La finalidad del subconsciente en Aura y La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes
Ezequiel Carlos Campos
El instante es la
continuidad del tiempo,
Pues une el tiempo pasado con el tiempo futuro.
Aristóteles
Según
Elena Poniatowska: “[...] Aura y La muerte de Artemio Cruz, obras clave dentro de la trayectoria de
Fuentes”.[1]
¿Por qué son obras clave? ¿Qué tienen de validez?
Existe en las dos un subconsciente, él dirá las acciones,
todo, en un tiempo futuro. Pero se tiene que descubrir su finalidad. ¿Por qué
Fuentes lo pone en la obra, o sólo lo puso sin consentimiento?
Tomaré la palabra “subconsciente” que Emmanuel Carballo
escribió en su libro Los protagonistas de
la literatura mexicana: “Hay un tercer elemento, el subconsciente, especie
de Virgilio que lo guía por los doce círculos de su infierno, y que es la otra
cara de su espejo, la otra mitad de Artemio Cruz: es el “tú” que habla en
futuro”.[2]
Pero también está la propuesta de Luis Harrs: “[...] una curiosa “futurización” –para darle un nombre– que encarna en una
especie de voz de la conciencia, un acusativo interno que tutea al
protagonista”.[3]
Entonces se tiene que el subconsciente es un Virgilio que
guía al personaje, también que es una voz de la conciencia. Pero, ¿será lo
mismo para la novela Aura? El
narrador –en Aura– es un ente fuera de tiempo, intenta
contarle sucesos que aún no pasan, que han de acontecer; está sometido a un
destino que él ni siquiera lo sabe. Mientras que en La muerte de Artemio Cruz, el narrador sí es consciente, sabe lo
que pasará, contándole lo que hará, pero a la vez lo que hizo.
Aura
Felipe
Montero es el protagonista de la novela, alguien intelectual, que necesita un
trabajo para juntar dinero. El tiempo futuro, o sea, el narrador, se encarga de
contar al lector sucesos que aún no pasan, pero sin que el personaje las
realice; sólo lo dice, pero no se ve que se hagan. Es, entonces, el encargado
de decir acciones en tiempo futuro de Montero. Esto se puede leer desde el
principio, cuando mira un anuncio y se da cuenta que alguien busca a un
historiador joven (como él), sin tomarle mucha importancia. “Vivirás ese día, idéntico a los demás, y no
volverás a recordarlo sino al siguiente día, cuando te sientes de nuevo en la
mesa del cafetín, pidas el desayuno y abras el periódico”.[4]
En la obra aparecen los tres tiempos narrativos, pero todos
intercalados sin ningún orden. Por ejemplo: “Te sorprenderá imaginar que
alguien vive en la calle de Donceles. Siempre has creído que en el viejo centro
de la ciudad no vive nadie. Caminas con lentitud, tratando de distinguir el
número 815 [...]”.[5]
Se observa, pues, en esta cita, los tres tiempos juntos en un mismo párrafo.
La finalidad del subconsciente, en este caso, es el ahorrar
acciones y tiempo al protagonista, dándoselas al narrador, al futuro, para que
sólo narre el suceso, sin ni siquiera haberlo hecho aún.
La muerte de Artemio Cruz
El
protagonista es Artemio Cruz. Cuenta doce horas importantes para él antes de
morir; es la historia de un destino personal. En la obra también existen los
tres tiempos narrativos, como en Aura,
sólo que de una manera más ordenada: en cada capítulo hay tres apartados, o
sea, una para el pasado, otro para el presente y uno para el futuro, siendo ese
el orden. Para decirlo de otra manera, Artemio recurre al monólogo interior
(que da el presente), al “flashback” (que da un tiempo retrospectivo) y una futurización
(esto es idea de Luis Harrs).
Los tiempos, pues, están ordenados. El lector descubre que
este orden conlleva a una estructura, que a simple vista confunde, pero si el
lector es audaz se dará cuenta del sentido que el autor le da.
