Cuatro poemas de Óscar Valdés
Marino
eres del tamaño del mar
o acaso eres él,
o acaso eres él,
océano que contiene todo:
el cielo y la tierra,
las nubes y los arrecifes,
las nubes y los arrecifes,
los glaciares, icebergs, volcanes,
islas, archipiélagos y el agua de todos los ríos;
pero también preservas el misterio,
pero también preservas el misterio,
la oscuridad,
los profundos accesos
los profundos accesos
al interior del planeta,
el reflejo de la luz solar
en las pupilas de los peces más
indiferentes
y en las infinitas escamas
resguardadas en los bancos de atún.
eres acaso el océano con todos sus
nombres,
pacífico,
atlántico,
índico,
ártico;
y el mar con los propios,
caribe,
muerto,
caspio,
rojo,
labrador,
mediterráneo,
cantábrico,
egeo,
la lista se mezcla como la espuma
y va a la deriva hasta llegar a una
isla desierta,
un papel mohoso se refugia en una botella de ron,
caparazón de tortuga cuya piel muestra el mapa de un tesoro,
un papel mohoso se refugia en una botella de ron,
caparazón de tortuga cuya piel muestra el mapa de un tesoro,
las perlas ocultas entre dos
conchas,
el mar resuena grave desde dentro de un caracol,
el mar resuena grave desde dentro de un caracol,
arriba del mástil el vigía mira el
lomo de una ballena y grita ¡tierra!
y al caer en ella los pies
resbalan, titubean,
y la tierra de mamífero tiembla
y se oye el rumor riente del cetáceo,
y la tierra de mamífero tiembla
y se oye el rumor riente del cetáceo,
idéntico al escuchado en el caracol
cuando se acerca al otro caracol
que es la oreja y el oído.
eres aquello y más:
las ciudades submarinas con sus asambleas
y juicios,
los puertos dando y recibiendo
turistas y mercancías,
gaviotas, salvavidas, pelícanos,
buzos,
flamencos, pescadores,
marineros
y las lanchas que flotan toda la
noche
sin enterarse de que se acercan cada vez más a la luna,
sin enterarse de que se acercan cada vez más a la luna,
que con todo su amor y urgencia
jala a sí misma el agua toda,
como buscando en el misterio de la
mar una medicina que cure su
soledad terrible,
decretada por algún dios caprichoso.
dentro de ti refluyen
y relinchan
los llamados corceles
y palafrenes de las olas
y también los huracanes,
y también los huracanes,
nefastos pero sinceros,
que destruyen renovando
y avivando matan.
que destruyen renovando
y avivando matan.
así te apareces ante mí,
imponente, enorme, provocador,
mar tormentoso que ladea los barcos
mejor construidos,
el océano quiere jugar pero los hombres no lo entienden,
sobre barquitos de papel que flotan en el charco de la esquina,
doblados por niños cuando se acaba la lluvia
y van a hundirse a la cloaca.
el océano quiere jugar pero los hombres no lo entienden,
sobre barquitos de papel que flotan en el charco de la esquina,
doblados por niños cuando se acaba la lluvia
y van a hundirse a la cloaca.
mar abierto que detiene el tiempo o
mejor dicho lo niega
niega su paso, tanto el lineal como
el cíclico,
niega la rosa de los vientos,
inutiliza todo reloj, el de arena y el de sol,
niega la rosa de los vientos,
inutiliza todo reloj, el de arena y el de sol,
los aparatos de radio y telégrafo,
los radares se truenan
y las brújulas enloquecen;
sobre el mar implora todo,
todos los centros confluyen en el suyo.
todos los centros confluyen en el suyo.
te miro desde la cañada,
miro cómo golpeas las rocas que piso invitándome a saltar
y ser contigo,
miro cómo golpeas las rocas que piso invitándome a saltar
y ser contigo,
a dejar de ser testigo o
espectador,
a unirme y ser uno,
un misterio único,
a unirme y ser uno,
un misterio único,
universal,
inobservado.
