Renuncia al mundo: la búsqueda de la identidad en "Simplicius Simplicissimus" de H.J.Ch. von Grimmelshausen
Ezequiel Carlos Campos
Aunque quede ridículo que lo diga
(con simplicidad), uno siempre anda
buscando los orígenes: ¡nuestra
identidad!
Osvaldo Soriano
I.-
Introducción. Lo barroco
Es necesario dar un pequeño enfoque a lo
que fue el siglo XVII en Europa, pero en especial en Alemania, para tener una
lectura plena del Simplicius
Simplicissimus; con la obra va de la mano la Guerra de los Treinta Años en
el que el personaje y aun el propio autor estuvieron involucrados. Por eso el
lector podrá preguntarse: ¿qué fue la Guerra de los Treinta Años? De otra
manera, al hablar de una novela de este siglo nos remite al concepto de lo Barroco.
Así como la búsqueda de Alemania por tener su propia literatura, como también
la unificación de la lengua para una identidad germánica.
El Simplicius Simplicissimus es la primera parte de una serie de
libros dedicados a la figura y personajes de esta obra. En total son diez los
libros que componen las simpliciadas.
Esta primera parte, pues, compone los libros I-V.
A manera de
introducción señalo las anteriores cuestiones, para después tener espacio para
contestarlas. Ahora bien, ¿qué tiene que ver la búsqueda de una literatura
nacional con la identidad que Simplicius va a encontrar dentro de la obra?
Antes que nada,
quisiera dejar en claro el concepto de Barroco. Isabel Hernández, en su libro Literatura alemana del Barroco dice
sobre esto:
Se
denomina [el Barroco] por lo general al período comprendido entre 1600 y 1720 […]
ya en la filosofía escolástica del siglo XIII se denominaba baroco una figura de pensamiento, es
decir, un silogismo, susceptible de error; en el Renacimiento se denomina barroco cualquier argumento que pudiera ser equívoco o presentar un
error. Pero fueron los joyeros franceses quienes ya en el siglo XVI utilizaron
el término baroque, del portugués barroco, para denominar con él una perla
imperfecta, irregular y no del todo redonda.[1]
A lo que el término
designa algo irregular, imperfecto, excéntrico y exagerado.
II.-
La Guerra de los Treinta Años. Alemania: una literatura nacional
La situación política y religiosa en
Alemania del siglo XVII no es tranquila. Las constantes guerras para unificar
el país no fueron ni fáciles ni cortas. El Sacro Imperio Romano (territorio de
Francia, Italia, Dinamarca, Holanda, República Checa y demás naciones eslavas)
llegaría a dividirse por completo por el conflicto de la Guerra de los Treinta
Años. Aunque este suceso estalló, en específico, en el territorio alemán (ya
que éste era el más poderoso del imperio).
Esta guerra es un
conflicto político, territorial y religioso que tuvieron los católicos con los
protestantes por el poderío del territorio. Los protestantes tenían un mayor
porcentaje en Alemania y, después de una iglesia católica renovada, la Contrarreforma
luchó por retomar sus antiguos poderes. Alemania era un país dividido, pero las
fronteras entre ambos no eran muy firmes. Lo que hizo la Contrarreforma fue
que, los que hayan pasado a la otra iglesia (ya que eran católicos) volvieran a
su fe original. Los protestantes y los católicos tuvieron que firmar un
compromiso, en el cual se selló, en 1648, la paz en la ciudad de Westfalia.
Gracias a eso, algunos países lograron su independencia y el Emperador
permaneció como soberano absoluto de los príncipes. Y como resultado de la
guerra fue que el Imperio desapareció como potencia política dentro de los
estados europeos. Por ende, se creó un “vacío de poder”[2] en
la Europa central, con lo cual en el tratado de paz de Westfalia no se señaló
qué naciones serían las encargadas de llenar ese vacío, o sea, serían las que
tendrían el poder.
Otros países europeos
(como España, Italia, Francia) tenían ya una literatura propia, una identidad.
