Seis textos tarantulescos

Miguel Ángel García (Sr. Tarántula)



Servicio a la comunidad

Desde hace tiempo puse un letrero afuera de mi casa: “Se construyen alas duraderas”. Desde ese día los alacranes son mis mejores clientes. 


Para Noia: un obsequio mental

Al principio quería que todos me vieran, hoy lo he logrado y en verdad me aterra. No hay acto ejecutado por mi persona sin que éste sea escudriñado por el colectivo que me rodea. No hay secreto por guardar, incluso las paredes saben lo que pienso.
Sin importar su lejanía, las risas ajenas me obligan a mirar de reojo pues resulta evidente: la gente se burla de mí, claro, siempre a mis espaldas. Los murmullos del viento manifiestan el contubernio con los árboles: juntos maquilan algo en mi contra.
Sólo en mi sueño encuentro tranquilidad... en ocasiones. Varios espías han averiguado la fórmula de la alquimia y de vez en vez se hacen presentes cuando duermo. En el onírico terreno aparecen como perros, o en forma de reclamo, o como intento de fuga que siempre queda en “el intento” porque nunca me muevo cuando correr debiera.
Las gotas del médico no ayudan en nada. Me otorgan la llave y accedo al otro mundo que en mí se encuentra. Sondeo las arritmias del letargo y balbuceo la respiración de la existencia, pero nada: basta un poco de atención para que en el silencio identifique a los conspiradores bisbiseos que ahí se ocultan.
No lo comprendo, ¿por qué todo el mundo se ocupa de mí? ¿Por qué todo el mundo puede ver mis entrañas a pesar de ser un ente invisible? Es definitivo, en algún sitio se aloja un problema. Comienzo a pensar que vacaciona en mi cabeza.


Esquirlas del Yo

Me cuesta trabajo recordar quién soy. Lo más triste del caso es que quizá nunca lo supe, o lo sabré. (Para variar un poco: mi memoria está infectada.) La pugna por vivir con dignidad fue ilegal y perdí mas no hubo artimaña alguna de la cual no estuviera enterado. El Sistema, siempre hacia delante, devoraba cada centímetro del cuadrilátero llamado vida; por mi parte, en la batalla cotidiana realizaba los movimientos aprendidos en tantos entrenamientos con la sombra: medir distancia con las decisiones peligrosas, danzar con las moralejas y soltar metralla de propuestas parecían el infalible método para obtener la victoria, pero no, un leve parpadeo y la humanidad (mi humanidad) completa fue enviada a la lona. Objetividad, es innecesario contar hasta diez: me encuentro fuera de mí, en la otredad que me rodea y en cada instante me obsequia sus vivencias. Lo dicho, los juegos de azar son de villanos, y bastó un volado, un simple volado de publicidad de esa estúpida Tv para dejarme inconsciente.
¿Hacia dónde dirigir los pasos cuando todos los rostros han perdido sus rasgos? El espejo se niega a decirme algo acerca de mí, no me da ninguna pista. Recuerdo que... lo siento, no recuerdo nada que pueda contarles y para ser sincero no sé si ahora mismo escuchen estos errantes balbuceos de lo que soy sin haber sido: la poca lucidez que tuve fue mandada al sitio donde las aves pernoctan. Lo sé, la razón es un sueño malherido que en alguna ocasión llegó a soñar conmigo.
¿Recuerdan quién soy? ¿Recuerdan quién fui? Al parecer soy un animal bicéfalo con la antagonía zurcida en las frentes. A la entrada de mi cueva encontrarán una migaja de luz, última esquirla de mi existencia arrojada en espera que alguien llegue, por fin, a nombrarme.


Jonás

Incisión sobre incisión, negligencia, una cicatriz sobre otra. Recuerdo, Jonás está cansado de evocarte en las tinieblas. ¿Cómo decirte que le haces falta? La plaza se encuentra sola y la fuente irriga vida en el lugar donde jamás estuviste. Hastiado de esperarte se monta en el poema y abrocha el cinturón de seguridad. Va hacia ti.
En la serranía de lo intangible dos cisnes pugnan ferozmente. Pasan días, semanas, y los cisnes siguen fornicando. Jonás está varado, el poema se lastimó una aleta y se muestra renuente a caminar. Es entonces cuando Jonás entiende que antes de ser paloma de la paz fue cuervo y por ello extrae una pluma del bolsillo izquierdo de su cerebro y se la da al poema, éste comienza a elevarse: bendito placebo.
Recuerdo, en el camino Jonás recoge los rescoldos que te hacen posible. Te escucha en el silencio, en la soledad, en la nada. Por fin, llega a su destino (su destino eres tú). La ciudad está dividida en dos: una mitad que desconoce y una mitad que no existe. Para evitar extraviarse prefiere internarse en la mitad inexistente. El poema se aleja, lo deja solo. Miento. Está con su perra, con su perra suerte.
La oda de los asesinos ronda su cabeza, desde ahí devora las entrañas de la tierra. Recargado sobre el árbol se pregunta por la veracidad de la mentira. Recargado sobre el árbol se pregunta por la cierta verdad que habita en la sospecha. Recuerdo, estás azulado y no quiere tocarte, sólo charlan, beben anhelos y planean construir puentes con palabras endebles.
Jonás huele a los demonios. ¡Jonás huele a mil demonios! Éstos regresaron, al parecer nunca se fueron. Jonás abre la boca y hace lo inverosímil: vomita vivo al enorme pez que llevaba tres días rezando en su vientre.


