Amasijo de mi tiempo. Un poema de Rosa Lidia Mansilla Valenzuela


Amasijo de mi tiempo

[Leyendo a Gabriela Mistral]
[FRAGMENTO]


1
Piececitos azulosos de frío 
conocí en los años niños, 
y leí de un velloncito 
el que más tarde adornó mi cama.
La sonrisa de una madre abandonada 
se apoderó de los sueños 
me hiciste guardiana 
de las flores y cumbres.


2
Cuando a pie firme 
iba por las horas
me hice amiga 
de las golondrinas
volamos por el espacio patria 
conocí la gente oscura 
y la pobreza de mi tierra.

Una me contó del miedo 
de hacerse princesa o reina
que las mujeres en jaula 
solo conocen dolores.

Quizás esas alas 
se me quedaron y dancé junto  
a tus amigas Rosalía, Ifigenia
Lucila y Soledad.
Unidas a ellas giramos con
Ester, Elena y Paulina 
en la ronda universal de la paz.

Fuimos reinas de colinas y mares
de la poesía y sol 
juntas bajamos del cerro 
y vadeando el río
danzamos a orillas del mar.


3
Y es en la media noche
cuando el Niño Dios llega
lo saludan, las aves, los animales, 
el bosque 
y las flores se inclinan 
despidiendo sus olores,
el viento acomoda las pajitas
para darle calor.
El universo se arrodilla 
y al niño Dios adoraban. 
A esta ronda vino 
la albahaca del cielo
la salvia, la menta, el cedrón 
todos vinieron a la ronda 
a olorizar al Niño Dios. 


4
Se adueñó de la tierra la sabiduría 
cuando asomaron las doñas
doña remedios, doña primavera
inundaron de aromas, sabia y matices.  

Las aves andinas sobrevolaron 
nuestro hogar 
un mensaje del azul traían
todo se hizo cómplice de sabores 
ofrecimiento y resurrección. 

La tierra se vistió de gala 
fertilidad, fiesta y goce 
doña primavera ha vuelto a jardinear, 
volvió a tejer,
repasar el idioma 
siguió preguntando 
qué más hay para aprender.

Y buscó pistas bajo el sol 
en el pueblo era verano.


5
Eterna poetiza entiendo tu angustia 
al preguntarte dónde los hombres 
pusieron el amor
el mío también está bajo tierra 
no he ido a dejarle una flor.

Te diré maestra que le cegaron la vida
una tarde de julio 
las balas fragmentaron su respirar
y la tierra se volvió enfermera
en el canto de la búsqueda
de unos besos que nunca vendrán. 

Mi amor es calmado, dices
intenso y noble, 
no hay en él ni falsedad ni perfidia,
así también era el mío
de 15 años de playa, mar y sol
entonces los días olían a primavera 
a poleo, a menta y girasol.


6
Se nos cambia todo 
es el término del tiempo
el fin de las nostalgias
el cierre de la cerca 
donde guardo la ternura. 

Se marcha en gotas partidas
la angustia de la ausencia,
pasa de mi cara la tersura
y los poemas se hacen nostalgias
se marcha de ti, de mí, la memoria.

No hay quien guarde el perfumero
de la primavera
entre tus brazos se adormece la infancia
y la adolescencia se niega a irse del alma.

Las calles de tierra,
el cemento, todo se va 
lo único que tuve
el amor de la adolescencia 
ese que fue de besos apretados y huidizos.

El tiempo se va ajeno por la vereda del frente
Y pasar le veo.


7
Los versos se duplican, 
se escurren en borrasca
a veces cansados. 
Otras, golosos y llenos de embelesos, 
ahora enmohecidos por la distancia.

Son tranque colmado 
de dulzuras veraniegas
nostalgias de invierno 
florezco diagramadora oculta
tras las páginas de otoño.

Las palabras se miran en silencio
se incrustan a mi cuerpo
se hacen lumbre
amasijo total del tiempo. 


8
¿Dónde empieza la realidad?

Si busca en tus labios la hondura de la vida
Si un beso tuyo tiene eternidad. 