En Alemania el problema de la lengua aún estaba resolviéndose. Era necesario,
después de crear una patria totalmente alemana, una literatura nacional, esa en
la que los poetas cantarían, creando grandes obras. El latín era una lengua en
suma hablada por los eruditos y por los estudiantes en las universidades. Después
de que Lutero tradujera la Biblia, así como las grandes traducciones de obras
italianas, francesas y españolas al alemán, esas obras sugerían ser leídas por
el pueblo. Existían dos lenguas alemanas, la alta alemana y la baja alemana con
su respectivo territorio, norte y sur. Fue hasta los textos poco anteriores y posteriores
a Opitz, como las creaciones de las sociedades lingüísticas que la lengua
alemana comienza su auge. Se empieza a unificar el alemán, los grandes
lingüistas dirán que el alto alemán tendría que ser entendido por todos y
estudiado. Esta unificación del idioma va a conllevar algunas cuestiones: se dará
menos importancia al dialecto y se culturizará la lengua al momento de escribir,
se buscará quitar todos los extranjerismos. La lengua alemana, según Opitz,
expresará por primera vez la necesidad de hacerse una de características
similares al resto de las lenguas extranjeras, para que en nada sea inferior a
ellas.[3] No
obstante: “Las poéticas normativas, con su regulación de la práctica poética,
limitaron en mucho la libertad de los poetas”.[4]
Esto no es la causa
principal de la creación de la literatura nacional alemana. Aunque sí fue la
unificación la que ayudó a que, primero que nada, el alemán dejara al latín por
mucho, y todos los textos escritos sean en lengua materna y también dejen de
ser los eruditos los del poder cultural. Como se dijo arriba, las traducciones
de grandes obras sirvieron para que la cultura estuviera y fuera para todos, se
conocieran los textos y los modelos, otra parte importante, surgieran. Modelos
claros que se van a encontrar en las obras escritas en esta época. Como
resultado de lo anterior: la literatura destacará en el nuevo orden social, los
poetas estarán en la corte y ellos aportarán de manera eminente al
sostenimiento de las jerarquías, pues con sus textos ofrecerán modelos de
comportamiento a los gobernantes, como a los súbditos. “De ahí que la poesía del
Barroco tenga un carácter eminentemente social y cumpla a la perfección la
función didáctica y formativa que prima en ella por encima de cualquier otra”.[5]
Empero habrá otros
autores que seguramente no compusieron sus obras con este medio, sino eran textos
para el pueblo, para el amplio círculo de personas que gustaba de este tipo de
prosa y poesía; las obras de Grimmelshausen y su Simplicius Simplicissimus, obra que nos corresponde, entra en esta
categoría.
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III.-
La novela picaresca
Los modelos extranjeros fueron la mayor
influencia no sólo en la literatura picaresca, sino de la lírica y toda la
literatura alemana. La característica de esta novela será “la figura del protagonista
y su mundo, la forma de la narración y el modo narrativo”.[6]
Presenta una secuencia cronológica de hechos, compuesta en episodios, cuya
formación no tiene un fin, sino que los sucesos están unidos unos a otros por
la persona del protagonista. El protagonista va a narrar su vida, ya que está
escrita en primera persona, orientándose siempre hacia adelante, y el uso de
esta primera persona determina la veracidad de la novela popular, es por eso
que la autobiografía ficcional da tonos reales y más cercanos a la sociedad, ya
que en ella van a parecer todo tipo de protagonistas que están inmiscuidos en
la vida diaria. “Empleado siempre como un criado, va cambiando de señor en un
intento de mejorar su posición, cambios que se aprovechan para ir presentando,
a través de cada uno de los amos a los que sirve, las diversas capas de la
sociedad”.[7]
Y como es demás sabido,
Grimmelshausen tomo la figura del pícaro español para darle vida al suyo
propio, Simplicius.