Auto
de fe III
Tantas noches
contrarias a ésta
Noche vacía
De noche
la habitación se ilumina
con la luz de un cerillo
la promesa de que un día
la paz será en la tierra
en esta tierra que piso
en este polvo que soy
La certeza de una promesa
es la fe
de que hoy no cuenta
sino sólo el pasado que me dio mis
ojos y mis manos
y el futuro que veré y tocaré
De noche
recuerdo los deseos caducos
los deseos dignos
del rey bobo
de un niño triste
y de noche
se me plantea su olvido
De noche
la conciencia despierta
dictando al espíritu
que el amor es una fina hebra
que se contamina con el primer
llanto
El amor es el primer hogar
que fue antes que nuestra cuna
antes que el regazo materno
antes que el útero
el amor es el primer hogar
que no recordamos pero reconocemos
en sueños
o al ver esa salpicadura
que mancha la noche
El amor es una hebra
que se contamina
Habrá que reconocer por tanto
las acciones sucias de las puras
la sinceridad no es propia
le pertenece al territorio mudo
al viento y al océano
De noche
el pasado
llueve
y el futuro
se humedece
El presente es esta tierra seca
que se quiebra y desmorona
Hoy,
sólo esta noche
esta promesa
esta certeza
y esta fe.
Carta
Descubrimos que la vida no se
detiene ni espera,
a la vida qué le importa
quién se ha ido si con ella siguen todos los vivos
Increpamos al mundo:
por qué no se indigna
por qué continúa
por qué no se detiene a
destruir con el grueso de su rabia lo que queda de bello y sutil
Observamos estupefactos
que la vida no está de
cabeza como nosotros
que ella no reclama para sí
el derecho a detenerse
¿quieres llorar, entender,
sanar?
la vida es siempre sana
no se detiene a descansar
y arrolla con su ímpetu
ciego
a cualquier durmiente
a cualquier plañidera
a cualquier orante
porque ellos,
los encerrados en sí
mismos,
no pueden aceptar que la
vida es irrefrenable
(así ha sido por los
últimos ochenta millones de años)
No quieras venir a mover,
mujer de luto,
hombre de luto,
porque mientras tú te
dedicas
a ver el mundo como una
fotografía sin tiempo
en realidad te sigues
bebiendo
tus minutos
tus días
y esperemos que no tus
meses y tus años
que siguen goteando,
el tiempo no hace espuma
como el chocolate,
pero sí deja asientos
cuando lo dejamos reposar
Entonces, mientras no
entendemos por qué el mundo, la vida, el tiempo
no sufren una crisis
nerviosa,
no lloran viendo
fotografías,
no gritan de rabia por la
incomprensión
y ocultamos la pregunta ya
callada
de por qué no estamos
tirando la casa por la ventana
por qué no vamos corriendo
tras él
(hay muchas formas)
por qué mi sentimiento me
pasma, y me quedo aquí
viendo en el mundo su
lentitud, su aburrimiento
viendo en el mundo un
estanque
del que empiezan a nacer
mosquitos,
que pueden volar a mi
alrededor
y yo no me entero
Insisto,
mujer de luto,
hombre de luto,
abre las puertas de la
presa
deja que el viento frío
golpeé tu cara
y te despierte
violentamente
o acaso sea el olor del café
una quemadura en la lengua,
la primera del día,
una caricia sencilla, una
mirada poderosa
Aquél a quien lloras
ya no existe,
un alma explota en mil aves
que se mueven en parvada un
jueves a las seis de la tarde
sobre el cielo rojo y
haciendo gran estrépito,
un alma explota y cada
gorrión va a un árbol distinto
repartiendo las semillas de
los frutos por toda esta tierra
Aquél a quien lloras
habita hoy en tu jaula,
no presiones tus espinas
contra su corazón, flor blanca de rosal,
el ruiseñor cantará y
cantará
y tú lo escucharás aunque
hayas abierto la puerta y él sus alas,
el canto es mucho más que
la vibración de unas cuerdas vocales
el canto no tiene propiedad
pero es tuyo y mío
Canta, ruiseñor, aunque no
estés fuera sino dentro
de la jaula más íntima
He dicho
que al subirse al carrusel
la niña no olvida a su madre que la espera abajo,
tú no olvidarás a la muerte
incomprensible
aunque te subas al lomo de
la bestia
que se va
y que no espera.
