Unción de muertos. Cuatro poemas de David Castañeda Álvarez
Pequeño
apocalipsis
El mundo me viene de bulto, me cae de
repente como una tormenta de sonidos, ¿cómo articular todo eso? Me falta
precisión. Pero la vida es imprecisa: aluvión de golondrinas, ramo de tigres,
cataratas cubriendo la mitad del ojo. En la casa me siento junto al loco que
observa desde la ventana con cara de loco, con zapatos de loco, con pelo de
loco. El mundo se me desgaja cuando el viento remueve las ramas y tira hojas
como sílabas. Yo nomás balbuceo palabras imprecisas de la imprecisa vida.
Permanencia
Me
convertí en ceniza. Busqué desaparecer entre el peñasco, pero quedaron mis
huesos sobre la fogata de rosas calcinadas, mis piernas flacas, mi piel reseca,
mi columna despintada por el sol. No he desaparecido del todo: mi vida se
obstina en el polvo de la casa.
Pase
mágico
Te emociona descubrir en internet
que agitar ajos dentro de un frasco
es un método infalible para pelarlos
sin usar las uñas o el cuchillo.
Alguna vez clavarle las uñas te provocó
fiebre.
Yo también admiro el descubrimiento
y nuestra ingenuidad por los ajos
que se pelan dentro del frasco en un pase
mágico.
Celebramos saber que aún existe
la maravilla de las cosas simples.
Unción
de muertos
Mi muerte no será extraordinaria, no será
en París ni habrá aguacero ─no podría con tanto calor. Moriré tal vez de cáncer
y apaleado por la tos. He de toser mucho con un collar de limones. Toseré
bastante para arrojar la culpa. Pero cada escupitajo se secará antes de tocar
el suelo de tanto calor, porque la tierra donde he de morir no es
extraordinaria ─no será París, lo aseguro─ y no habrá pájaros negros sobre mi
cabeza, ni aguacero que me dé la última unción, ni polvo, ni luz.
De Un hombre, una mujer y un mirlo, UAZ,
México, 2016.
David Castañeda
Álvarez (Tula, Hidalgo, 1984). Radicado en Zacatecas desde hace más de nueve años.
Estudió la Licenciatura en Letras en la Universidad Autónoma de Zacatecas y la
Maestría en Investigaciones Humanísticas y Educativas en la orientación de
Literatura Hispanoamericana, de la misma universidad. Ha asistido a talleres de
poesía con el poeta Javier Acosta. Beneficiario del PECDAZ 2013-2014 en la
categoría “Jóvenes creadores” por el poemario Y el verbo se hizo polvo. Ganador del Premio Nacional de Poesía
“Ramón López Velarde” 2015 por el libro Un
hombre, una mujer y un mirlo.
David Catañeda Álvarez,Un hombre, una mujer y un mirlo, UAZ, México, 2016. |
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