Fantasmas del diccionario. Ocho poemas de Alfredo O. Torres
Bandicut
Dime, dónde cuelgo mis cansancios
si no es en tu espalda/ alabastro pulido y carbón eterno.
Dónde pongo mi confianza absoluta si no es en
tu saltamónico ir y venir, casi como la niebla, inesperado/
caprichoso.
Envuelto en frases, y versos, abrigado
de esperanzas etéreas,
a penas un roce y todo brinca, todo vibra/ sobre tus misterios
escribiré algún día, cuando ya no pueda levantarme/ acosado
por fantasmas y castigos de enfermo,
por conjurar hasta al Demonio y todas las empusas
sólo por un roce de tu mano inquieta/ travestida en virgen.
Mis cansancios son viejos y mi experiencia callejera/ ángel
roble huacho y sólido.
Tal vez tu cabeza turbulenta debería
descansar en mi regazo
y mecerte dulcemente para que tú sueñes,
tus sueños de hombre niño.
Esquizofrenia del escritor
Como Gregorio Samsa, cada mañana SOY un insecto
Escarabajo boca arriba pataleando con fuerzas para salir de la cama
El peso de las pesadillas me hace aumentar de tamaño
Me inflama aún más el vientre articulado. Las antenas no sirven de nada en esa posición
Ignominiosa.
Sólo logro levantarme para escribir absurdos poemas de amores clandestinos,
Relatos que no me convencen, deformes e inútiles
El papelero se llena con rapidez. Y del baño salgo convertido en araña
Que teje con palillos de hueso su triste canción de apareamiento
Interminado yo, inacabado, a medio hacer
Sin zurcir, sin costuras.
No logro salir a través de ninguna puerta hacia el exterior
A la hora del almuerzo ya soy una mantis religiosa y tragona
Como tranquilo, degluto, desovo,
Pero me cuesta tomar el lápiz.
Y cuando el sol comienza a bajar me arrastro gustoso por el piso como gusano
Repto, doy vueltas, me enrollo, me hago el muerto
Esta es la parte más feliz del día
La de jugar a vivir un rato
Porque en la noche ya no tengo fuerzas para controlar nada
Pierdo por momentos la conciencia
Lo que logré llegar a tener ordenado y más menos acabado lo destruyo, lo quemo
Me lo trago, lo degluto
Soy un muñeco informe relleno de papel que no entiende esta rutina
¿Descerebrado, seré realmente descerebrado?
¿Acéfalo?
Busco el espejo, me miro una y otra vez
Tengo cabeza, pero no es mi cabeza
Es la cabeza de un hombre extraño con larga barba y pelo hirsuto
Me parezco a Poe.
Me mira desafiante, abre los ojos amenazándome de muerte
¿Dónde estará mi cabeza? La mía. La de insecto.
Me acuesto y tomo el libro de cabecera. Tirito tanto que no logro concentrarme
Lleva años este libro sobre la mesa de luz
Años, es decir desde que aprendí a decodificar
Amarillas hojas tocadas, pero no leídas
Siempre logro leer sólo hasta la primera frase
“Cuando Gregorio Samsa despertó una mañana, después de un sueño intranquilo,
Se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”.
Yo he triunfado, mis metamorfosis son varias
Y eso me hace sonreír frente a ese espejo velado.
Bautizo
A mí me llaman el RUSIO
porque rescato los fuegos artificiales de los infartados
los sueños de los drogadictos
y las bendiciones papales de los desquiciados
e inventamos en el brocal de las botellas
las sinfonías, los finales
los mediáticos créditos fílmicos
el cancionero fatalista de los hospitales
para que celebremos la escuela de los esclavos
la escultura de los pañuelos
en el adorno de los discursos
de los chiquillos del poder
los niñitos de las financieras que creen que han descubierto
a dios en los manuales de supervivencia
y repiten como un canto: “el estado tiene una función subsidiaria”
y repiten repiten y repiten
el mantra tántrico
la mentira de las mentiras
el escapulario de las tumbas
pero
nos queda el ravotril a borbotones
las ampollas de morfina gratuitas, públicas y de calidad
nos queda la lucha armada
y las reuniones molotoveras
para hacer germinar toda la poesía como una expulsión gástrica
donde podría hacer que sucedan hasta los versos galácticos:
hasta el temblorcillo RUSIECITO.
Despatria
porque rescato los fuegos artificiales de los infartados
los sueños de los drogadictos
y las bendiciones papales de los desquiciados
e inventamos en el brocal de las botellas
las sinfonías, los finales
los mediáticos créditos fílmicos
el cancionero fatalista de los hospitales
para que celebremos la escuela de los esclavos
la escultura de los pañuelos
en el adorno de los discursos
de los chiquillos del poder
los niñitos de las financieras que creen que han descubierto
a dios en los manuales de supervivencia
y repiten como un canto: “el estado tiene una función subsidiaria”
y repiten repiten y repiten
el mantra tántrico
la mentira de las mentiras
el escapulario de las tumbas
pero
nos queda el ravotril a borbotones
las ampollas de morfina gratuitas, públicas y de calidad
nos queda la lucha armada
y las reuniones molotoveras
para hacer germinar toda la poesía como una expulsión gástrica
donde podría hacer que sucedan hasta los versos galácticos:
hasta el temblorcillo RUSIECITO.
