Dos caras, una moneda. La evasión de las consecuencias de la transgresión en "El guardián entre el centeno" de J.D. Salinger y "Crónica de una muerte anunciada" de Gabriel García Márquez
Salvador
Alejandro Ortiz Juárez
Desde
tiempos inmemorables, el ser humano ha podido evolucionar gracias a que un
individuo o un grupo de individuos fue capaz de ir más allá de los límites de
todo lo establecido y forjó su propio camino; desde explorar las tierras
desconocidas, probar alimentos nuevos, cruzar un río o crear una herramienta.
Todo eso y más fue posible gracias a un homínido con una curiosidad mayor a la
de sus congéneres que lo llevó a ser distinto, a romper las reglas, a transgredir.
Ese impulso se manifestó -y se manifiesta también en nuestros días- de múltiples
formas.
Sin embargo, la transgresión no siempre
trae consecuencias benévolas; las negativas tienen su presencia constante. ¿Qué
pasa entonces cuando el hombre transgrede? ¿Es consciente de que lo hace?
Este ensayo tiene la finalidad de
analizar las formas en que se aborda la transgresión y sus consecuencias en El guardián entre el centeno de J.D.
Salinger y Crónica de una muerte
anunciada de Gabriel García Márquez y establecer un punto de comparación
entre estas obras.
El
guardián entre el centeno
Holden
Caulfield es un muchacho al que le disgusta la hipocresía, la altanería, los
convencionalismos, la falsedad. Es cobarde, mentiroso, distraído, depresivo,
altamente sentimental y al mismo tiempo desapegado de los que lo rodean. Es un perdedor en muchos sentidos. Perdió a su
hermano menor, con pocos amigos, vaga de escuela en escuela en las que no es capaz de mantenerse estable por
mucho tiempo y tiene un frecuente impulso de autodestrucción.
La novela comienza con Holden
mostrándose recio a aclarar algunas cosas, algo que va a estar muy presente en
algunos pasajes de la historia. Es una conducta extraña ya que en otros casos
relata con lujo de detalles; muestra una actitud cambiante que define en parte
su naturaleza transgresora.
El primer panorama que percibimos es el
de Holden en lo alto de una colina observando cómo la mayoría de las personas
que asisten al colegio, del que fue expulsado, ven un partido. Él describe la
necesidad de recordar algún suceso que le haga sentir alguna añoranza de lo que
ya no podrá ser para sentirse conforme con su situación.
La figura del profesor que visita a
continuación es un firme reflejo de lo que acontece con muchos de los demás
personajes con los que se va topando: al interactuar con él, Holden experimenta
una depresión y una soledad que lo impulsan a escapar de allí a toda costa. Se
libra del escenario y regresa a su habitación donde encuentra dos personajes
más que revelan parte de su carácter. Uno de ellos, su compañero de cuarto, le
pide ayuda con un trabajo que mostrará un aspecto muy importante del personaje
principal, su difunto hermano Allie.
Allie era el hermano menor de Holden,
quien lo describe como alguien muy inteligente, por encima de la media, muy
centrado y maduro para su edad. Es uno de los pilares en los que él se apoya recurrentemente
para no perderse en su depresión. A lo largo de la historia, Holden vuelve a la
figura de Allie una y otra vez para afianzarse y seguir adelante.
Después de hablar de su hermano, Holden
narra una pelea que tiene con su compañero que lo lleva a tomar la decisión de huir
a Nueva York, en un intento de posponer el enfrentamiento con las consecuencias
de sus acciones. Relata la aflicción que le provoca saber que ha fallado de
nuevo, lo alterada que se pondrá su madre; en pocas palabras, relata su
reacción ante su propia transgresión.
Ante la imposibilidad de solucionar los
errores ya cometidos, su escape tiene la finalidad de sólo posponer las
secuelas que va dejando tras de sí, pero cada vez los escenarios son más hostiles
con él y provoca una derivación que culmina con Holden queriendo fugarse a un
mundo fantástico donde todo es bueno y perfecto. Sin embargo, la realidad lo
alcanza constantemente mediante ásperas experiencias que lo van desgastando de
forma física y mental.
Dos de esas experiencias son muy
peligrosas para él: la primera ocurre cuando, al regresar al hotel de mala
muerte en el que se está hospedando, el ascensorista le ofrece el servicio de
una prostituta que él, sin pensarlo, acepta. Como ya se había mencionado antes,
Holden se encuentra en un profundo estado de depresión y eso lo hace caer en
errores que en condiciones normales no cometería. En este caso, él se
arrepiente de haber accedido luego de haber hecho el trato y eso sólo logra complicar más la situación. “Empezaba
a arrepentirme un poco de haber puesto aquello en marcha, pero ya era tarde”.[1]
Después de rechazar a la chica y que
ésta se marchara, Holden cree que el asunto había terminado, pero se equivocó.
