No había que ir tan lejos. Cinco poemas de Gustavo de la Rosa Muruato


No había que ir tan lejos

No era una fecha pequeña.
Desde luego, la carretera no estaba empedrada con diamantes,
ni había oro al final del mapa del tesoro.
Igual quería saber cuánto del camino delirado podría recorrer
sin desatar demasiados cabos ni perder la cabeza.
Las ideas resbalaban como jalea en su mente,
aún alucinaba las alhajas y los billetes del tiroteo,
los destellos de la joyería y el fastidio del revólver.
El desvío le había costado algunas horas
pero aún podría llegar a la boda sin retardo,
total, el juez era su amigo desde la escuela.
Ahora sabía el secreto de la vieja historia:
los diamantes de compromiso
vienen montados en anillos de plomo dorado.
Trastabilló y cayó muerto sobre la cuneta,
sin percibir las luces de la patrulla que hacía rato le seguía.
Parado a su lado, con los pulgares en el cinturón,
el federal de caminos decía burlón:
“hombre, no había que ir tan lejos”.

Contratos de felicidad, Taberna Libraria Editores (Ediciones de Medianoche, 39), 2011.


La chica del abanico

1
Gustaba de caminar por la calle de las bandas ragtime,
sastres y carceleros de opereta cantaban sus versos
y mencionaban su nombre junto al vino dulce.
En las colinas cercanas a la ciudad, solía juntar rosas
crecidas entre gloriosas hierbas mostrencas.

2
Conoció calles y paredes, arcadas y pasillos
de la antigua Santa Fe; la vida le parecía más libre
y le recordaban los viejos senderos
desde su Zacatecas desmemoriada.
Pero ni sus gastados botines ni el amor de Bobby
pudieron apartarla de la carretera.

3
El verano le prodigó enjambres de oro
y abejas matutinas, repentinas parvadas
navegantes, colinas con melena de león,
canículas de cigarras y llanos de gobernadora
y el ritmo de las sombras en tantos cafés
de autopistas por el gran Desierto de Chihuahua.

4
Su abanico no cargaba polvo de los caminos,
ni recuerdos, ni amarguras, ni resentimientos;
sólo una extraordinaria viñeta del sol naciente
y el secreto anhelo de volver a casa.

5
Un día de abril tomó el tren en la frontera.
No llevaba equipaje, sólo algunas coplas
de media luna.
La despejada mañana rubricó su balada: ella abrió
la ventanilla, aspiró los aromas del desierto
y arrojó su abanico de mil colores.

Desde este momento…, UAZ, 2014.


Rapsodia de las madrugadas

Levántense las embaucadoras con ojos de espejos rotos
y concédanos el vértigo de sus retales,
las risas que abaten los crespones
y licuan la roca de los tormentos;
concédanos el grito interno que hace saltar los grilletes del viento
y se desliza por las rampas de los reclusorios;
concédanos promesas defenestradas para vendar
nuestras heridas, cerrojos de cábala para acceder,
con los ojos bien abiertos, a las fastuosas madrugadas de alameda.

Hablo a las mujeres que parecen ausentes, aquellas
cuyas antorchas se encienden con el suave soplo de la nieve
y se alzan, como aparecidas, en fastuosas madrugadas de alameda.

No soy adepto a la cercanía pura de los atrios:
si lo que se mueve no se eleva, entonces no sirve;
en la humedad, que la mar evapora,
anima la voluntad de la tormenta.

Si en el abismo no hay escaleras de relámpagos,
el abismo no sirve;
si lo que se habla no conmueve
a las mujeres que cruzan sus piernas
en las antesalas de los hospitales,
entonces de nada sirve disertar.

Ninguna procesión expiatoria hará que las medusas
abandonen sus fábulas irisadas;
ni las flores de los limoneros podrían
curar el insomnio de los pulpos en las profundidades.
Ninguna plomada abolirá
los sentidos contradictorios de la fuerza de gravedad;
ninguna estepa de lobos blancos
será tan lujosa como los cotos votivos de tu pecho.