Otro día con más calma

Mensaje + Llamada = Cita en catedral + Espera de rigor = Mujer echando tiros ∴ Valió la pena estar media hora esperando como pendejo + Plática buena vibra + Cena + Caminata (de noche) + Mariachi + Pleito callejero de terceros (alcoholizados) = Cambio de dirección = Bar hippie + Cerveza artesanal Estrés + Charla in extenso + Carcajadas Distancia entre los cuerpos = Me acompañas a mi casa = Por supuesto ∴ Caminata (de madrugada) + Tipos sospechosos + Soy boxeador, no te apures = Tranquilidad Preocupaciones + Pasos = Morada de la chica = Ya se armó de mulas Petra (lujuria masculina) < Pensamiento femenino: es la primera vez que salimos, dirá que soy una... ∴ Llama más temprano y volvemos a salir = Solicitud telefónica de taxi = Despedida (momentánea).


Simbología

 +       Más
 –       Menos
 =       Igual a
 ∴       Por lo tanto
 <       Menor que


Mi baño ya no es el mismo

Mi baño ya no es el mismo, desde hace tiempo ha venido mutando. Primero era al aire libre, en contacto pleno con la naturaleza del universo. Luego sucedió algo, quizá fue porque “alguien” comenzó a ver lo que nunca debió ver en el pubis ajeno. La situación es que a partir de entonces me dijeron que mis necesidades debían ser desechadas en el cubículo donde las eses serían cubiertas. Hasta ese punto las cosas aún eran tolerables porque al acudir al sitio en mención podías sentarte en la oscuridad y sobre ella voltear para saberte una estrella más en la constelación Hiperión.
El no contar con regadera permite (hasta el momento) que las culpas sean expoliadas en el lavabo, siempre y cuando se utilice jabón neutro. Luego sucedió algo, quizá fue porque “alguien” convenció a una familia entera y decidió por ella para decir que el techo debía ser tapado para resguardar al que ahí acudiera. ¿Por qué nadie me preguntó acerca de mis verdaderos deseos?
Nunca entiendo nada porque en la penumbra el erotismo aflora: los cuerpos se reconocen, se tocan a hurtadillas para erectar la pasión. El contacto de labios fluye, son ventosas que se adhieren a la vida de quienes se sienten perdidos por sujetarse con hilos tan delgados que en cualquier instante se rompen y dan al traste con la relación hacia ti mismo.
La contraparte fue redactada: hágase la luz; y la luz se hizo. La luz se construyó a sí misma desde el vertedero de la certeza mas ¿a quién le importa acariciar la verdad cuando se vive obsesionado por el poder? Setenta y cinco kilowatts me susurran una artificial veracidad para hacerme pensar en lo que no es y vivirlo como realidad: así ha sido desde hace tiempo.
Comencé a beber en cuanto supe que no vendrías; te entiendo Sepia, ¿a quién le interesa dar un grito de interdependencia en el lugar donde las granadas dejan descalzo? Comprendo que no puedas ver al hombre invisible que soy, por eso Moby Dick construyó una escalera al cielo para descender cada peldaño hacia el inframundo aligheriano.
¿Qué sigue? ¿Una puerta, vitropiso, o lo peor: expendedores automáticos de piedra, papel o tijeras? Querida, no cabe duda: mi baño ya no es el mismo, nosotros tampoco.

*Textos pertenecientes al libro Escapismo en espiral, Secum / Silla vacía Editoral, Morelia, 2015.



Miguel Ángel García (Morelia, Michoacán, 1980). Soy el Sr. Tarántula. Nací en la primavera del 80 en la Ciudad de la Cantera Iridiscente, a la cual muchas personas le llaman Morelia. NO soy poeta, repito, NO soy poeta pero así me dicen mis familiares y amigxs para hacerme sentir bien: siempre logran su cometido. Lo que más me gusta de la vida es vivirla: respirar es mi pasatiempo favorito (respiro incluso mientras duermo). Quisiera decirles que soy prestidigitador de las palabras mas en realidad es a la inversa: ellas me doman cuando trato de acceder a su esencia. Así que ahí me tienen cada vez que me decido (o necesito) hilvanar un texto: paso por el centro de aros de fuego, recibo latigazos para mostrar mis dientes con brackets e incluso las benditas palabras me obligan a caminar parado sobre mis manos. Todo vale la pena, todo sin excepción alguna porque después de la jornada circense logro tener frente a mí aquello que de mi cabeza era y a partir de ese momento puedo compartirlo con quien guste a través de mi existencia.
Dicen que por estos cibernéticos lares sus pupilas gustativas pueden descargar de manera gratuita algunas de mis grafías: https://independent.academia.edu/MiguelGarc%C3%ADa1/Books
Nada, nada me daría más gusto que saber lo siguiente: que las consumirán en la cena de esta noche o de otra noche cualquiera. 

Miguel Ángel García, Escapismo en espiral, Secum / Silla vacía Editoral, Morelia, 2015.

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