El subconsciente aquí tiene una finalidad más extensa. El
tiempo futuro narra la acción que en el presente de la novela no ha pasado,
pero que sí pasó, es algo ya hecho por Artemio; es un recuerdo para recordar
dentro del recuerdo. “Siempre verás, siempre tocarás, siempre gustarás, siempre
olerás, siempre escucharás”.[6]
Se observa entones la manera de relatar, de una forma futura, algo que ya pasó.
El subconsciente tiene dos finalidades en la novela: una
como ya dije, el contar algo ya pasado; otra es el contar algo que apenas
pasará, ahora sí, dando su verdadero propósito, el del futuro.
Es arduo distinguir esos fines, pero si se lee de una
manera adecuada se tendrá la base para poder hacerlo. Para dividir esas dos
finalidades se toma de referencia o base la muerte del protagonista. Antes de
morir, se dice el pasado en una forma futura, concordando con el presente de
Artemio, “Te lo dirás a ti mismo, porque lo viviste y no lo entendiste al
vivirlo: sólo al morir lo aceptarás y dirás abiertamente que aun sin
comprenderlo lo temiste durante cada uno de tus días de poder”[7],
como un recuerdo, y después sólo se dice el puro futuro, o sea, con lo que se encontrará
después de su muerte: “Y tú esperarás a un mulato y a una bestia para cruzar la
montaña y empezar a vivir, llenar el tiempo, ejecutar los pasos y ademanes de
un juego macabro en el que la vida avanzará al mismo tiempo que la vida muera”.[8]
Al morir, el tipo Virgilio que Carballo apuntó en su libro, sí lo guía, pero no
se sabe hacia dónde, si al infierno, al purgatorio o al cielo. “De manera que
hay siempre palabras claves en un libro –sobre todo de esta naturaleza– que
constituyen el lazarillo del libro, el guía del libro, el Virgilio del libro
para ir al cielo, el purgatorio y al infierno”.[9]
Entonces, muchos estudiosos del libro toman al subconsciente como Virgilio, y
también a Artemio Cruz como a Dante, y La
muerte de Artemio Cruz algo semejante a La
divina comedia, en el sentido de tener a alguien que lo lleve por el mal
camino (infierno) y buen camino (cielo).
“Durante el tiempo de la agonía, la novela disecciona a un
personaje, a su cuerpo, a su mente, consciente e inconsciente, lo hace hablar,
pensar, recordar, escuchar”.[10]
El subconsciente en la novela es importante, porque es como un humano que ayuda
a su “yo” –en el instante de la muerte– a recordar, escuchar, pensar y vivir.
La muerte, el dolor, como los juegos en el tiempo, es lo
que da importancia en la estructura e historia del libro; aparte, la muerte da
el título a la obra.
Estoy de acuerdo en lo que dice Georgina García Gutiérrez
Vélez en su ensayo “Fuentes y la muerte” en Revista
de la Universidad de México sobre la obra: “Se separan cada vez más el
cuerpo y la mente, se confunden los tiempos, pasado, presente y futuro; ayer,
hoy, mañana carecen cada vez más de sentido y de lugar en el fluir del tiempo”[11];
también: “En las superficies reflejantes, que duplican, Artemio ve a su gemelo,
pues se ve desde afuera, esta duplicación es cada vez más la disociación del
yo. Se deshace el cuerpo, la mente, la conciencia”.[12]
Artemio y su conciencia se dividen, es por eso que el subconsciente toma vida,
ya no es sólo el personaje el que cuenta su pasado, sino el otro “yo” que
cuenta el pasado –en una forma futura–, el presente –porque es parte de él– y
el futuro –ya dividido de Artemio–. Según Lord Byron: “El mejor profeta del
futuro es el pasado”.[13]
Para Artemio Cruz su verdadero profeta del futuro fue su pasado, lo que llevó
al subconsciente a guiarlo por todo los males que hizo. Se une el tiempo pasado
con el futuro.
La
finalidad del subconsciente en las dos novelas es distinto, en Aura sirve de guía, mientras tanto, en La muerte de Artemio Cruz no nada más
sirve de guía, sino que también de recordador al personaje, sobre lo que ha
olvidado y vivido.