Despatria
No hay risco
ni abismo que soporte mi rabia
ni cuerda que aguante mi sangre
de plomo líquido
No hay forma alguna de terminar con la vida
porque aunque lo desee siempre pierdo
los cabales y termino destruyendo yo mismo la hoguera.
Soy bruto, tosco
aplanador como ráfaga de huracán,
avasallador como el impulso sexual
tengo el corazón labrado en piedra negra
obsidiana o carbón
Busco lo improbable, lo oculto
eso que se arrastra transparente por baldosas recién limpias,
un brillo, un fantasma,
una sombra, un reflejo en el espejo, fugaz
reflejo de la belleza de algunos y de la
fealdad de las ciudades.
Soy la presa que se adorna para llamar la atención del cazador
cuando aúllan las montañas y los saltos de agua.
cuando la despatria sale a la calle a colocar banderas
pero caza ciervos enanos en el bosque.
Chile, tierra fértil prometida,
saqueada y mil veces orinada.
ni abismo que soporte mi rabia
ni cuerda que aguante mi sangre
de plomo líquido
No hay forma alguna de terminar con la vida
porque aunque lo desee siempre pierdo
los cabales y termino destruyendo yo mismo la hoguera.
Soy bruto, tosco
aplanador como ráfaga de huracán,
avasallador como el impulso sexual
tengo el corazón labrado en piedra negra
obsidiana o carbón
Busco lo improbable, lo oculto
eso que se arrastra transparente por baldosas recién limpias,
un brillo, un fantasma,
una sombra, un reflejo en el espejo, fugaz
reflejo de la belleza de algunos y de la
fealdad de las ciudades.
Soy la presa que se adorna para llamar la atención del cazador
cuando aúllan las montañas y los saltos de agua.
cuando la despatria sale a la calle a colocar banderas
pero caza ciervos enanos en el bosque.
Chile, tierra fértil prometida,
saqueada y mil veces orinada.
Pagano
Yo no nado contra la corriente
soy el que mueve las aguas
el que hace las olas.
Soy inmenso como el sol
poderoso como una galaxia,
siembro vientos
cosecho borrascas y cazo cucarachas gigantes.
Voy por el mundo derrochando rabias atávicas
poniendo al padre contra el hijo
borrando nombres de la memoria
y mordiendo manos bondadosas, egoístamente
soy yo mismo, hijo del creador
y de su hija
incestuoso entonces como rey egipcio
hereje, pagano, relapso
por querer exterminar mi especie
por querer quemar este pueblo
por querer traicionarte una
y mil veces.
Despatria II
La patria no es patria
Ni es la matria de Antonio Silva
Que en paz descanse en el infierno de los maricuecas
Junto a Lemebel y tantos otros, por yeguas, por exaltados.
La verdad, por valientes.
La patria no es patria y no tiene héroes,
es la bandera amordazada de Elvira Hernández
en su cuadrangular agonía.
Y en esta des-patria
Al millonario tercermundista aunque le sobre siempre le falta,
Ellos, lo quieren todo, la chancha y la chanchita;
Los oscuros templos son
el paraíso de sacerdotes y pastores,
faldas, calzones almidonados
sotanas y enaguas sacrosantas.
Monjas de blanco y negro como pingüinos hambrientos
Que se matan unos a otros por codicia,
Por la envidia que les produce un culo joven y robusto de novicio cuico
O la virtud, onanística, tan apreciada, de un asustado acólito de pueblo
Que apenas alcanza la pubertad.
Habemus Papa, habemus corpus diaboli.
La des-patria no tiene límites ni compasión
Está habitada en su mayoría por egos gordos y rastreros
Babosas que se reproducen hermafroditamente y todo lo tranzan.
Entonces, la denominada patria (páter)
No es padre, ni madre, ni ángel de la guarda
Es tu encubierto enemigo,
Es la mala sombra que envuelve tu frágil reflejo en el cristal
La bala loca que te volará el seso
Y los jovencitos que se prostituyen en las esquinas por pan
O por neoprén.
Oculta
Te miro Alejandra P.
desde la distancia
desde la nebulosa del cielo gris de mi pueblo
tierra baldía, como maldita.
Te siento oculta, triste, desenfocada.
Desarraigo birlibirloque, perdida en la nebulosa del cigarrillo
agazapada entre licores y pastillas
con solo una idea
girando en tu oscura cabeza despeinada;
cubierta en tu tumba (y temerosa)
por hojas en blanco, llenas de correcciones inútiles
obras truncadas y soledad.