IV.-
Simplicius Simplicissimus. La
búsqueda de su identidad y la huida del mundo
Para los críticos, esta obra de
Grimmelshausen no es pura ficción. La novela posee datos extraliterarios muy
interesantes que son parte importante para el entendimiento de la novela.
Entonces, la obra se presenta en el ambiente, en el momento presente en el que
el autor vivió y conoció, una visión totalmente negativa que de tanta
catástrofe no se conoce un punto final: esta época es de crisis, tiempos que conocen
al ocaso social.
Dejando claro que la
novela picaresca es autobiográfica en el sentido de ser narrada en primera
persona, el Simplicius Simplicissimus es
un parteaguas para conocer no sólo la vida del autor (que mucho de lo que hizo
lo narra en voz de Simplicius) sino la de una época en aprietos, nos da una
visión clara de cómo era vivir en Alemania cuando los conflictos políticos,
sociales y religiosos estaban en su máximo auge. Ahora bien, me permito dar una
reseña de toda la obra para el análisis siguiente:
Libro I.- Después de
darse unas reflexiones respecto al menosprecio de la corte y la alabanza a la
aldea, se nos cuenta que en una familia del Spessart vivía un niño con una
simpleza e ignorancia, no conocía nada del mundo: los nombres de los objetos,
el sonido de los animales, ni su propio nombre; tal era la desventura del
pequeño que para ahuyentar a los lobos (ya que cuidaba las ovejas) hacía
sonidos con la gaita. Y un día unos soldados lo escucharon y saquearon al
pueblo, quemaron su hogar, y éste huye por el bosque, encontrándose a un
ermitaño. Simplicius y su hospedero vivirán durante un tiempo de la naturaleza;
el ermitaño será su padre espiritual, el que le enseñe a leer, a darle un
sentido y nombre a la vida, con lo cual, conociendo la simpleza del niño, lo
apoda “Simplicius”. Después de morir el ermitaño, de ser sorprendido y burlado
por soldados, el personaje regresa a su ciudad natal y después a Hanau, lugar donde
lo consideran por un espía, un loco, donde es encarcelado. Simplicius conoce
ahí que el ermitaño era un renombrado oficial de cargo y él pide al gobernador
de Hanau lo libere y éste acepta. Como reconocimiento del ermitaño, el
gobernador hace paje a Simplicius. Al final se arrepentirá el gobernador y
manda azotar al chico por su mal comportamiento.
Libro II.- Simplicius
sigue haciendo de las suyas y se convierte en bufón, vestido con un traje de ternera,
es el hazmerreír de la corte. Una vez, mientras patinaba con otros del lugar,
es raptado por unos croatas y conducido a la abadía de Hersfeld. Ahí, gracias a
su aspecto y a la confianza que le dará el coronel, le piden ser militar, pero
a Simplicius no le place dicho cargo y escapa. Nuevamente es encontrado por
unos bandidos, pero ellos dejan al chico creyendo que es el mismo diablo, con
lo que Simplicius encuentra una buena cantidad de dinero y de herramientas que
dejaron los bandidos, con lo que se ganará la vida en el saqueo y el robo. Casualmente
está envuelto en una sesión de brujería y
despierta cerca de Magdeburgo, enrolándose en las tropas imperiales. Ahí
encontrará consejos y amistad con el viejo Hertzbruder, y al morir el viejo, es
el hijo el que salva a Simplicius y lo hace retomar el antiguo estado. De ahí se
convierte en “El cazador de Soest”, ganándose gran fama y respeto en lugares
cercanos.
Libro III.- Estando aún
en su gloria, Simplicius conocerá a un personaje que Grimmelshausen utiliza
para dar sus puntos de vista sobre los sucesos acaecidos, Júpiter, un loco que
le habla al chico sobre hacer un estado donde reine la paz y la religiosidad.
Después de marchar y ganar gran fortuna, Simplicius encuentra el amor y se casa
en Lippstadt. Y es aquí cuando deja la milicia. En Colonia había guardado su
fortuna a un mercader, y con el afán de ir a recuperarla, se va a Colonia y
deja a su esposa y a su nuevo hogar.
