Madrid vs. Orbajosa: lucha entre realidad e imaginación en "Doña Perfecta" de Benito Pérez Galdós

Ezequiel Carlos Campos


El progreso y el desarrollo son imposibles
si uno sigue haciendo las cosas tal como
siempre las ha hecho.
Wayne W. Dyer

A cada espíritu de progreso se le oponen
un millar de mentes mediocres designadas
para custodiar el pasado.
Maurice Maeterlinck


I
En ocasiones se imagina para poder encontrar la realidad. En ese lapso de conciencia somos capaces de desarrollar nuestro propio entorno o reinventarlo, y es ahí donde el artista mete mano y logra recrearnos lo cotidiano, lo que nos rodea, lo que, en ocasiones por propia ignorancia, no percibimos. Aquí el género de la novela toma parte importante en la descripción de las realidades, y más en específico en Europa en el siglo XIX; encontramos novelas tan apasionantes, verosímiles, dramáticas, como Doña Perfecta de Benito Pérez Galdós.[1] En ella, el escritor no sólo retrata la vida de un pueblo, Orbajosa, sino que compara el territorio con la capital española, además encontramos temas importantes como la religión, la moral, el fanatismo, el amor, entre otros. Para este trabajo sólo tomaré uno, y es esa comparación entre el pueblo donde se desarrollan los acontecimientos y la ciudad, imaginación contra realidad, la mano del autor para criticar los hechos de su época escondiendo, en nombres inventados, gente, pueblos y hasta temas sociales de los cuales no desea meterse en problemas; y la realidad, la Madrid en los tiempos de Galdós, el tipo de gente que ahí vivía y cómo, en los alrededores de dicha ciudad, se movían los demás pueblos. Es esa parte la que toma el autor para escribir su novela: la ignorancia de las poblaciones circundantes de Madrid y la supuesta modernidad mantenida en la capital. He aquí la primera cuestión en este ensayo: ¿será Orbajosa un espejismo de los territorios circundantes de Madrid en los cuales el progreso aún no ha llegado?


II
Orbajosa es una villa que está ubicada no muy lejos ni muy cerca de Madrid, no se dice con exactitud, quizá por ese sentido de decir que Orbajosa está en todos lados en España, que no es un territorio propio, sino común a muchos otros, o a todos. Desde la llegada del protagonista, José Rey, un ingeniero de Madrid, encontramos un hostil sentimiento al territorio orbajosense, él veía solamente paupérrimos paisajes, signo de que ahí no había pasado el progreso, la modernidad. En el momento del trayecto que lo llevaría a casa de su tía doña Perfecta, a través de diálogos con Licurgo, Rey no logra entender por qué el progreso es tan maldito con unos y con otros no.
Él trae las ideas progresistas del siglo XIX, es un estudioso, creyente de la ciencia, amante del arte, liberal. A su llegada a Orbajosa percibe que el lugar es en suma distinto a Madrid, se da cuenta que la gente tiene ideas muy conservadoras, además que: “La gente de este pueblo parece muy pleitista”.[2] Encontramos en esta parte de la novela dos polos opuestos: Pepe Rey, el intelectual, el civilizado, y los orbajosenses, conservadores, arraigados en su propio territorio. Por esto el protagonista mira de una manera distinta la cotidianidad del pueblo; según los habitantes, ellos son el mejor productor de ajos de España, sus realidades van conforme a lo que se da en la época, es un lugar agradable y de gente importante; no obstante, Pepe encuentra pura pobreza, gente de ideales religiosos, sociales y políticos muy conformes a los de antaño, no, claro, a los de su siglo, a lo que en Madrid, por poner un ejemplo, se vive día a día.
El fin previsto por Pepe Rey al viajar a Orbajosa fue el casamiento con su prima Rosario. Doña Perfecta es hermana de su padre, y ellos habían planeado casar a los dos jóvenes por agradecimiento mutuo entre los adultos. Por eso Pepe Rey fue a la casa de su tía, por Rosario, para matrimoniarse y llevar una vida digna al lado de su esposa, en un lugar donde sus personas fueran bien recibidas y dignas. Pero, así como en un principio pensó Rey que Orbajosa carecía de mucho, su arribo empezó a molestar a más de uno por sus ideas contrarias. Teresa Silva Tena, en su estudio preliminar a la edición de Porrúa, señala que:

[…] se envidia, critica y hostiliza, pues se le teme, al hombre del mundo y en general al extraño, porque su sola presencia humilla a los orbajosenses y los irrita ante la idea de que tal vez sería conveniente hacer un esfuerzo  para cambiar el estado (deplorable) de cosas que ahí existe.[3]

Son estas palabras las que nos ayudan a entender al pueblo y a la propia inconformidad de Pepe Rey. Al hombre de mundo se le reprocharán sus ideas liberales, su poca o nula religión, sus creencias científicas y su carencia de fe hacia Dios. Pérez Galdós nos relata que el protagonista, con las pláticas que tiene con los habitantes, siente reproche por parte de ellos. Todo lo que hace es herejía, por ejemplo cuando va a la iglesia y todos están en el ritual él va y ve la arquitectura, no hace el ademán de persignarse ni se inclina hacia el poderoso por pasar el altar, fuma estando ahí ni tampoco se quita el sombrero; un error de su parte. Al día siguiente la gente lo toma de hereje, de liberal, empero doña Perfecta tratará de ayudarle y doblegarlo para que no vuelva a hacer esas cosas. Sí, en el pueblo hablan sobre él, la tía desmiente todas y cada una de las habladurías.
Orbajosa será para él una carga muy pesada en su vida:

No obstante, llegó a sentirse tan fuera de su centro, llegó a verse tan extranjero, digámoslo así, en aquella tenebrosa ciudad de pleitos, de antiguallas, de envidia y de maledicencia, que hizo propósito de abandonarla sin dilación, insistiendo al mismo tiempo en el proyecto que a ella le condujera.[4]

Aquí surge la siguiente pregunta: ¿es menester salir del pueblo y dejar todo atrás o seguir firme en el casamiento con Rosario?


III
Julio Torri en La literatura española señala que en esta novela, como otras de Pérez Galdós (Gloria y La familia de León Roch), “combaten el fanatismo religioso, los prejuicios de esta índole y ofrecen cuadros sombríos no exentos de grandeza”.[5] Pepe Rey, en pocas palabras, combate el fanatismo religioso, aunque, claro está, no para enterrarlo en las voluntades humanas, sino para dar crédito fiable a sus pensamientos. La religión mueve todo actuar en la vida de los orbajosenses, llegando a tal extremo que Pepe Rey lo único que desea es que Rosarito no sea como su madre; sí, la existencia de Dios es importante paran los pobladores, pero que su vida gire en torno a lo que es bueno o malo, viviendo de prejuicios y siendo personas ignorantes de su propia realidad no es bueno para el hombre de ciudad. Ese el juego que trata de jugar Rey con los ciudadanos de Orbajosa. Pero “mas era evidente que una presión desconocida actuaba entre los dos para separarlos, y parecía propio de un varón honrado averiguar de quién procedía aquella fuerza maligna, y contrarrestarla hasta donde alcanzara la voluntad humana”.[6] Esa fuerza maligna era Orbajosa, la tía, los que vivían ahí. Ya era bien conocido (y bien chismeado) lo que era José Rey (quizá erróneo o verdadero): un ateo, libertino, hombre de ciencia; todo lo contrario a las tradiciones del poblado, por eso que todos le odien, ya que, como se había mencionado antes, cualquier cosa que hiciera el protagonista lo veían mal, por tan insignificante que fuera, porque no era justo que un intelectual de ciudad se burlara de sus tradiciones, de su religión y quisiera cambiar tan de júbilo lo que la historia les había dejado. Los habitantes piensan que José va a derribar la catedral para poner ahí una fábrica de zapatos. ¿Pero eso era lo que en verdad quería Pepe Rey: llevar ideas progresistas?
A mi punto de ver la sociedad del pueblo absorbió a Pepe Rey. La tía doña Perfecta le quitó a Rosario, lo único por lo que estaba ahí el joven; sobrino y tía tuvieron una discusión, diálogos muy fuertes sobre los ideales de cada uno, y es ahí donde el hombre se da cuenta que es odiado no sólo por su tía, sino por el pueblo… ¿por Rosario? No, por ella no, porque anteriormente ella le había dicho lo siguiente: “[…] ¿tú crees en Dios? […] Tú no puedes ser ateo. Dentro de mí tengo yo vivo y fuerte el sentimiento de tu religiosidad, como el de la mía propia”.[7] Ellos se amaban con locura, era eso lo que a doña Perfecta le dolió, ¿cómo su hija podría enamorarse de alguien de poca fe? Surge una lucha incontrolable entre los familiares.
Un punto importante en la historia es la llegada del ejército, en palabras de Pérez Galdós: “La ciudad era tristeza, silencio, vejez; el ejército alegría, estrépito, juventud”.[8]
Orbajosa estaba en lucha con sus ideales corrompidos, la llegada de Pepe Rey (Madrid) y el ejército (el Gobierno de la capital) los puso en conflicto porque, ¿quiénes eran más que ellos los únicos que no querían conocer lo nuevo del mundo, lo que su época daba y recibía? Es en la venida del progreso a los orbajosenses la parte donde entendemos la crítica que el autor da hacia su país, ¿será que están por completo modernizados?
La imaginación de Pérez Galdós lo llevó a ubicar a la Madrid ficticia como una utopía de su época: un país civilizado, progresista, que afronta la modernidad de una manera vasta en temas culturas, sociales, políticos, económicos. Pero sabemos que el siglo XIX en España fue un lapso complicado, donde todas las colonias se independizaron de ellos, donde la economía decrecía, buscaban una nueva identidad porque el ser español había cambiado. Es por eso que, ¿la Madrid que escribía el autor de Doña Perfecta era la de su tiempo? No, no lo era, sino la utopía, la imaginación de cómo tendría que ser en aquel entonces. Orbajosa podría acercarse más a cualquier lugar de su España, esa es la burla de Pérez Galdós hacia el lugar en el que le tocó vivir.