El país de las maravillas de noche, UAZ, 2015.


Pioneros establecidos

Ascendieron desde el sur de África
su hermosura sigue intacta,
agreste, genética, jamás ultrajada.

Su veraz llamada es un esplendor sin luz, análogo
a la sombra del inmenso árbol bañado de sol en la llanura.

Su belleza de abanico se asentó con el calor del día
como tela mojada sobre la peña
como el beso contra el sol
que evapora la humedad serena y leve de los sueños.

Su vehemente palabra fue escrita en los milenios
con el júbilo de los poetas
y con la magnificencia de los magos
con la moderación de las videntes
y el fulgor de las hechiceras.

Concibió dioses tan solo para no viajar en soledad
un jubiloso pretexto para bailar sobre la tierra
entre las bestias y las flores
sobre las negras tumbas
en derredor de piras funerarias eróticamente
devoradas por el sol y sin posible triunfo de la muerte.

Demasiado pronto
un cauteloso temor enturbia el tostado rostro
le hace suspirar, insomne de melancolía
bajo la atenta mirada del ramaje.

Más tarde, sin las volutas de las antiguas brisas,
gavillas de añejo polvo ahogan sus sueños primigenios
en riscos deshojados,
siglos de soledad descienden por los peldaños de su corazón,
escollos esparcidos serpean la tierra casi estéril.

Pero esta es una criatura cortada
con la asombrosa herida del éxtasis
es una seda temprana en las madrugadas refulgentes
y lleva su destino en la sangre
aunque su estirpe habrá de agostarse
después de la fecundación.
No importa.
Sus sueños son más fuertes que el tiempo
aun si el tiempo resucitara de sus propias huellas insumisas.


Vaqueros distópicos

Vaqueros distópicos,
cazadores de Moros galácticos,
distócicos en cada época.
Contracción / expansión.
Interceptar & correr: fugitivos divergentes.
(Los Patrulleros del Alto Espacio se toparon con los Vaqueros Sistólicos)
Interceptar & correr: fugitivos divergentes.
Vaqueros fulgurantes:
(hombres dotados
con vista de halcón,
fuerza de oso,
agilidad de puma,
y oído de lobo,)
Extropía.
Diastólica profecía.
Delirantes leyendas en las fronteras de las edades.
El Retén Cósmico de la Especulación VS los Corredores en el Filo de la Navaja.
Ghost Riders en autopistas cyberpunks.
Metálicas naves industriales / rizomas de neón.
Envuelto en polvo estelar, Gélido Púrpura cabalga en el erial.
La ciudad y sus fábulas furtivas…
Arquitecturas Le Corbusier.
Homotecias diurnas a cielo cristalizado.
Gélido Púrpura remonta
desechos tóxicos en la bruma del Verano Indio.
Bosques genéticos.
Humanos trascendentes.
Hache plus, Humanidad Plus.
H+
Categoría Trans: hache plus.
Seres de punto fijo reciben                            mensajes publicitarios sobre la arena mojada.
¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio!
Y, muy arriba, el sol quema como el sexo.


De pioneros establecidos a vaqueros distópicos, Texere, 2017.


Gustavo de la Rosa Muruato (Zacatecas, 1955) trabaja poesía, relatos cortos, notas breves y crítica del entorno. Ha traducido textos del francés y del inglés. Colabora en las revistas Dosfilos y Corre, Conejo. Ha publicado cuatro libros de poesía: Contratos de felicidad, Desde este momento…, El país de las maravillas de noche y De pioneros establecidos a vaqueros distópicos: gdelarosam@prodigy.net.mx





Contratos de felicidad, Taberna Libraria Editores
(Ediciones de Medianoche, 39), 2011.
Desde este momento..., UAZ, 2014.

El país de las maravillas de noche, UAZ, 2015.
De pioneros establecidos a vaqueros distópicos, Texere, 2017.

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