Traidor
El amante se deja caer como si un
desmayo lo tirara
víctima de su propio deseo nefasto,
acaso disfraza el amante su deseo
verdadero
algo terrible debe ser como para
tener que enmascararlo
el amante dice: no deseo estar solo
o mejor: deseo estar acompañado
deseo un testigo
deseo un cómplice
o quizá deseo alguien a quien
asesinar
y sentirme con el derecho a
hacerlo,
deseo satisfacer una necesidad
patética
deseo inundar un valle que no se
hizo lago en los primeros días del mundo
(el amante se siente hueco),
acaso desea matarse
y le pone una máscara:
“deseo estar contigo,
sentir tu mano,
hacerte sonreír”
“me encantan tus ojos”
quizá lo que me encanta es verme
reflejado en ellos
(el amante es un maldito Narciso)
intenta verse en un pozo
busca su reflejo en las rocas
y no lo encuentra
maldice a las rocas inertes
las rompe
las apedrea
las avienta al pozo
diviértanse juntos, les dice,
ofendido,
sintiéndose traicionado por el
traidor más grande,
(Narciso se traiciona y se hiere).
Alguien dijo una vez que el amor es el acto de
entregarse
ofrecerse
partir el egoísmo en dos
o quizás tres o más en algunas
culturas incomprensibles
¿será cierto que hay actos no
egoístas?
¿será cierto que puedo olvidarme
para refugiarme en ti?
en tu cabeza
en tu cuerpo
en tu ser
quizás es el deseo de poder
el deseo de control sobre el otro,
que intimida
“cállate perra”
le dice el hombre a la mujer
frente a la cual tartamudea cuando
ambos tienen ropa,
siento un placer extraño cuando te
descubro hablando como yo
ese placer de sentirte invadido por
mí,
como un parásito que se te mete
con la comida podrida que te comes
en la calle.
Mientras tanto, hay una flor
amarilla a un lado del amante
estaba ya ahí cuando llegó
e imagina el amante que otro
traidor
–a sí mismo y por sí mismo–
la arrancó deseando entregarla,
(ofrece el amante algo robado y se
enfurece)
Un desengaño imaginario,
(tan imaginario como la ilusión
primera)
se le presentó en la cabeza:
Desengaño diabólico: no te quiere.
Dejó la flor olvidada y ni el viento
se la lleva
y quizá la amada, en su carruaje a
casa,
se siente víctima y traidora
delincuente y traicionada
se siente violada por sí misma
ultrajada
porque su propio deseo
(disfrazado de sincero)
se volcó sobre ella y la hizo sangrar.
¿qué quieres?
¿quieres quererme? ¿para qué?
¿quién te enseñó a querer?
si fue tu madre entonces quieres
como un loco
y, además, de oído
imitando aprendiste a querer
enfermamente,
¿qué deseas?
¿besarme? ¿estrecharme entre tus
brazos?
o buscas un pezón que te alimente y
un útero que te empolle,
¿deseas mirar ese paisaje conmigo?
¿o que te mire verlo para que estés
seguro de que fue cierto?
(los testigos crean la realidad y
sin ellos lo que pasa no pasó nunca)
¿quieres que apruebe la opinión que
tienes de tu cuerpo?
Sí, princesa, eres hermosa.
El amante se inventa su cruz
va arrastrándola
a los ojos del pueblo que no ve
nada
porque esa cruz, como el traje
nuevo del emperador, sólo puede ser vista por algunos:
como la sangre en las sábanas.
por los traicionados que quieren
venganza
que traicionan al culpable de su
mal
sin darse cuenta de que son ellos
mismos,
y caen, como si un desmayo los
tirara
y se quedan inertes
como una flor amarilla que ni el
viento se lleva
como la piedra en el fondo del pozocomo la sangre en las sábanas.
Óscar Valdés
(Zacatecas, 1995). Reside en la Ciudad de México. Interesado en la literatura,
la lingüística y el teatro. Ha participado en diversos eventos académicos,
indagando en el carácter ritual de la poesía y de las artes escénicas, las
relaciones entre ética y literatura en la educación, entre otras líneas de
reflexión.
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