Noche, desilusión y dualidades. Siete poemas de Alejandro Franco
Noche
La noche cae
como un extenso beso
que te redime
como el grito silencioso
de tus labios
pronunciándome.
La noche cae
en mi ceguera
con su gran algarabía de estrellas
y sus ventanas cerradas
por donde no has de mirar.
Desilusión
No me has partido en dos
ni en tres ni en cuatro pedazos
ni en tres ni en cuatro pedazos
sólo me detuviste la sangre
al escucharte en mi pulso
y un centenar de estrellas
se quedaron sin mirada
cayendo
tiritantes
al vacío
al escucharte en mi pulso
y un centenar de estrellas
se quedaron sin mirada
cayendo
tiritantes
al vacío
de tu voz.
A corazón desnudo
Deseo quedarme
con un café en la mano
y una ausencia ligera
con un café en la mano
y una ausencia ligera
en la otra.
Mientras observo cómo la tarde perezosa
se desgrana en mi ventana.
Mientras observo cómo la tarde perezosa
se desgrana en mi ventana.
—Recuerdo una carta que no me escribiste.
Te confieso que no deseo llorar mucho tiempo
ni desgastar los argumentos que guardo
Te confieso que no deseo llorar mucho tiempo
ni desgastar los argumentos que guardo
celosamente en el cajón de mi buró
tan sólo quiero darle un sorbo a esta nostalgia calientita
y dejar en libertad la parvada de sonrisas
tan sólo quiero darle un sorbo a esta nostalgia calientita
y dejar en libertad la parvada de sonrisas
que mantengo encerradas en una jaula de silencios.
Por lo tanto he decidido quedarme un poco más:
tal vez logre mirar cómo desnudas tu corazón frente al mío.
Por lo tanto he decidido quedarme un poco más:
tal vez logre mirar cómo desnudas tu corazón frente al mío.
Dualidades
Afuera:
el sonido trajinado de una ciudad
aún despierta e hipnotizada por sus
incandescencias y rugientes metales.
Adentro:
el beso húmedo de tu cuerpo
que aletea con ímpetu en mi sangre
a la sombra de un delirio.
Soliloquios en la piel
Hablo
sin hablar
solo
en tu piel
tu piel desnuda donde callo
donde sólo vago
solo.
Hablas sola
de tu piel
en mi voz desnuda
y sola
que te habla
y sólo hablamos
desnudos
en la piel del otro
donde callamos
cada vez más solos.
Retrato otoñal
Siembro nubes pasajeras en el retrato otoñal
donde la historia es viento sedentario
donde la historia es viento sedentario
inmovilidad lactante.
Alguien advierte entrado el mediodía:
Alguien advierte entrado el mediodía:
—Forzar la puerta para que abra es doloroso y además
no tiene sentido esta batalla de sentidos desbocados.
La tertulia de los corazones afligidos
se va camino al encierro, al olvido
pero no te olvido y resoplo de cansancio
La tertulia de los corazones afligidos
se va camino al encierro, al olvido
pero no te olvido y resoplo de cansancio
en esta tempestad de plumas y cajones.
Envuelto en ceniza el pensamiento distorsiona
Envuelto en ceniza el pensamiento distorsiona
sonido de piedras que colisionan en su propia dureza.
Insisto en que no nos escucho
hemos callado indefinidamente
nuestra voz es oquedad en la cima del llanto
lento silencio sobre nuestro lento olvido
balanceándose sobre una rama del árbol somnoliento
que se espabila mientras caen envueltas en papel
las últimas gotas ocres de la tarde.
nuestra voz es oquedad en la cima del llanto
lento silencio sobre nuestro lento olvido
balanceándose sobre una rama del árbol somnoliento
que se espabila mientras caen envueltas en papel
las últimas gotas ocres de la tarde.
Disipaciones
Me encuentro sembrando palabras
en un páramo de hojas amarillas
—son conocidas formas de nostalgia—
con la tinta escurriendo de un ingrávido recuerdo
la frondosa sonrisa de un ébano solitario
y la efigie de un beso que se quedó sin labios.
Te observo recostada sobre la desnudez
de una cama que justo al anochecer renació
llena de placer, espadas y añoranzas
y junto a ti la fotografía del tiempo
serio y consternado pero lleno de ofrecimientos
expectante.
Pese a ello
en un páramo de hojas amarillas
—son conocidas formas de nostalgia—
con la tinta escurriendo de un ingrávido recuerdo
la frondosa sonrisa de un ébano solitario
y la efigie de un beso que se quedó sin labios.
Te observo recostada sobre la desnudez
de una cama que justo al anochecer renació
llena de placer, espadas y añoranzas
y junto a ti la fotografía del tiempo
serio y consternado pero lleno de ofrecimientos
expectante.
Pese a ello
nos disipamos al final de la noche.
Poemas incluidos en Tu rostro sin ti, Acento Editores, 2019.
Alejandro Franco (Guadalajara, Jal., 1979). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Guadalajara. Ha colaborado con poemas para algunas revistas digitales. En mayo de 2019 publicó su primer libro de poesía, Tu rostro sin ti (Acento Editores).
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