Después de tantos años. Siete poemas de Alberto Avendaño
Después
de tantos años
Para el Willye
Podría creerse que aún
está la amapola
en el lócker oxidado
o que tengo en la cartera
un recordatorio
para no olvidar la fecha
de mi muerte,
que sigo pastoreando
sollozos sobre nieve
y que todavía llegan los
ángeles nocturnos
a cuidar de mi descanso,
pero la inocencia,
ese cadáver de virgen
seco en el llano,
se fue como droga
o igual que canción de
cuna.
Ahora, mientras espero a
que nada toque la puerta,
pienso en lo terrible de
Blanca Nieves
al olvidar los siete
enanos.
Variación
de George Bacovia
Para Ezequiel Carlos
Campos
Roza el viento las
mejillas
como cello desafinado.
En su nido los pájaros
tejen
un paraguas de
naturalezas muertas.
Nieva en el cementerio
y lloro como los árboles
secos.
En el cuarto azul nuestro
cello
muere desafinado.
La
tarde
Tomo tu mano
en la oscuridad
y me llenas de olas,
de soles,
de la caída de una flor
sobre la tumba.
Eres la diosa blanca
que coloca la cuerda en
la viga,
la ciudad que pasea de
sombrero
y regresa sobre el pájaro
Ruc.
Una magia: desollada:
viaje a la eternidad,
en la gruta de platino
guardo para ti mi último
aliento.
Polvo
Te has ido y olvidas que
mi corazón
era un ladrido, la flor que ríe y el pájaro que llora,
hasta que te vi brotar
igual que espuma sobre la
seda.
Ahora me vuelvo un
estúpido
que busca tus huellas
ante el hechizo de los
trombones
y pone su diadema
fragmentada en los
cabellos de un ícono/que es viento.
Pido a tu recuerdo
me dé la fuerza
para no sucumbir
ante el jardín donde
sepultamos los colibríes,
esos muebles olvidados;
ruido de vaso que cae;
clepsidra que nadie ve;
el último beso impreso
sobre tu sudario,
quemo las rosas/escribo
en fango.
Se
desfolia
Cuando abandonó el amor
el pequeño ángel pasó
bajo mi sombra montado en un caracol,
el semáforo se convirtió
en la hora de los sollozos,
los tik-tak invitaban al
suicidio
y las pesadillas que
guardé tantos años en la funda de la almohada
fueron el abrazo que
traía el nuevo día.
Bosque
de noche
Al frente, como una cruz
apenas visible por la
nieve,
te encuentro,
lápida para la noche
sobre la que los
cachorros juegan.
Bajo los álamos,
cubierta de ceniza,
rasga mi verso,
reflejo de ángel
con alas musgosas
y escapa tomando mi mano
muy lejos del poema.
Una
romanza para Mateo Morral
Las rojas blasfemias por
pan justiciero.
Ramón
del Valle-Inclan
Llueven navajas en la
calle dorada,
en el monte los jilgueros
se infartan.
Hay nieve en mi cabeza
mientras bailo
sobre esta acera de
cráneos y hielo.
Ayer las rosas se
convirtieron en incendios,
mañana de mi pecho
crecerá una magnolia.
Estos
poemas están incluidos en Las cenizas del
día,
Literatelia,
México, 2019 (en prensa).
Alberto
Avendaño (Zacatecas, 1990). Ha publicado Para
cantar bajo la lluvia, y están en prensa dos libros: Las cenizas del día y En la
habitación a oscuras. En El
Guardatextos lleva la traducción del Cancionero
de Cecco Angiolieri al español.
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