El ascensorista volvió junto a la chica
con la finalidad de sacar más dinero al pobre chico que no podía hacer nada
para evitarlo. En ese momento ocurre
algo muy peculiar. Aun sabiendo que las cosas sólo podrían empeorar, Holden, en
un arrebato de ira y miedo, comienza a insultarlos, teniendo como recompensa
una golpiza. He aquí una muestra de sus impulsos autodestructivos y también de
algo de gran relevancia, la mayoría de los personajes con los que se va topando
son transgresores de una u otra forma.
Después de eso, Holden decide llamar a
Sally, personaje que conoce bien y la
invita a salir. La figura de Sally es tomada como un punto intermedio entre los distintos tipos de personas que se
desenvuelven en la narración. Por un lado están los transgresores que
frecuentemente rompen las reglas, entre los que se encuentra Holden y mucha de
la gente con la que se topa; por otro, aquellos que sí acatan las normas y de
cierta forma son “mejores”, como Allie y Phoebe, sus hermanos menores y
finalmente están los intermedios, como Sally y D.B., su hermano mayor.
Sally representa un eje muy importante,
pues el interactuar con Holden, lo hace viajar entre lo real y lo fantástico
sin darse cuenta siquiera y él, sintiéndose a salvo del mundo que lo reclama,
se deja llevar. Sin embargo, una riña entre ellos provoca que Holden siente más
que nunca el medio en el que está, lo bajo que está cayendo y toma una medida
desesperada, visita a su hermanita.
Tanto Allie como Phoebe son los pilares
principales que sostienen a Holden en los momentos más difíciles. Pues bien,
recurre a Phoebe, llega a su casa en la noche, tratando de ocultar su presencia
y después tienen una charla en la que él es traído poco a poco a la realidad
sutilmente. Ella tiene gran influencia sobre su hermano y la utiliza para
hacerlo empezar a entender la situación en la que está.
Cuando Holden se marcha de su hogar, va
a refugiarse con un antiguo profesor suyo, el señor Antolini, quien lo recibe
con gusto. Charlan un buen rato en el que se habla de lo ocurrido para llegar a
esa situación y del porvenir de Holden. “Al que cae no se le permite ni oír ni
sentir que ha llegado al fondo. Sólo sigue cayendo y cayendo”[2].
Las últimas cosas que le van ocurriendo
a Caulfield parecen tener matices benévolos que lo van guiándolo a la senda
correcta, pero no todo es miel sobre hojuelas; esa noche sufre la segunda
experiencia peligrosa: se despierta con la mano de su antiguo maestro
acariciándole la cabeza. Se va de la casa profundamente asustado, cansado,
deprimido.
Los acontecimientos que se le presentaron
fueron mancillando su estado físico y mental, había aceptado poco a poco su
mundo y ese suceso lo hizo querer volver al imaginario. Parece que Holden toma
firmemente su decisión y que nada va a hacerlo cambiar de opinión cuando Phoebe
reaparece en su camino y, a su modo, lo obliga a enfrentarse a las
consecuencias de todos los errores que había estado acumulando, su transgresión
por fin tuvo un encuentro con el destino y Holden encontró su camino.
Crónica
de una muerte anunciada
Aquí
tenemos una historia bastante peculiar. Se desarrolla en un pueblo caribeño chapado
a la antigua. Es hogar de múltiples extranjeros, entre ellos muchos árabes.
Santiago Nasar es el descendiente de Ibrahim Nasar, quien le enseñó el valor y
la prudencia. La familia Vicario se ve enredada con Bayardo San Román, un rico
forastero que llegó de la nada, a través de un matrimonio arreglado.
La boda de Bayardo San Román y de Ángela
Vicario fue el desencadenante del trágico suceso. La noche de bodas, Bayardo
descubrió que Ángela no era virgen y, después de golpearla en un arranque de
rabia e indignación, la llevó a casa de Pura Vicario, madre de la esposa
devuelta. Pedro Vicario al llegar de la parranda junto con su hermano por un
recado de Pura, interrogó a la mujer maltratada. Sólo lo preguntó una vez.
Ángela, aquella que había sido vigilada estrictamente por su madre para que no
ocurriera algo como eso, respondió sin dudarlo siquiera, Santiago Nasar.
