Te regalaré la otra mitad del fin del mundo. Cinco poemas de Gabriel Balazar López


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Pequeño vals vienes rompiéndose la boca contra una pared

espérame en el cielo aplastando estrellas con la boca
quitándote las vendas y las agujas detrás de esa tela roja
con esas frases abandonadas como nubes vacías
como paredes de sangre de una necesidad bastarda
congelándote de angustia y estallando desde tus cabellos
con esa lengua de terciopelo y esas lágrimas de acero inoxidable
con las bolsas amontonadas en el patio de atrás
con los cuatro gramos debajo del asiento y esas ratas arañándote los tobillos
la carretera abierta desde tus piernas hasta el infinito
o una catedral de pintura negra sobre la alfombra
salir de ti para entrar en un agujero de tristeza
o volver a ti alistando la siguiente dosis contra los trastornos
que la luna es una cosa pequeña, un te quiero o un te amo
que acabar ahora sería una bajeza
espérame sentada en esa duda con tus uñas mal pintadas
con tu corazón enterrado debajo de un vómito de ángeles
con tus medias de colores en la boca
estrangulada con un alambre de púas
escupiéndome lágrimas como balas perdidas
como estrellas de una noche atropellada en silencio


(pequeña canción de amor)

buenas noches, pequeña
10 y 30 de la noche
ha pasado mucho
34 semanas
cállate 
te odio.

26 poses,
una lágrima
fluye avergonzada.
yo quiero ser tu corazón.

10 y 30
no jodas gab,
muchas cosas
la alergia
hasta depresión.
alguien 
que se haga cargo 
de este agujero.

alguien
el último o el único.
o tal vez mierda
yo te amo.

adiós, pequeña,
buenas noches
un cuchillo
besa tu cuello.
una muñeca
te arranca la cabeza.


(…)

El instinto y la prohibición me la dan.
Los cuervos se estiran sobre los hígados y los estómagos vómitos de sí mismos
con sus lenguas y sus genitales entre las sobras y los últimos recuerdos de 1981 años
Me he vuelto cínico, lo sé.
Pero también sé que eso te excita
que me coma esas dos maripositas de mierda. Disfruto de eso.
Pero tengo miedo porque soy un traidor y huelo y apesto a eso
porque esa rosa negra tatuada en tu ombligo no es una rosa
es la mordida de un ángel esquizofrénico
o es la marca de los dientes de una zorra anoréxica;
son los fantasmas de una mentira.
Me retaron a ponerme alas pero mi vida es una tumba sin flores y se esconde debajo de la mesa.
Te pusieron la noche en un plato y te sangraron los ojos por intoxicación.
Te la comiste toda sin esperar a que te dieran la autorización de embarque.
Prepararon el desayuno y me la diste otra vez.
Cruzar a través del peligro es volver a los espejos del miedo.
El dolor es confuso / la vanidad es tormentosa
pero la ignorancia no justifica impunidad.
La violencia es real y la filosofía una rata enjaulada
un submundo lleno de complejos
una paranoia sofisticada y aburrida
el caos, la perversión, los miedos, la necesidad, el odio, la mentira,
el instinto y la prohibición y la culpa,
y los ojos que nos discriminan y las lágrimas que nos aterrizan como botellas.
Y todo esto no es más que una manifestación del racionamiento.
Una política inestable que arrastra una imagen más exacta de sí misma.
Resistir con violencia y permanecer
o dejarse arrastrar
u seguir experimentando con las vulgaridades de nuestros cuerpos.
Un estado de sitio emocional de perplejidad
tesis para una carnicería de sentimientos.