IV
En Ana Karenina de León Tolstoi encontramos algo similar al tema que trato de Orbajosa y Madrid. Existen dos directrices en la novela del autor de Yásnaia Poliana: Moscú y San Petersburgo, el pueblo y la ciudad. En la primera, Moscú es el lugar de la gente que le gusta la diversión, una sociedad corrompida por los ideales modernos, mientras que San Petersburgo era el lugar de la calma, de la cultura: “Pero a su regreso de Moscú aquella sociedad se le hizo insoportable”.[9] Y la segunda, en la historia de Levin se ve que el pueblo es un lugar donde cualquier hombre tendría la tranquilidad de vivir, encontrar la paz, y es en el pueblo, en los ranchos, donde puede lograrse escapar de la corrupción de las ciudades. “Cuanto pensara y sintiera de nuevo se dividía en tres directrices mentales: una, la renuncia a su vida anterior, a su cultura, que no le servía para nada. Esta renuncia le agradaba y la encontraba fácil y sencilla”.[10]
En este caso Pepe Rey no dejaría la corrupción (contraria a la novela del ruso) del pueblo para irse a la tranquilidad y progreso de la ciudad. Empezaría una lucha contra doña Perfecta y contra el pueblo, con ayuda del ejército actuarían para enseñar los ideales del siglo, un tiempo de una búsqueda de identidad y progreso a lo conservador del bajo mundo. “He aquí un pueblo dominado por gentes que enseñan la desconfianza, la superstición y el aborrecimiento a todo el género humano”.[11]
Orbajosa gana a Pepe Rey, es tanto el odio y el desprecio que el joven no logra arrebatar su propia vida de aquel lugar. En los últimos capítulos del libro Pepe Rey escribe a su padre cartas donde le relata sus últimos días. Y en una escribe lo siguiente: “En la sociedad de doña Perfecta es cosa corriente que la tropa y yo formamos una coalición diabólica y antirreligiosa para quitarle a Orbajosa sus tesoros, su fe y sus muchachas”.[12] No quedaba de otra más que salirse del pueblo o quedarse, pese al futuro daño que el joven tendría si su decisión era mantenerse. El problema de Rey es buscar a Rosario un día en que su tía sabe que se verán, junto con María Remedios y Caballuco logran esquinar al joven y a grito mátale, mátale de la tía, es muerto José Rey. Su cuerpo queda en Orbajosa. María Remedios junto con su hijo Jacinto se van a Madrid para “que mi hijo no se pudra en este poblachón”.[13]


