En el principio fue el sustantivo, Pitita
Javier Báez
Zacarías
La primera actividad que a Adán se le encomendó fue nombrar cada
cosa del universo; tarea inmensa, inabarcable, más de dioses que de hombres,
pero que Adán, aún bajo el manto divino, acometió. Si en el principio fue el
verbo, Adán instauró, como requisito de existencia, el sustantivo. Nada hay si
no se le nombra. La persona, el animal o la cosa, cobra realidad gracias a que
se le puede llamar. El nombre la hace individual, única, irrepetible. Aún el
reconocimiento de la acción, el verbo, se da únicamente a partir de alguien, de
algo, el sustantivo. Entonces, Adán fue el creador real del Universo. Era ya
como un dios, aún antes de probar el fruto del bien y del mal. Una desventaja
tenía con aquellos, la incapacidad de desaparecer lo ya nombrado; al
mencionarlo, ese algo, o alguien, cobraba calidad de eterno; tal vez no en la vida,
pero sí en la presencia. El sustantivo es luz, los seres se mueven por el orbe
conociendo y reconociendo el medio gracias al nombre. También el sustantivo es
orden, seguridad, el individuo va confiado de que el mundo no lo atacará, no se
le vendrá encima, gracias a la palabra que nombra. Montaña, dice, y la montaña
se queda en su sitio; árbol, dice, y éste ocupa su lugar, fijo a la tierra. Y
la mente no descansa, va nombrando en la vigilia y en el sueño también; va
abriendo mundos paralelos: el de la realidad y el de la idealidad, y en ellos
las cosas, los animales y las personas, se yuxtaponen, se subordinan y copulan,
cómo copulan, haciendo combinaciones imposibles, poniendo en riesgo al ser
humano pero que al fin lo multiplican en la monotonía de dos pronombres: yo y
tú, nunca ellos, nunca él, sólo nosotros, Pitita, tú y yo, que a la mitad de la
noche terminábamos exhaustos, boca arriba, roncando pero satisfechos.
Javier Báez Zacarías (San Luis Potosí, 1958). Estudió Letras en la
Universidad de Guanajuato. Perteneció al Taller Literario de Bellas Artes Casa
de la Cultura en Celaya, Gto., coordinado por Ignacio Betancourt. Ha publicado
los libros de cuento Para asuntos
comerciales, Nunca a Niní y la
novela Historias de mamá. Obtuvo el
Premio Hispanoamericano de Cuento en 1983.
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