te regalaré la otra mitad del fin del mundo

Nací 26 de febrero, piscis, el signo de los pescados. Pero yo salí rabioso y obsceno: tan paranoico como un jabalí. Fui concebido de una manera muy extraña durante el periodo de menstruación cuando las células están muertas. Dicen que mi adn no es compatible ni con mi padre ni con mi madre. Los doctores advirtieron una rareza cuando en vez de gritar solo abrí los ojos y los volví a cerrar con indiferencia. Y esta sería mi marca registrada. En ese instante había comprendido la severidad del horror. Ese destello de luz insípida y enferma me fue suficiente para entender la corrupción de los afectos y las virtudes. Decidí el vicio y la indiferencia como instrumentos de supervivencia. El honor sería mi carta de presentación frente a cualquier circunstancia. Me di cuenta de la morbosidad de los sentimientos conforme el transcurrir de los años. Fui insano, perverso, sórdido. Adquirí rencores y me alimentaron con frustración. Consumí tanto odio que engendré un amor gutural; fui acosado por la inteligencia y la desgracia del conocimiento; me volví tan vulgar y desagradable como un derrame de petróleo y tan vanidoso como un cisne. Fui acechado por la soberbia, por el desprecio, por la bajeza; me arrastré por senderos oscuros y hostiles, me humillé ante héroes y dioses que no valían ni una lamida de culo. Así me fui enganchando al anzuelo descerebrado de los vicios y las virtudes marginales. Debo admitir que la 7ma sinfonía, la salvaje, me viene a la mente como bala calibre 38. La melancólica, sin embargo, me hace recordar las estrellas en los ojos de mi madre. Soy piscis como una piraña en una piscina. No puedo respirar cuando me cogen del cuello y no puedo evitar sentirme tan solo. Aprendí el oficio en venganza. Decidí asesinar los mitos, los dioses y las influencias; decidí finalmente asesinar al padre para dejar de ser el hijo y poder ser simplemente yo, abandonando las etiquetas y soltando la carga de la introspección. He conspirado contra la academia y he profanado a sus vírgenes en los antros más perversos, he tragado tanta leche como me han querido dar y me he degenerado hasta la humillación. Ahora puedo despertar en algún baño y vomitar el recuerdo de esos ojos de lata de durazno abierta con un cuchillo, y podría acumular más pus para mis infecciones; cambiar mis sueños por una vida más digna y jugar mi última ficha por un océano menos confuso. Esta podría ser la mañana número quince, quién sabe, pero el pez nace para estar en mar abierto y el escenario ha quedado listo para mi ejecución. Mi personaje ha sido expuesto con desdén frente a esas lacras. Es hora de borrar esas putas sonrisas de sus miserables caras.


la última balada de tito vrsaljko

En tus ojos conviven miles de dioses intentando destruirte impacientemente. A todos los desprecias con dureza. Yo soy tú y tú te odias. Entiendo que hayas intentado asesinar a un pájaro cuando aún el cielo estaba celeste. Y nadie puede acabar con esa bestia. Apretarte el cuello hasta hincharte los pulmones y soltar con frustración. Te has acostumbrado al desequilibrio y a las mentiras que tragas por voluntad, a respirar debajo de las sábanas y a no leer los mails y a no contestar el teléfono. Te has vuelto un ser implacable. Te quedaste sentado en el asiento de un carrusel de pulpos mirando el mar desde la pantalla de una laptop. El desayuno se quedó a un lado de la cama y te sentaste a sacarle los fantasmas a un osito de peluche. Sé que tu corazón es una mentira que cuelga de una estrella. Los recuerdos han muerto en un día sin color al igual que los sueños. La noche ha atravesado la calle escupiéndote en la cara y arrancándote la poca alma que guardabas para mí. La luka y media que le tiraste a la negra después de cachar no le alcanzó para la bolsa de quinua. El perro ciego que guiaba tus pasos ha sido atropellado por un diplomático en el cruce de Canadá con Parinacochas. Quisiste lavarte las manos, pero no había agua. Intentaste romper aquella otra identidad y el infierno era yo dentro de ti y afuera no había nada. Te fuiste porque sabes que en tu corazón solo amanecen alacranes y cangrejos. Te empeñaste en sabotear las multitudes de tu dios interior y ejerciste tu ausencia desde un personaje que nunca tuvo un nombre. Ahora tu corazón se ha convertido en un libro de lectura para viudas ninfómanas y rubias abandonadas. Para los desdichados, una cruz. Para los lisiados, una silla. Y para un adicto las necesidades más básicas. Esta es tu eternidad. Aquí permanecen tus ojos alimentándote con angustia y almacenando exilios subterráneos. Soy eso. Tú ultima balada antes de dejar de respirar profundamente. Este abismo adornado con lágrimas de tus lágrimas. Esta habitación con muñecas y ositos colgados del techo y paletas de corazones en el piso.



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Gabriel Bazalar López (Callao, Perú, 1981). Ha publicado textos y poemas en diferentes revistas de Lima y otras provincias, así como en antologías de poesía latinoamericana. Ha publicado los libros: Anatomía. Exámenes de laboratorio (2017), (Toxic plastic spasms and camel toe) Poemas hiperrrealistas (2018) y Buen día, tempestad (2019). Asimismo, ha realizado intervenciones poéticas como: “Seres: la deconstrucción del objeto” (ICPNA, 2014), “El escritor y sus textos descompuestos” (FISABES-ENSAD, 2015) y “La carnicería: pieza en dos actos (PROYECTO AMIL, 2017). También fue convocado por la facultad de arte de UNMSM para realizar la exposición individual de pinturas: “No quiero saber nada de la miseria del mundo hoy” (2017).


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