con los dedos
salpican las estrellas
en los árboles vibran los mundos
en sus brazos refulgen seres de sangre inundada

Y entonces con un pie en lo hondo
anhelas aquello que nunca tuvimos
verlo todo desde arriba
El deseo finalmente se consume en un retrato

Al margen de los aguajales
se ahorcan las damas hundidas
se detienen las oropéndolas vespertinas
es hora de buscar a los seres que intentan darnos caza
para liberarlos de sus grilletes

En el vaivén del bote hacia la noche
cortará el cielo los aromas de la tarde
el fuego se hunde en el agua
dos combatientes cayendo entre los árboles

“Oh caimán adormecido
anaconda de agua turbia
temita en su guarida de tierra
dónde está la hierba oculta
salvación de mis tropiezos
el pescador paciente sabe que 
hacen falta curas para el tiempo”

Rezamos el himno que la jungla
oye en su soledad de hombres
se envuelve de oscuridad la fatiga del viajero
déjame a la sombra del árbol más antiguo
mis hojas se las llevará la corriente

Los recuerdos flotan
y marchita la vida aun atesora el día de su florecimiento
una oda a la eternidad breve del viaje.


La abismal experiencia de lo deleznable

Soy el alucinado que se enerva
 coronado de cruces
 ante un mar de amebas acechantes[1]

Los eunucos sonríen en las direcciones de los vientos
su falta está suplida por la fuerza de su unión con la carne astillada
ellos derraman sudores abigarrados
                        son aguas en donde diluyen
                                               su sangre los eucaliptos

a solas entre las criaturas exploro los sentidos
habito el claustro de seres intermitentes
que flotando escapan del cuadro a poblar los malecones
ojos bocas brazos dientes estrellas olas espirales
las cruces se equilibran
para rompen el marco de la realidad

Hay momentos en los que tus labios
hablan el lenguaje de la madera
                        que se ensambla con las raíces
                                               oscuras y artificiales                                                                                             

En este mundo las almas son tan deleznables como los cuerpos
como cuando se viaja por el túnel multicolor de los sesenta
y el animal terrenal te coge del sentido para tirarte contra la arena
Estaba bordeando el Medio Oriente
en una combi te trasladas al fondo abyecto profundo
en esta hondonada de pueblos exóticos y corruptos
descubres un bestiario de seres mutantes y crueles
pero voy por el desierto bendito por la Browning 22
siempre está la bandera contra el norte
hasta el norte frente a las escaleras pedregosas de Nepal
suelo fértil en naturalezas muertas

Las peregrinaciones del asceta del Perú
se graban en la piel del tiempo
el camino de regreso envuelve mi rostro de nostálgica tierra
pero me cubre del sol la vieja combi
furtiva por naturaleza
estas tierras se calientan como el verano en mi Shangri-La
con el pincel carmesí se sonroja la tarde
que me halla en los infiernos del mundo

La noche escupía sus demonios
como el miedo le enseñó a hacerlo
en soledad siendo víctima de su propio reflejo
ahora se te ve desde tu isla frente al horizonte
está tranquila la tarde cortada por el rubí
y los rastros de los seres intermitentes.


Expresionismo peruano

Estamos atrapados en este mundo
caminando ciegos y cabizbajos
ante los latigazos del día,
la noche abre sus altísimas puertas
y extiende una mano áspera
para arrancarnos el grave peso de vivir.
Entonces subimos una escalera de cemento
a bordar nuestros nombres en el cielo,
las estrellas coronan la cabeza
de nuestro dios de piedra
y su sangre es purpureo vino.

Silenciosas calles encierran la nocturna demencia,
abrazados recibimos la llegada del sol,
que incendia nuestros cuerpos
que nos expulsa a las riberas bajo los puentes,
a construir la esencia de la noche
entre aspiraciones de cosmos
esa tibia belleza que nos redime
como el ardiente olor de tu cuerpo

Porque el día es solo esperar la noche
y ver bajar a la Virgen María de su nube
a mostrarnos el camino oscuro de la revelación.
Hoy expulsamos los abismos
porque decidimos conspirar contra la muerte.
Este mundo nos arroja contra el pavimento
pero su lejano inicio contiene su próximo final
mientras tanto me destruyo soy incendio
y el delirio es este humo incontenible.


Canto a lo ignoto

Eres como un caballo galopando al infinito
porque vuelas y dibujas una estela de confusión en nuestros rostros.
Nosotros somos animales perdidos que no hallan su lecho de muerte

Así la vida va contando los segundos hasta la nada
hasta ser una estatua de lamentos y recuerdos opacos
que jamás debió nacer

Paloma de la noche
no dejes de cantar
no dejes de ahogar a las bestias entre tus fauces
no dejes de creer en tu pacto con la tierra
tú serás antorcha irradiando nuestro sendero
y un extraño Dios para los incautos
pero tus palabras y tus hechos
serán las historias que nos asalten entre sueños.

No seas el caudal del río que se desboca
como el remolino más allá de la mirada
sé el mar por donde llegan las ramas de los nidos
y por donde se van las cenizas de los muertos.

Corcel del día ave de la noche
eres todas las estaciones del tiempo
y llevas todas las formas del espacio.
El eterno fuego donde vemos danzar los sueños.
El viento sureño que viene a despertarnos.


Oceánicas
A José Morales Saravia,
 el poeta barroco de la naturaleza

La reventazón de las gaviotas contra el viento
está augurando que por el filo del horizonte
se avecina a cortar las alas del mar la luna
ojos búhos resuenan
y forman una difusa nube añejándose
que vuelve como la bruma a la orilla
como tu recuerdo hasta detrás de mi frente

La profundidad ensordecida sale a flote
el crepúsculo se coagula en la proa
y en cada canto por donde tiro las redes
hacia el norte me esperan los cetáceos
los cámbaros cortando las plumas fugaces
que reposan en los humores de la marea

Tersas resuenan las voces entre las algas
y el desierto que se vuelve a verme
cuando penetro entre escombros de embarcaciones
Atesorando el descanso de las malaguas
vuelven navío y nostalgias de madrugada
cuando el arrecife sueña profundamente
al arribo de los nictálopes

A las orillas del sentido se arremolinan las luces
vuelven obnubilantes
las vacaciones en un balneario del Sur
Tu joven recuerdo bañando mi mente
en un viaje a la deriva
el astrolabio enrumba mis velas
a donde las cárdenas nubes se sumergen

Saturado e hipando
vuelvo a la costa
me atas al yuyo que pende por tu espalda
la espuma es el último ámbito de las formas.




Nielson Rodríguez (Lima, 1994). Bachiller en Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Docente, escritor y editor de textos de literatura. Ha publicado junto a Cristhian González la plaqueta de poesía hecha a cuatro manos Astrolabio, primer libro de la serie "Instrumentos de navegación". Ha publicado recientemente Locus Amoenus. Antología de poesía joven sanmarquina. Actualmente está preparando su primera plaqueta de poesía  individual, textos en homenaje a una serie de pintores peruanos.






[1] José Miguel Tola de Habich, Alucinación I, 1995. Óleo sobre lienzo, 98 x 79 cm.

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