Manifiesto Humanista del siglo XXI
Giuliana Belén Marin Vespa
La
sociedad corre más rápido que la luz pero no más que las balas, no más que el
alma muerta, no más que la desesperanza, no más de lo que tarda en asentarse el
desempleo en la conciencia, no más de lo que el hambre en llegar a los
estómagos de los pobres, no más de lo que el frío en atravesar la carne de los
sin techo, no más que los prejuicios en desamparar a la diversidad humana, no
más que el puño que golpea al ojo de su víctima débil que mañana sólo será un
cuerpo, no más que el individualismo qué hay detrás de todo poder autor de
márgenes.
La
cadena de noticias sale a la prensa antes que los hechos encuentren su nexo
causal y las familias se destrozan más rápido que su derecho a la imagen en las
noticias. La verdad desnuda es que la familia no es la base de la sociedad para
el constituyente, a menos que el índice del progreso humano descienda y haya
que aumentar el de natalidad.
Nacen
delincuentes porque la educación que reciben es más débil que los valores de
los que a su alrededor apuntan con el dedo. Sólo los valientes y visionarios
llegan a los barrios marginados a llevar una taza de leche caliente y un libro.
Sólo esta educación se rescata y hace la diferencia cuando se tiende la mano.
Están
los que la rechazan porque sólo distrae la desigualdad unos segundos y entonces
escapan más rápido que el Gobierno. El ministro del interior cierra los ojos
cuando le presentan el petitorio a la salida, porque la policía perdió el
equilibrio con la delincuencia y él aún no recuerda la esencialidad de la
educación.
Las
leyes juegan un ping-pong entre el oficialismo y la oposición, mientras se
debate fríamente qué tan dignos somos de vida los que nadie nombra.
Los
votantes lloran la culpa que pertenece a los demagogos, y los demagogos
prefieren lavar sus manos atribuyéndonos la responsabilidad de ser creyentes de
la utopía que conlleva el vivir.
Ya
lo dijo el ilustre escritor argentino Ernesto Sábato: “La verdad es perfecta
para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida. En la
vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza, cuentan más”.
Éste
es uno de los fundamentos de la mala elección del hombre como ciudadano. Se
contenta con la ilusión de un discurso sostenido en una técnica de dominación
política, porque el poner a boxear al ser pensante y recorrer la historia le es
tedioso.
Resulta
entonces que todos en una pequeña cuota somos autores y contribuyentes a la
situación actual.
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Alberto Greco, “Manifiesto Vivo-Dito del Arte-Vivo,” 1962. |
Giuliana Belén Marin Vespa (Fray Bentos, Uruguay, 1996). Cursó estudios
de inglés e italiano en su ciudad natal. Culminada su etapa como Bachiller se
mudó a la ciudad de Montevideo para continuar su formación académica.
Actualmente es estudiante de Abogacía en UDELAR, Montevideo. En el pasado año,
participó del “Cierre de Ciclos Verseros” donde confluyeron varios círculos
literarios del país. También fue participante del ciclo “Tu poeta malditx” en
dicha ciudad (2017-2018) y del ciclo de poetas del interior en la localidad de
Fray Bentos en el presente año.
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