Tal vez fue el primer nombre que se le
ocurrió, probablemente lo había elegido tiempo atrás, quizá ella estaba
enamorada de Santiago y por eso que lo señala y al no ser correspondida entra
en un estado de frustración que culmina con la marca que impone a Santiago o
tenía un rencor oculto hacia él tan grande que al ver la oportunidad arremetió
contra él o tal vez creyó que al ser él, compañero de parrandas de sus
hermanos, no lo dañarían. Pero eso no ocurrió.
Ángela, es el primer personaje
transgresor de la historia: “A todo el que quiso oírla se la contaba con sus
pormenores, salvo el que nunca se habría de aclarar: quién fue, y cómo y
cuándo, el verdadero causante del perjuicio, porque nadie se creyó que en
realidad hubiera sido Santiago Nasar”.[3]
Aún sabiendo que no era virgen y de los
prejuicios de la sociedad ante tal situación, ella resolvió seguir adelante. A
la espera de poder engañarlo, Ángela recurrió a las habilidades de las
comadronas por consejo de sus amigas. Sin embargo, en el momento de ponerlas en
práctica, no lo hizo debido a los principios que le había infundado su madre.
Es muy curiosa la forma en que una
persona puede cambiar de un momento a otro: aquí tenemos a un personaje que en
primera instancia perpetra en contra de las reglas establecidas por la sociedad
a la que pertenece; en qué momento y por qué no se sabe, pero lo que sí está
claro es que procedió conociendo los pormenores de lo que sus acciones podrían
acarrearle, pues, de no ser así, no hubiera actuado furtivamente. Después, en
un acto de contrición de carácter suicida, cuyo fin era encontrar alguna manera
de purificarse y salvaguardar su mancillado, permite a su cónyuge descubrir su
situación para finalmente procede con alevosía en contra de Santiago.
Por
otro lado están Pedro y Pablo Vicario, quienes tomaron la decisión de restaurar
su honor familiar matando a Santiago. Así lo decidieron y así lo consumaron.
Cada uno de ellos tomó un cuchillo y se fueron a esperarlo a la tienda de
Clotilde Armenta, donde anunciaron a quien los escuchara que matarían a
Santiago Nasar. En realidad, los hermanos Vicario no lo querían matar, no
querían transgredir y es por eso que
anunciaron que lo harían, para que alguien diera un paso al frente y los
detuviera. Pero no, no se creía que esos muchachos tan buenos pudieran ser
capaces de hacer semejante acto y fue por eso que no intervinieron.
“Cuando bramó el buque del obispo casi
todo el mundo estaba despierto para recibirlo, y éramos muy pocos quienes no
sabíamos que los gemelos Vicario estaban esperando a Santiago Nasar para
matarlo”.[4]
Tenemos a dos personas que no quieren
romper las reglas, pero aún así lo hacen, sin importarles lo que las
consecuencias de sus acciones puedan acarrearles. Además, después de hacerlo, alegan ser inocentes, que fue en
legítima defensa del honor. No obstante, al momento de rendir sus respectivas
declaraciones ambos hermanos exageraron los hechos, haciéndolo más encarnizado, salvaje e impío, y no sólo eso, sino que
optaron por aplazar el ultraje y llevar público que fuera capaz de detenerlos,
pero por la reputación que se habían forjado nadie les creyó.
Sólo un reducidísimo grupo de personas
tomó en serio las palabras de los gemelos y todavía menos personas hicieron
algo al respecto. Uno de ellos fue el coronel Lázaro Aponte que al ser
informado de la situación fue al encuentro de los hermanos y lo único que hizo
fue quitarles los cuchillos y mandarlos a dormir. Esa fue la razón del inicio de las
discrepancias entre Pedro y Pablo Vicario.
“Pedro Vicario fue quien pareció dar por
cumplido el compromiso cuando los desarmó el alcalde, y entonces fue Pablo
Vicario quien asumió el mando”.[5]
Otra persona que intentó ayudar a
Santiago fue Cristo Bedoya, amigo del difunto. Después de enterarse del plan de
los gemelos, Cristo buscó a Santiago corriendo, desesperado, angustiado. Cristo
representa el único apoyo sólido, el único pilar de que puede valerse Santiago,
pero, lamentablemente para él, Bedoya no puede encontrarlo a tiempo para
ayudarlo.
