Tres poemas de Eric Reyes R.
Marginales
Fuimos parte de una misma
soledad,
circularon nuestras lágrimas
por las mismas veredas
y transitaron nuestras canciones
por los mismos oídos que jamás
escucharon.
Era tu voz la sombra de la mía
tu cuerpo el campo
de los sueños de mi mente;
planté orquídeas
en tus senos blandos
y eché a flotar
flores de loto
en tu obscuro pantano.
¿Aún recuerdas
cuando
te mordía el
vientre?
¿cuando aparcábamos el coche
en la carretera más recóndita
y nos bajábamos para correr
persiguiendo nuestra libertad?
Dylan establecía las palabras
que nuestros besos callaban,
pensaba la policía que
éramos un par de drogadictos,
y no entendían cuando
gritábamos: “Por siempre
marginados”.
Lo nuestro no fue algo serio,
nada en mí ni en ti lo fue,
todo era un juego,
hasta que un día, sin avisarme,
decidiste dar un paso
fuera de la rayuela de la vida,
yo la hubiera dado contigo,
pero por algún motivo
preferiste dormir sola,
abandonando nuestro único
escondite.
Más
allá de tu cuerpo
Nebulosa tu cuerpo
trasciende mi mente,
orbitas mi universo
naciendo de la realidad
al sueño.
En cada partícula
sobre la gravedad
en esas dimensiones
imperceptibles
está siempre una parte de ti
mi mundo entero
si ruedo, camino o muero,
alma, diosa o sonata,
imperas llena de magia
me hablas a partir de mi desvelo.
La física me ha dicho
que alrededor de nuestro entorno
fórmulas matemáticas
aparecen al contacto
de un vidrio con el suelo
y desaparecen al quebrarse.
Yo podría
en una sola hoja explicarte,
razonarte desde la médula al
corazón.
Decir: sí, su mente
se expande en un infinito y se
contrae;
pero ¿quién podría descifrar los
secretos que aquel infinito
aguarda?
mismos que me reflejas
cuando me besas
y mis ojos son el espejo
al instante de tu alma.
En picada
Las olas respiran el
perfume de tu cuerpo,
del cielo tus manos
como ángeles
descienden
sobre este pecho
nocturno.
En el fulgor de mis
palabras
un suspiro, como
trueno,
iluminó en un golpe
la esperanza muerta.
Fue así, en sueños
de marinero,
que te vi mujer
desnuda,
con tu piel
cubierta.
Collage de Eugenia Loli |
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