Fantasmas del diccionario
Cuando llegue ese día fatal, lóbrego e irreversible
Cual tormenta que estremece hasta el tuétano
Tendré que escribir mis tristes poemas desde la cárcel
Como Cervantes, o desde el paseo nebuloso de la droga
O la locura, como la Pizarnik
Exiliado o autoexiliado como la Mistral
Porque en mi ciudad no hay público para mis ignominias
Ni para mis parafilias
Sueño eterno del niño que quiso ser famoso
Pero se perdió buscando eso mismo, la inmortalidad
Que no es más que una agusanada falacia.
Falacia, felatio, soy sólo un ser sexuado, de carne y hueso
Pecador, frío como las rocas a la orilla del mar de mi país
Despatria, que despoja…
Y moriré sin saber si Dios existe o somos frutos de nuestros propios escritos
O de una relación homosexual entre arcángeles.
La metralla me alcanzará algún día.
Yo no nado contra la corriente
soy el que mueve las aguas
el que hace las olas.
Soy inmenso como el sol
poderoso como una galaxia,
siembro vientos
cosecho borrascas y cazo cucarachas gigantes.
Voy por el mundo derrochando rabias atávicas
poniendo al padre contra el hijo
borrando nombres de la memoria
y mordiendo manos bondadosas, egoístamente
soy yo mismo, hijo del creador
y de su hija
incestuoso entonces como rey egipcio
hereje, pagano, relapso
por querer exterminar mi especie
por querer quemar este pueblo
por querer traicionarte una
y mil veces.
Despatria II
La patria no es patria
Ni es la matria de Antonio Silva
Que en paz descanse en el infierno de los maricuecas
Junto a Lemebel y tantos otros, por yeguas, por exaltados.
La verdad, por valientes.
La patria no es patria y no tiene héroes,
es la bandera amordazada de Elvira Hernández
en su cuadrangular agonía.
Y en esta des-patria
Al millonario tercermundista aunque le sobre siempre le falta,
Ellos, lo quieren todo, la chancha y la chanchita;
Los oscuros templos son
el paraíso de sacerdotes y pastores,
faldas, calzones almidonados
sotanas y enaguas sacrosantas.
Monjas de blanco y negro como pingüinos hambrientos
Que se matan unos a otros por codicia,
Por la envidia que les produce un culo joven y robusto de novicio cuico
O la virtud, onanística, tan apreciada, de un asustado acólito de pueblo
Que apenas alcanza la pubertad.
Habemus Papa, habemus corpus diaboli.
La des-patria no tiene límites ni compasión
Está habitada en su mayoría por egos gordos y rastreros
Babosas que se reproducen hermafroditamente y todo lo tranzan.
Entonces, la denominada patria (páter)
No es padre, ni madre, ni ángel de la guarda
Es tu encubierto enemigo,
Es la mala sombra que envuelve tu frágil reflejo en el cristal
La bala loca que te volará el seso
Y los jovencitos que se prostituyen en las esquinas por pan
O por neoprén.
Oculta
Te miro Alejandra P.
desde la distancia
desde la nebulosa del cielo gris de mi pueblo
tierra baldía, como maldita.
Te siento oculta, triste, desenfocada.
Desarraigo birlibirloque, perdida en la nebulosa del cigarrillo
agazapada entre licores y pastillas
con solo una idea
girando en tu oscura cabeza despeinada;
cubierta en tu tumba (y temerosa)
por hojas en blanco, llenas de correcciones inútiles
obras truncadas y soledad.
Fantasmas del diccionario
Cuando llegue ese día fatal, lóbrego e irreversible
Cual tormenta que estremece hasta el tuétano
Tendré que escribir mis tristes poemas desde la cárcel
Como Cervantes, o desde el paseo nebuloso de la droga
O la locura, como la Pizarnik
Exiliado o autoexiliado como la Mistral
Porque en mi ciudad no hay público para mis ignominias
Ni para mis parafilias
Sueño eterno del niño que quiso ser famoso
Pero se perdió buscando eso mismo, la inmortalidad
Que no es más que una agusanada falacia.
Falacia, felatio, soy sólo un ser sexuado, de carne y hueso
Pecador, frío como las rocas a la orilla del mar de mi país
Despatria, que despoja…
Y moriré sin saber si Dios existe o somos frutos de nuestros propios escritos
O de una relación homosexual entre arcángeles.
La metralla me alcanzará algún día.
_______________
Alfredo O. Torres (Victoria, Chile, 1970). Narrador y poeta. Licenciado en Literatura, con amplia experiencia en educación popular y talleres de apreciación cinematográfica. Parte de su obra ha sido publicada en varias antologías y medios escritos. En 2008 publicó en Lebu su novela La conciencia mutilada, la que vio nacer su segunda edición en 2019 bajo el sello de Editorial La Balandra Poética. Ese mismo año publica su segunda novela Báthory, en Minilibros Sonora, México. En varios proyectos colectivos, dentro y fuera de Chile, se pueden leer sus poemas y cuentos breves. En 2020, aparece su poemario Labrado en piedra.
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