Hay altibajos en la resolución de
consumar la muerte de Santiago, y las discusiones los acentúan en el corto
lapso entre el hallazgo de la novia devuelta, hasta el momento en que
asesinaron a Santiago Nasar en la puerta de su casa. De momentos uno es el que
no quiere hacerlo, en momentos es el otro hermano; se animan mutuamente a
ratos, y a ratos también aplazaban el homicidio. Cuando por fin lo vieron,
después de que se marchara el obispo, su resolución los llevó a perseguir a
Santiago resignados por saber que nadie intervendría. Lo asesinaron a la puerta
del difunto. Transgresión por resignación.
A pesar de que Santiago Nasar es
inocente del crimen que se adjudica, no podemos decir que en un personaje sin
manchas. Tanto él como los demás personajes son transgresores. Es una persona
parrandera que busca los favores de las mujeres constantemente, a pesar de
estar ya comprometido. Es por eso que al pronunciar Ángela Vicario su nombre, no
se llega a pensar en la inocencia de Santiago.
A lo largo de la historia, se muestra
que Santiago no tenía interés alguno sobre Ángela, refiriéndose a la misma como
“la boba”, eso cuando la tomaba en cuenta. Tampoco hubo evidencia de relación
alguna entre ellos, simplemente no había nada.
La mayoría -si no es que todos- los
testigos del atroz asesinato son transgresores de una u otra forma. La
transgresión no sólo se presenta con actos, sino también en la omisión de
acciones que puede ser decisiva para alterar un hecho que conduce a la
transgresión. Esta consideración se remite a los presentes en el crimen que
sólo se quedaron pasmados, a la espera de que se consumara el suceso.
Los
escenarios, las situaciones y los personajes son muy distintos, pero las
semejanzas que tienen ambas posturas también son muy notorias.
El
guardián entre el centeno nos muestra a una persona que tiene
miedo a enfrentar las consecuencias de sus acciones, que recurre al imaginario
una y otra vez para salvaguardarse de los efectos negativos. Por otro lado, en Crónica de una muerte anunciada, en el
caso particular de los gemelos Vicario, primero hay una evasión de la
transgresión misma, pero después arremeten con furia y sin culpa alguna en
contra de Santiago Nasar para solventar la deshonra de su familia por culpa de
Ángela Vicario.
Las historias se desenvuelven en
ambientes muy diferentes, Holden está en la ciudad de Nueva York y va
conociendo el lado oscuro de la misma; Santiago y la familia Vicario, por su
parte, están en un pueblo costeño pequeño, conservador de las tradiciones y lo
que acontece es una parte sombría del pueblo.
Las figuras de Allie y Phoebe, así como
la de Cristo Bedoya, son para Holden y Santiago los pilares en los que se
apoyan, aquellos con los que se pueden sentir a salvo y que tienen gran
influencia sobre ellos, sin embargo, en ambos casos, para que eso suceda debe
haber una interacción directa de los protagonistas con sus respectivos apoyos,
cosa que no ocurre en momentos cruciales de las historias y tiene como
consecuencia un hecho que afecta negativamente a Caulfield y Nasar.
El
guardián entre el centeno maneja a la transgresión como algo
malo que tiene consecuencias negativas para quien infringe cualquier tipo de
norma y que la evasión de las mismas sólo ocasiona mayores problemas. En
cambio, Crónica de una muerte anunciada maneja
que, a veces, una persona inocente puede ser acusada injustamente por las
faltas de un tercero que no es capaz de dar la cara y afrontar su destino, en
otras palabras, un tercero que se sale con la suya al evadir su infracción y
dejando morir a alguien más en su lugar.
Las posturas que nos presentan las
novelas son muy distintas y, sin embargo, son muy cercanas. Ambas nos muestran
dos caras de una sola cosa. Nos muestran que sin importar cuál sea la
transgresión cometida, sin duda alguna tendrá repercusiones que afectaran de
una u otra forma a alguien, culpable o no, y que es imposible posponer eternamente
el asunto.
BIBLIOGRAFÍA:
García
Márquez, Gabriel, Crónica de una muerte
anunciada, México, Planeta, 2009.
Salinger,
J.D., El guardián entre el centeno, España,
Alianza, 2012.
HEMEROGRAFÍA:
Barca de palabras,
Zacatecas, UAPUAZ, Número 3, 2014.
REFERENCIAS
ELECTRÓNICAS:
http://www.rae.es/ revisado de 2 – 18 de Noviembre de 2014.
Cito: "[Holden] Es un perdedor en muchos sentidos. Perdió a su hermano menor [...]". Entonces ¿Holden es un perdedor porque perdió a su hermano o es un perdedor en el sentido de que es un inadaptado social? Considera tus redundancias.
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