Punto de fuga. Seis poemas de Francisco Ferrer

 

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la distancia gesta un huracán de pájaros

que se alimenta de pupilas fijas en la leña

y muele el escorial de las heridas abiertas

con la dulzura de un niño arropando a su espejo

o el calor del orgasmo que congeló ese segundo

en la humedad del último solsticio

 

la lengua que ha saboreado el veneno

escupe un río de fuegos que desemboca

en el corazón de los senderos de la urbe

agrietando la tristeza del concreto

con un grito que oyen gusanos y raíces

porque es el mismo en la redondez del mundo

 

recuerda entonces el hogar usurpado

aquel lugar con sabor a tierra fresca

para avivar los huesos y la sangre

que no hay imperio que perdure en los siglos

 

 

Entresueño

 

pasajes calles avenidas

tantos pasos para andar

buscando aquello que deseamos

entre el asfalto y los magnolios

en casas de amores

conspirando armonías

humaredas imposibles

noches frías en los parques

con risas lagrimeadas

perdidos como un libro

olvidado en una máquina

que jamás retornaría

 

esta nostalgia es una masa

de pan para uno solo

pensar en el aroma

de flores imaginadas

correr por veredas que no acaban

sino en esquinas de la memoria

que se tejen sin cesar

 

qué habrá sentido la hiedra

luego de ser arrancada

de ese muro al que se aferraba

cual un niño a su madre

 

quizás el perro en huida

finalmente halló su hogar

en un hueco desconocido

reservado para sí mismo

 

sea en sueño o en vigilia

toco sangres de crepúsculos

oigo mareas metálicas

bebo agua clorada

sonrío a mi reflejo

recorro el eterno laberinto

de la ciudad interior

 

 

Ternura

 

los muros blancos no ofrecen respuestas

mas lanzan signos hacia el infinito

y esa mixtura de plumas enredadas

interroga el deseo más íntimo

 

percibo así el error de ansiar

siempre el instante del desborde

en lugar del fruto reposado

de ojos espejeándose sin tregua

mientras amaina la tormenta

 

 

Punto de fuga

 

determino palabras en medio de imaginerías rotas en el centro del paisaje hay un desvío un desvarío de hojas u ojos magullados momentos prestados el tiempo es un circuito inventado reflejando las sombras de lo humano el afán que penetra en la penumbra me conmuevo deslizando los dedos en la tierra húmeda soy una rama quebrada transitando en el río o un lobo a quien nadie ha nombrado excepto una voz que el viento se encargará de borrar el sol me regala un poco de su savia para que vuelva a encender mis alas por la luz la sed lo fugaz el calor de una piel que te abrasa al despertar no hay mañana siempre es hoy la historia me sabe a ficciones baratas inscritas con sangre robada se escribe a sí misma la mano la mente la muerte conciencia hecha carne soñamos caóticamente la vida es una circunferencia infinita que llora riendo sin cesar en el perfecto azar del universo

 

 

Protoejes

 

recojo retazos

no hallo sino espejos rotos

reflejando los fragmentos de mi rostro

tembloroso como un muerto despertando

sonriente en un río iluminado

 

las estrellas palpitan con violencia

advirtiendo de hace siglos

que si no bebemos de su fuego

seremos víctimas de carroñeros

y no nos salvarán los signos

de la tinta en nuestra carne

 

la piel desnuda en la penumbra

es un canto que gime enternecido

por la presencia de un pájaro o un árbol

y la sustancia que sube por las líneas

de nuestras famélicas siluetas

difumina los tatuajes heredados

para fundirnos en un nuevo océano

 

festejando en el ojo de lo trágico

en la trayectoria de las sombras

he descubierto la forma tras la máscara

la pupila que en el filo de la hoja nos observa

es la mía

es la tuya

es la nuestra

 

 

Memoria

 

antes de las primeras figuras

antes de los ídolos inaugurales

antes del progreso

del estrépito metálico

antes de las absurdas instituciones

de los vigiladores

de los castigadores

antes de la depresión

de la angustia existencial

del tedio

de la abulia

del paraíso artificial

antes de la realidad virtual

de la falsa medicina

de la masturbación masiva

antes de la exterminación

de cualquier revolución

antes de la fisión del átomo

hubo el despertar del rito

 

hubo desnudez

hubo agua fría

donde lavarse al amanecer

hubo el sonido del río

la lengua de los pájaros

el arrullo del atardecer

hubo el misterio del viento

la danza del fuego

el brío solar

el fruto silvestre

el trance lunar

y hubo sobre todo la piedra

la piedra prima

la piedra negra

hubo entonces el puñal

la discordia hecha herramienta

para inscribir con sangre la Historia

 

pero el humano siempre olvida

olvida el camino y su huella

olvida al viajero y su sombra

quisiera yo que recordara

lo que crea

lo que destruye

quisiera yo que recordara

que respira

que deja de respirar

 

antes de mí y de estas palabras

hubo una infinitud de seres

sustancias y circunstancias

trascendentales en la memoria

indescifrables en su mayoría

quisiera recordarlo todo

abarcarlo por un momento

pero soy humano

y también olvido




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Francisco Ferrer (Santiago de Chile, 1993) es profesor de lenguaje, escritor y músico. Publicó su obra de poesía Alianza en el desgarro (2015) con la editorial independiente Minigolf Deportivo. Ha escrito textos críticos sobre obras de poetas para diversos medios digitales. Actualmente, se dedica a editar su obra Ritos reunidos y su álbum musical Sombra de fuego.

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