En estas obras, Carlos Fuentes juega con sus textos: aparece
una estructura exquisita, impresionante y quizá un poco confundidora, pero la
verdad hay que dar un punto a favor al autor por atreverse a experimentar. No
por nada Emmanuel Carballo en su libro ya citado se refiere al autor como el
profeta de la nueva literatura. Claro está que Carlos Fuentes escribió una
nueva literatura: no sólo textos, sino que obras maestras.
Aura, la pequeña novela hechizante de fantasmas, donde lo verdadero es lo
imposible, abre las puertas a un mundo de imaginación, en que el lector entrará
–como si fuera una parte de Felipe Montero– a la historia, los sucesos y a su
amor por Aura. El lector puede ser el subconsciente porque ellos al leerlo,
Montero hará lo leído; es, entonces, el guía de la historia. “En un mundo
perpetuamente inconcluso hay siempre algo que se puede decir y agregar sólo
mediante el arte de la ficción”.[14]
La muerte de Artemio
Cruz es una novela más realista, tomando de referencia
la Revolución mexicana. El señor Cruz recuerda días decisivos antes de morir,
pero, ¿por qué? ¿Para poder morir en paz? ¿Para quitarse un peso de encima,
como si fuera una confesión?
Ese tiempo futuro que existe en las novelas, es lo que le
da el honor de ser unas de las obras clave de Fuentes, porque es algo diferente
y novedoso, con aspectos positivos: lo nueva forma de escribir; o negativos:
porque tortura la sintaxis y retarda la acción.
Sea lo que sea, estas obras son increíbles, y el
subconsciente una parte importante, por algo bueno o algo malo, sólo depende
del lector qué piensa referente a esto.
Carlos Fuentes sí fue consciente al escribir estas obras; no
le importó la crítica que conllevaría al publicarlas, las dos en 1962; hasta el
momento no pierden su esplendor, siguen más que vigentes. Es por eso que Aura y La muerte de Artemio Cruz tienen algo de parecido: se divulgaron
las dos en el mismo año, y el nombre de dos de sus personajes principales empiezan
con la letra “A”.
Bibliografía:
CARBALLO,
Emmanuel, Los protagonistas de la
literatura mexicana, México, Porrúa (Sepan cuantos 640), 4ª edición, 1994.
FUENTES,
Carlos, Aura, México, Era, 2ª
edición, 2012.
FUENTES,
Carlos, La muerte de Artemio Cruz,
México, Punto de lectura, 2012.
HARRS,
Luis, Los nuestros, México, Hermes/Sudamericana
(Perspectivas), 1984.
SORIANO,
Raúl, Frases célebres de hombres célebres,
México, Editores Mexicanos Unidos (Serie varios), 2010.
Universidad de México, México, Universidad Autónoma de México, número 100, julio 2012.
[1] Elena Poniatowska, “El afán totalizador” en Revista de la Universidad de México, núm. 100, México, Universidad
Autónoma de México, julio 2012, p. 12.
[2] Emmanuel Carballo, Protagonistas
de la literatura mexicana, México, Porrúa, 1994, pp. 525-526.
[3] Luis Harrs, Los nuestros,
Hermes/Sudamericana, México, 1984,
p.369.
[4] Carlos Fuentes, Aura,
México, Era, 2012, p. 10.
[5] Ibid., pp. 10-11.
[6] Carlos Fuentes, La muerte de
Artemio Cruz, México, Punto de lectura, 2012, p. 67.
[7] Ibid., p. 298.
[8] Ibid., p. 338.
[9] Guadalupe Alonso y José Górdon,
“Entrevista a Carlos Fuentes: Palabras que marcan” en Revista de la Universidad de México, op.cit., p. 61.
[10] Georgina García Gutiérrez Vélez, “Fuentes y la muerte” en Revista de la Universidad de México, Ibid., p. 75.
[11] Ibid., p.76.
[12] Idem.
[13] Raúl Soriano, Frases célebres de
hombres célebres, México, Editores Mexicanos Unidos, 2010, p. 45.
[14] Luis Harrs, op.cit., p. 380.
Comentarios
Publicar un comentario