Qué habría pasado 
si el hubiere oprimido tus manos 
entreteniéndolas en las suyas
siempre averiguo qué habría pasado 
si el amor se hubiese hecho carne.

¿Dónde concluye la fantasía? 

Si igual se habrían llenado muchos crepúsculos
en los brazos de la poesía 
y las palabras en que tinaja 
se habrían quedado oculta,
el sepulcro estaría vacío
y tu vientre abultado
rezongando penurias, quizás desiertos
eso de la soledad acompañada.


9
El encuentro, el maravilloso aturdimiento.
En el sendero de este canto,
presuroso de bocas carcomidas de nostalgias
que siguen su marcha. 

Este amor que gasta trazas de patrón, 
tiene argucias ligeras 
y echa sobre el alma oscuridades
deja perennes huellas 
en los surcos de la piel donde 
se ha recostado el otoño.

El aire se ha suspendido en los pesares
donde el día se entretiene en cortesías

Este canto se hace breve
deja lágrimas en los labios
tiene sabor a luchas y sinsabores
este amor huele a patria
a niños hambrientos
a sepulturas abiertas
a drogas esparcidas por las calles.

Este amor Maestra tiene sabor a pepinos
tomates, cebollas y una pizca de comino
amor, que nunca como hoy  
espero su presencia
quizás porque despierta otro equinoccio.


10
La polvareda de los caminos conserva sudores
la tierra guarda la alquimia de tu paso
niño americano aún transitas 
con sabor a olvido
en las cumbres de los andes.

Tu mirada Gabriela, 
todavía otea ciervo en las montañas. 
La vida no quiere tu caminar sin sol 
que no se marche el orden cósmico
y la mapw ñuke siga en tus pies.

De seguro quieres él beba, 
en sus aguas 
aunque ya no bajan puras desde las cumbres 
que se duerma, entre coigües y copihues
colgados sus sueños a los raulíes y boldos
y en su pelo se revuelque la luz.

El cansancio del día muere
extraviado en la noche, 
en este cielo extraño con olor a volcán
madre nuestra que estás en los cielos
ten memoria del niño americano.



___________________
Rosa Lidia Mansilla Valenzuela (Arauco, Chile, 1954), poeta, narradora, antologadora y gestora cultural. Es diplomada en Gerontología Social y Cultura Mapuche en la Universidad de Concepción. Su trabajo creativo ha sido reconocido en varios concursos literarios, tanto en poesía como narrativa, destacando, entre otros, el 1er Premio del Concurso Nacional de Cuentos Rurales en 2004 y la Mención Honrosa en el XII Concurso Nacional de Poesía Stella Corvalán, organizado por la Municipalidad de Talca y la Corporación de Cultura de Talca en 2009. Su labor como gestora cultural ha dejado huella en Cañete, Hualpén y, en especial, Talcahuano, comuna donde ha realizado un importante aporte a la cultura local como fundadora del Centro de Amigos de la Biblioteca Municipal y desarrollando, desde hace más de 20 años, la tertulia de los viernes, entre otras diversas actividades que incluyen intervenciones y lecturas poéticas, monitora de talleres literarios dirigidos a niños, jóvenes, mujeres y tercera edad. Por esta trayectoria la ciudad la reconoció en 2015 con el Premio Municipal de Artes y Letras. De igual manera, ese mismo año, fue honrada con el Premio al Mérito Literario y nombrada Personalidad Ilustre en Vista Alegre, Argentina. Como antologadora ha publicado, entre otros, La palabra viaja por los años niños (2008), En la cresta de la ola (2016) y Oficio cotidiano (2020). En tanto, como autora, ha publicado más de 20 libros, entre los cuales se encuentran: Primavera en invierno (1989), Navegante azul (1991), De la primera edad (1993), Juegos de Primavera en Otoño, Niño de silencio (1999), Bajo llave (2002), Enumerando páginas (2003), Dos vertientes de un mismo río (2004), Helsinki (2006), De tu siembra en mis surcos (2008), Profundamente humanas (2013), Transeúnte de otoño (2015), El último alarido (2016), Por un estrecho sendero de lingues y boldos (2016), Memoria andariega (2018) y Sideral (2019). 

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