Libro IV.- Ya en
Colonia y sabiendo que el mercader al que le dejó su fortuna había huido,
Simplicius va, junto con otros dos jóvenes, a París, donde el doctor Canard
encuentra en Simplicius a un protector y a la vez un maestro de laúd para sus
hijos. Él debutará en el teatro en la figura de Orfeo, y entre la sociedad
femenil Simplicius es conocido como “Beau Alman”; al cansarse de los amoríos
decide regresar a Alemania pero en el transcurso queda enfermo de viruela y su
belleza y vitalidad se esfuman. Se gana la vida de “doctor”, vendiendo falsos
medicamentos. Llega a Alsacia donde es prisionero, pero la figura de
Hertzbruder aparece y lo salva, yéndose los dos a un regimiento bávaro. Simplicius
siente nostalgia por su familia y se separa de su amigo y antes de ir a su casa
se encuentra a Olivier, un viejo enemigo de Hertzbruder, con el cual vive un
tiempo y luego muere, quedándole sus bienes sólo para él, pero que ocupará,
después, para curar a Hertzbruder.
Libro V.- Curado
Hertzbruder se dirige al santuario de Einsiedeln, donde Simplicius se hace
católico. Después de pensar a ir a Viena con las tropas imperiales, quedan de
nuevo en otra desgracia, y para restablecer las heridas se van a un balneario
en la Selva Negra. Simplicius va a Lippstadt y descubre que su suegro y su
mujer habían muerto, pero un hijo suyo estaba en las manos de su hermana. Éste
le dejó todo su dinero haciéndose pasar por un servidor de Simplicius. Regresa
a la Selva Negra y se casa por segunda vez. En la figura de un anciano reconoce
a su padre y le cuenta que el hijo que tenía no era suyo, sino adoptado. Se
conoce el linaje de Simplicius, era hijo del ermitaño y de la hermana del
gobernador de Hanau, su verdadero nombre era Melchior Sternfels von Fuchsheim.
En este capítulo aparece la leyenda del lago Mummel y sobre la ida de
Simplicius al centro de la tierra. A su regreso el coronel sueco lo invita a
alistarse de nuevo a la guerra. Pero por el poco éxito lo invita a irse a
Livonia y a Moscú. Goza del favor del zar, quien le nombra director de
fabricación de pólvora. Lo arrestan los tártaros y por Corea y la India,
después de tres años, retorna a su ciudad, donde sus padres adoptivos cuidaban
de su hacienda. Decide retirarse a la soledad y seguir los pasos de su
verdadero padre: cuando había comenzado su vida con el nombre de Simplicius.
Desde el inicio de la
lectura del Simplicius Simplicissimus
el autor nos lleva a una trágica existencia: un pequeño que no conoce nada de
la vida, ni siquiera su identidad. Sabía que sus padres eran un hombre y una
mujer y que tenía una hermana. La sociedad de la época, así como la educación,
no son de gran ayuda para el niño, ya que vive en los tiempos de la Guerra de
los Treinta Años. Fue, pues, hasta el saqueo del Spessart cuando el niño supo
lo que era vivir. Ya con el ermitaño, éste le muestra lo más importante: qué es
la vida y cómo se rige ésta. Le enseña a leer para después escribir, le muestra
la religión para no ser un completo ignorante. ¿Cómo se sobrelleva una vida en
la que, por una u otra cosa, no se tiene identidad? Los momentos con el
ermitaño, de completa paz y armonía, convierten al joven simple en Simplicius,
apodo que llevará por demasiado tiempo. Pero no con el nombre (ahora sabría
cómo distinguirse) el chico sabe quién es. En toda la novela se nota esa
búsqueda de saber sobre sí, cuál es su papel en este mundo. “Con todo, continué
mi camino, pero sin saber qué rumbo seguir; y cuanto más avanzaba y me
adentraba en el bosque, tanto más me alejaba de los hombres”.[8]
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Simplicius va a tener
distintos cargos en los cuales tendrá que aceptar para sobrevivir en la
realidad de la sociedad. Cuando el ermitaño muere, el joven promete dejar la
paz y enfrascarse en su primera aventura, quitarse el velo que lo cegaba para
ponerse unos anteojos y mirar de manera objetiva el transcurso de un territorio
en completa agonía. Después de pasar como paje del gobernador y como supuesto
hazmerreír, de soldado necesitará un apellido para distinguirse de otros,
porque según nadie, ni el propio diablo conoce a alguien llamado Simplicius.
