Dandys del Congo
Imagina dandys del Congo.
Trajes a rayas, en un mar de puntos
que es un universo de posibilidades.
Zapatos finos y caros caminan
sobre el barro de un pueblo
sin agua potable. Contenedores de vida
que a su vez son contenidos por otros
para llevar el peso de la conciencia
al comprender lo mundano —que
lo infinito es todo, y en él
todo existe—.
Proyecto Warka
Niños corren colina abajo.
Darle un fuerte abrazo. Alto
y flaco: un poco calvo. Rey
de la condensación matutina.
Ingeniero aeroespacial
bajo el sol de un eterno enero.
Caído del cielo, anclado
al barro. Hoy se puede decir:
un nuevo día. Humedad, vapor
de madrugada. Estructura de madera
envuelta en telas de arañas.
Cae el agua: sobre los bidones
de Texaco. Se agregan días al contrato
sistémico con la vida. La firma es verse
en el reflejo, bendito viejo. Gracias
a ti, la diarrea se ha tomado
sus merecidas vacaciones de verano.
Chan Minh Chuang
Una roca lucha contra la corriente:
amatorio con lo recto, galopa
en los fondos. Salvaje semi acuático
mañoso de genio, se lleva mal
con lámparas doradas. Emperador
del barro, bajo luz de luna
como vampiro te retiras del fango
para emular a un humano
y aplicar genocidios al pasto.
Sientes nostalgia de una época
en la que surcabas los mares
protagonizando historias bíblicas
sobre antropofagia. El temor te rodea
por fuera, una leyenda de violencia
da un prestigio proporcional
al tamaño de tu boca. Medalla de bronce
en la disciplina del miedo
feudal ejemplo. Un harem es una forma
de recordar tus reglas políticas.
El estado islámico toma nota
de tus doctrinas invasivas. El río Jordán
todavía llora tu partida. Y gracias
a ti: bailarinas de ballet recuerdan al mundo
que se puede rondar la muerte
sobre la punta de los pies.
Huesos de pollo
Variamos destinos por un hueso
de pollo. Huesos pequeños
se quiebran y los niños bailan
frente al ojo de vidrio con ritmo
para camuflar así, el acto animal
de correr en llamas para llegar
temprano al trabajo. Las costumbres
mastican fibra. Trituran cabezas de pescado
secas. Entonces me desahogo
de los dientes, y me hundo en leche
agria. El sol quema la piel
por dentro del pecho
que malentiende lo viejo.
Reciclar la basura
sirve poco cuando flota
boca abajo. Allá la luz es nórdica
y el pan cruje. Acá el valor
del vómito es calórico. La lluvia
trae consigo los parásitos necesarios
para entender la ausencia total
y desoladora del vacío en este mundo.
Vivir, respirar, soñar: son
las constantes físicas
de la destrucción nuclear.
Poemas de Cicuta.
Día 4
No querer morir, ha sido la revelación
frente al orden caótico del cosmos.
Una tarea simple y rechazada.
La eternidad es incompleta
cuando no conoce el final de las cosas.
Un animal muerto en el camino
o en otro lugar. Experiencia con profundidad
encarnada en pelos, en poros
de huesos. Soy hombre
de segunda categoría.
La imagen del fin del mundo
en ojos de recién nacido.
Un llanto imponiendo dolor como norma.
El mundo es cruel: será una lección
que nunca olvidará. La memoria del abandono
y la infidelidad con el comienzo de las dimensiones.
Encarcelar el espíritu en un cuerpo
débil, ligamentos tendientes
a ser demoniacos.
Empatía con el asesino.
Amor por el dios de los castigados.
Día 8
Reencarnaré en loza sucia.
Planos rugosos.
Envejezco hacia surcos
transfigurando mi expresión:
no es fácil saber lo que haré.
Los túneles me dan
la seguridad que no siento al aire
libre.
Soy poeta, y a la vez dejé de serlo
hace mucho tiempo: cuando comencé
a escribir viento moviendo aire
y agua perfumada. La muerte
se acerca. Dos pájaros negros:
señal de mal augurio.
No nos volveremos a ver. Pero te
abrazo
mientras te rezo
una línea recta hacia delante
y no veo que te pierdo.
Un grito gutural femenino nace
desde las palabras: extrañar a un
amante.
En la emoción los segundos
también son centímetros.
Día 17
El subsuelo, es la dinastía de la
dinamita.
Ciénagas, renacuajos de vida.
Un animal viejo simula cacería en su
mente.
La postura de vergüenza
recordando viejos tiempos:
esos en que el impulso era sincero
y la fuerza ordenando palabras
gregarias
era
el siglo de las luces.
La gramática universal
propuesta por Chomsky
ha sido contaminada
con la mediocridad del progreso.
El karma será llevado sobre el lomo
emplumado
de un animal sin pescuezo. Cadáveres
congelados
dentro de plástico fino, papelillos
de arroz.
Cicatrices de convulsiones en espuma
se camuflan entre sus rayas.
Del tajo proviene la sabiduría del
amputado.
La naturaleza es dogma
y primera barrera intestinal
para nutrir el ego / animal /
ciudadano.
El objetivo ha sido alcanzado, la
presa:
tartamudear balbuceos raquíticos.
Si el mundo fuera como la cría
mucosa
las máquinas se moverían con el
miedo:
energía infinita del universo.
Día 18
Soy cruel
solo por
llamarme humano.
Me he
nombrado igual
que millones
de asesinos.
Llevo su
culpa en la sangre.
Ahora es
mía, y tal vez
sea lo único
mío en este mundo
donde nadie
ha inventado un río.
Poemas de El perro que
habla.
Matías José Morales (Talca, Chile, 1988). Es gásfiter
y psicólogo. Ha colaborado con revistas digitales y publicó dos poemarios en su
blog.
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