V
Para los de Madrid, Orbajosa es un pueblo de majaderías y libertades propio de un pueblo pequeño; sin embargo los de Orbajosa piensan de la capital como un centro de corrupción, de farsa, de escándalo. No somos quién para condenar a alguno de los dos, porque cada lugar se mueve con sus propios medios. Benito Pérez Galdós, al escribir Doña Perfecta, quiso que su obra “[…] fuera un ataque directo contra la intolerancia y el fanatismo religioso con todas sus manifestaciones negativas sociales y domésticas”.[14] No sólo es un ataque a la iglesia, al rigorismo institucional, al fanatismo, a las tradiciones reaccionarias de un pueblo, sino imponer la realidad contra la imaginación. Orbajosa es un lugar inventado por el escritor, pero tan verdadero al acercarse tanto en sus descripciones a los pueblos de su tiempo; Madrid, una ciudad donde supuestamente todo es mejor, es la propia imaginación del autor por ver un ciudad mejor, Madrid no es Madrid en esta novela, ¿es en verdad la capital como la describen los personajes del libro?
En Doña Perfecta “se acentúa la lucha entre el individuo moralmente superior y un sistema social inmóvil marcado por una cruel intolerancia religiosa”.[15] Realidad contra imaginación. Progreso contra retrogradismo. Ciencia contra religión. Razón contra fe. José Rey contra doña Perfecta. Madrid contra Orbajosa. Palabras subrayadas en este libro para llegar a entender una época, unos pueblos, un autor con sus preocupaciones sociales, entender un entorno lleno de dificultades y desgracias, todo para, parafraseando a Teresa Silva Tena, darse cuenta de que la realidad no es el mundo pequeño que percibimos, que han edificado para soslayar la fatiga que costaría convertir la palabra en hechos y la imaginación en realidades.

 
Benito Pérez Galdós

BIBLIOGRAFÍA:
Diccionario de biografías, Colombia, Terranova, 2000.
PÉREZ GALDÓS, Benito, Doña Perfecta y Misericordia, México, Porrúa (Sepan Cuantos, 107), 7ª edición, 1980.
SHAW, D.L., Historia de la literatura española. El siglo XIX, vol. 5, México, Ariel (Letras e Ideas), 1987.
TOLSTOI, Lev N., Ana Karenina, México, Austral-Espasa-CONACULTA (Narrativa, 494), 2011.
TORRI, Julio, La literatura española, México, Fondo de Cultura Económica (Breviarios, 56), 1974.












[1] Benito Pérez Galdós (1843-1920). Escritor español de tinte objetivo y realista. Su poder imaginativo y de observador le permiten crear innumerables personajes y situaciones llenas de calidez humana en obras como Miau, Doña Perfecta, Fortunata y Jacinta, Misericordia, Marianela, entre otras. Se le nombra miembro vitalicio de la Academia de la Lengua. Muere ciego. Diccionario de biografías, Colombia, Terranova, 2000, s/p.
[2] Benito Pérez Galdós, Doña Perfecta y Misericordia, México, Porrúa (Sepan Cuantos, 107), 7ª edición, 1980, p. 14.
[3] Cfr. nota preliminar de la edición de Porrúa que se señala en la referencia anterior, p. IX.
[4] Benito Pérez Galdós, op. cit., p. 38.                                               [5] Julio Torri, La literatura española, México, Fondo de Cultura Económica (Breviarios, 56), 1974, p. 374.
[6] Benito Pérez Galdós, op. cit., p. 42.
[7] Ibid., p. 57.
[8] Ibid., p. 60.
[9] Lev N. Tolstoi, Ana Karenina, México, Austral-Espasa-CONACULTA (Narrativa, 494), 2011, p. 177.
[10] Ibid., p. 366.
[11] Benito Pérez Galdós, op. cit., p. 63.
[12] Ibid., p. 101.
[13] Ibid., p. 96.
[14] D.L. Shaw, Historia de la literatura española. El siglo XIX, vol. 5, México, Ariel (Letras e Ideas), 1987, p. 215.
[15] Ibid., p. 216.

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