Tomará “Simplicissimus” para complementar su nombre. Simplicius Simplicissimus,
junto con el ambiente en que se desenvuelven los acontecimientos de la novela,
estará en constante cambio, primero, el joven cambia de amo a amo, así como de
oficio; en la guerra, en los católicos se percibe un aire de triunfo y
viceversa. Las constantes desgracias serán el parteaguas paras que Simplicius,
ya consciente de sí mismo y de lo que le rodea, decida mantenerse en esa vida
que seleccionó al momento de dejar el bosque: para entrar al mundo era menester
sobrevivir, y sobrevivir era sinónimo de que Fortuna estuviera en tu contra o a
tu favor.
Según Simplicius, sus
males le vienen porque dejó el servicio de Dios con el ermitaño: “¡Ay, Dios
mío! […] ¡Qué bien empleado te está! Simplicius, dejaste el servicio de Dios
para entrar en el mundo, para recibir […] el justo premio que has merecido por
tu ligereza”.[9]
La identidad de Simplicius queda sujeta a su propio criterio: ¿es un paje, un
bufón, un soldado?
En el capítulo XXV del
primero libro, donde se narra el curioso pasaje donde a Simplicius se le hace
extraño el mundo y viceversa, el joven descubre en sí cómo es que los demás
viven: estando en una fiesta en la corte del gobernador de Hanau, los invitados
se emborrachan, se ven eróticamente a los ojos con las mujeres, cómo cambia la
actitud de una persona sobria a una con alcohol en el cuerpo. Desde el primer
libro, el aventurero Simplicius se siente fuera del mundo, y no es precisamente
que por su simpleza e ignorancia no conozca o quiera disfrutar como los demás,
porque en capítulos y libros adelante, éste se hace tan experimentado en temas
de vivencia que se notan los siguientes aspectos: el niño inocente y la pérdida
de la inocencia, el reconocimiento del mundo pero no de sí mismo. Que, sea como
sea, el espíritu de cada quien sigue siendo el mismo, por eso Simplicius, ya cuando
ha vivido mil y una aventuras decide regresar de donde nunca debió salir. La
simplicidad de Simplicius nunca dejó de existir, no obstante, tenía que tomar
la prueba de conocer el mundo para saber quién era, qué función tenía en el
mundo, qué era lo que, para él, era lo más importante. “Tales pensamientos me
hicieron recordar y añorar los tiempos pasados en compañía del ermitaño y la
felicidad de aquella vida entre penurias y miserias”.[10]
En el Diccionario del español moderno de
Martín Alonso encontramos que la Identidad es: “Hecho de ser una persona o cosa
la misma que se supone”.[11] Tomaré
el concepto de “Hecho de ser una persona” para ver a Simplicius en el transcurso
de la novela no como una persona consciente de serlo, porque cuando estaba de
bufón actuaba como el becerro, y después como un loco, después, cuando las
cosas mejoraban, la dicha de Simplicius crecía pero se volvía peligroso,
egocéntrico… quiero llegar a que el personaje nunca fue él mismo, su naturaleza
simple era tal, hasta que, ya al final, cuando todos los acontecimientos fueron
por completo negativos: la muerte de su primera, segunda esposa y de su amigo
Hertzbruder, de conocer su verdadera historia, Simplicius reconoce que su
verdadera vocación será seguir los pasos de su padre biológico, el ermitaño, el
cual no se alejó del mundo porque no quedara de otra, sino que lo hizo para
salirse por completo de aquel mundo que cada vez estaba por hundirse, y no
necesitaba más que la naturaleza, así como de Dios, para ser un hombre completo.
Simplicius llega a la misma suerte: ahora con su propia identidad, sabiendo
quién es, qué quiere, dónde es mejor vivir, la identidad del personaje se
descubre. Este tema de la identidad, así como de la huida del mundo, tomando al
verbo Huir como: “Alejarse rápidamente de un lugar para evitar un daño”[12],
es la que Simplicius decide hacer por miedo a ya no ser él mismo, a retornar al
pasado, a la tranquilidad, a la búsqueda de la paz y su propia identidad y
sabrá que esto no se hará gracias a la sociedad, sino así mismo. “Lamentablemente
toda la pérdida de la inocencia con que había salido del bosque y de tan
diversos modos malgastada en el mundo”.[13]
Simplicius Simplicissimus se convencerá que ya no es una ficción dentro de su
propia historia, sino Melchior Sternfels von Fuchsheim, alguien real, capaz de
sobrellevar el curso de sus acciones como antes no lo hacía de lleno: con toda
la conciencia de saber quién es. Dejando el mundo que había dado la oportunidad
de conocer para adentrarse a una vida y donde ese aislamiento no es por
completo odiar el mundo, sino lamentar que Simplicius no es parte de él.
V.-A
manera de conclusión
Lo que al principio se hablaba sobre
Alemania y la Guerra de los Treinta Años, así como de la novela picaresca y lo
Barroco, fue para llegar a la conclusión de este trabajo: la figura de
Simplicius y la búsqueda de una literatura nacional por parte de Alemania es la
alegoría de tener una identidad propia. Por su parte, los alemanes, con lo
antes referido sobre la creación de las asambleas literarias, como de las
poéticas escritas, la unificación de la lengua, es el mismo fin que Simplicius
tiene en la obra, quién es y, lo más importante, qué quiere llegar a ser. A la
par, país y personaje se convierten en un objeto de estudio sobre qué es el
alemán, quién es Simplicius, si es uno consecuencia del otro, etcétera. Con lo
que deseo terminar es que no sólo la unicidad de la lengua alemana fue la
causante de la identidad literaria, la toma de los modelos anteriores o
coetáneos de prosa y poesía declararon qué era Alemania, que lo narrado en la
obra también es, o sea, Simplicius es Alemania como Alemania es Simplicius; los
lectores encontraron la identidad de un personaje con una vida totalmente de
altibajos, y fue esa realidad de la picaresca que Grimmelshausen tomó para su
obra, diciendo a los lectores que la época del siglo XVII estaba en un momento
de descontrol, y se necesitaba un héroe para mostramos los males de la sociedad
y la identidad de un país.
BIBLIOGRAFÍA:
ALONSO, Martín, Diccionario del español moderno, España, Aguilar, 1975.
HERNÁNDEZ, Isabel, Literatura alemana del Barroco, España, Síntesis, 2002.
VON GRIMMELSHAUSEN, H. J. Ch., Simplicius Simplicissimus, México, Rei
(Letras Universales), 1988.
[1] Isabel Hernández, Literatura alemana del Barroco, España,
Síntesis, 2002, pp. 10-11.
[2] Tomo el concepto de Isabel
Hernández, p. 20.
[3]
Ibíd., p. 39.
[4] Ibíd., p. 37.
[5] Ibíd., p. 23.
[6] Ibíd., p. 188.
[7] Ibíd., p. 189.
[8] H. J. Ch. von Grimmelshausen, Simplicius Simplicissimus, México, Rei
(Letras Universales), 1988, p. 63.
[9]
Ibíd., p. 102.
[10]
Ibíd., p. 140.
[11] Martín Alonso, Diccionario del español moderno, España,
Aguilar, 1975, p. 572.
[12] Ibíd.,
p. 569.
[13] H. J. Ch. Grimmelshausen, op.
cit., p. 402.
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